El partido colorado, caracterizado por su estructura hegemónica, está a las puertas de su mayor fragmentación en la era pos dictadura. El nombramiento de un ministro de hacienda de filiación liberal conmociona la vieja doctrina republicana del «Estado servidor del hombre libre», de inspiración socialista, devenida en perverso prebendarismo en tiempos dictatoriales. Santiago Peña, colocado […]
El partido colorado, caracterizado por su estructura hegemónica, está a las puertas de su mayor fragmentación en la era pos dictadura. El nombramiento de un ministro de hacienda de filiación liberal conmociona la vieja doctrina republicana del «Estado servidor del hombre libre», de inspiración socialista, devenida en perverso prebendarismo en tiempos dictatoriales. Santiago Peña, colocado al frente de la más importante cartera, anuncia la profundización de los planes neoliberales y niega toda dádiva a los colorados.
Horacio Cartes representa a una burguesía que acumuló riquezas sin vincularse orgánicamente al Estado, que necesita despojarse de los lastres clientelistas para impulsar un rumbo vigorosamente mercantil de la economía. Esta es la función asignada a Peña, un Chicago boy bendecido por el departamento de Estado norteamericano.
El oficialismo está dividido entre neoliberales y conservadores, y el presidente está logrando una ficticia estabilidad cediendo ministerios sin relevancia a los políticos de su partido. Pero la avidez colorada no se sacia con cargos de segunda categoría, y el enfrentamiento entre los dos sectores es sin retorno. La crisis amenaza con el derrumbe colorado, tal como ya sucedió con el omnímodo régimen stronista por la división de militantes y tradicionalistas en la década del 80.
Nacionalismo de izquierda
Entre los dos partidos tradicionales es el coloradismo el que prohijó históricamente a políticos e intelectuales de izquierda. El colorado Blas Garay llegaría al extremo de afirmar que por sus antecedentes históricos, el Paraguay estaba en mejores condiciones de construir el socialismo que los otros países. Recordemos simplemente que los colorados apoyaron la revolución nacionalista del 36, una expresión revolucionaria contra el sistema capitalista en descalabro a nivel mundial desde 1929.
Las tareas de la izquierda
Consecuencia de un prejuicio ideológico, la izquierda nunca articuló un trabajo con las bases coloradas, supuestamente subalternizadas por el fascismo. No obstante, es importante señalar que las políticas neoliberales están impactando en todos los ámbitos, incluidas las bases coloradas, y éstas ya no encuentran un espacio en su partido, cooptado por el neoliberalismo cartista.
Los colorados mantienen una ideología de matriz nacionalista, estructuralmente irreconciliable con el neoliberalismo, y ésta es la materia prima que izquierda debería empezar a trabajar si busca chances en el 2018.
Muchos no estarán de acuerdo con este planteamiento. En todo caso, como consuelo rememorar aquel proverbio árabe, que tanto le gustaba a Lenin: «El enemigo de mi enemigo es mi amigo». Si en el 2008 fueron los liberales, porque hoy no pueden ser los colorados junto a la izquierda quienes se encarguen de poner frenos a la avalancha neoliberal que parece incontenible. Todo puede ser con un poco de imaginación y mucho de dialéctica…o viceversa.
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