Miles de mujeres y hombres en las plazas de tantas ciudades italianas celebran con razón la dimisión de un persona que ha causado tanto daño a lo largo del tiempo en que ha sido presidente del gobierno, e incluso en los que ha estado en la oposición. No compartimos con estos festejos la indiferencia con […]
Miles de mujeres y hombres en las plazas de tantas ciudades italianas celebran con razón la dimisión de un persona que ha causado tanto daño a lo largo del tiempo en que ha sido presidente del gobierno, e incluso en los que ha estado en la oposición.
No compartimos con estos festejos la indiferencia con respecto al modo en que se ha producido la caída de Berlusconi y a lo que ocurrirá a partir de ahora.
Tampoco compartimos los aplausos al presidente Napolitano, que ha protagonizado esta caída para responder a las exigencias del capital y de la dirección política europea, que consideraban a Berlusconi y su gobierno incapaces de llevar a cabo las políticas de austeridad y destrucción del Estado social que en toda Europa constituyen la única «respuesta» a la crisis.
Y mucho menos podemos olvidar que la «crónica de la austeridad anunciada» lleva el nombre de Mario Monti, comisario «integrísimo» que vetaba cualquier ayuda estatal para favorecer los intereses de la gran banca y garantizar la desregulación del sistema financiero. El mismo Mario Monti que en el Corriere della sera exaltaba las «reformas» de Gelmini [ministra de Educación] y Marchionne [patrón de la FIAT]. ¿Puede alguien de izquierdas pensar seriamente que sea el hombre adecuado, que pueda representar algo «mejor»?
No hablamos de un «después», sino de un presente representado por un gobierno peligroso para los intereses de las clases populares y cuyo único programa comprende nuevas y más graves maniobras económico-financieras contra las trabajadoras y los trabajadores, a favor de mayores privatizaciones de bienes públicos, para someter todavía en mayor medida las decisiones internas a las exigencias del capital europeo.
Un gobierno que quiere vender la vieja ideología según la cual la única manera de salir de la crisis pasa por nuevos sacrificios, después de que el sistema de bienestar, los salarios y las pensiones hayan estado sacrificándose desde hace más de veinte años.
Para las trabajadoras y los trabajadores, precarias y precarios, jóvenes, inmigrantes, no hay más que un camino posible: la oposición inmediata y firme al gobierno Monti-Napolitano, reconstruyendo desde abajo las bases y la organización necesarias para resistir las nuevas maniobras contra sus intereses y construir una red que plantee las cuestiones de la alternativa social y política, de modo que la crisis la paguen quienes la han provocado.
No existen atajos institucionales: la única vía democrática solamente puede pasar por elecciones inmediatas y un debate político y sobre programas que trate de extraer la lección de lo acontecido en los últimos cuatro años, con una izquierda anticapitalista que rechace cualquier compromiso de «unidad nacional» o «técnico» y organice la oposición social y política.
Invitamos a todas y todos a construir la más amplia unidad de las fuerzas que rechazan al gobierno Monti y propugnan una salida de izquierdas a la crisis. Allí estaremos.
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Fuente: http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=4560