Pese a la existencia de una serie de leyes aprobadas en los últimos 10 años, que promueven las relaciones igualitarias entre mujeres y hombres, la cultura machista persiste en Nicaragua especialmente en las zonas rurales del país, donde las mujeres en su mayoría son sometidas a las decisiones de sus parejas. De los seis millones […]
Pese a la existencia de una serie de leyes aprobadas en los últimos 10 años, que promueven las relaciones igualitarias entre mujeres y hombres, la cultura machista persiste en Nicaragua especialmente en las zonas rurales del país, donde las mujeres en su mayoría son sometidas a las decisiones de sus parejas.
De los seis millones de habitantes que tiene Nicaragua, más de la mitad son mujeres y de éstas aproximadamente un millón son mujeres rurales, las que se las ingenian para poder lograr una verdadera independencia de los hombres, sostiene la directora de la Coordinadora de Mujeres Rurales, María Teresa Fernández.
Una de las alternativas que han encontrado las mujeres rurales para lograr cierta independencia en sus comunidades ha sido la de organizarse en cooperativas de diferentes ramas, especialmente de granos básicos, café, producción de miel y otros rubros agrícolas.
Organizarse en cooperativa fue una de las alternativas que encontró Lisseth Escalante, una joven de 28 años de edad y madre de dos hijos, habitante de la comarca San Juan de la Penca, en el occidental departamento de Chinandega, a 2 horas y media de Managua.
La joven narra que antes de ingresar a la cooperativa se levantaba desde las 2:00 de la mañana para poder hacer las labores del hogar y luego otras tareas, sin embargo, al entrar a la cooperativa multisectorial «Mujeres en Acción», logró abrir los ojos, debido a que vivía con el modelo machista y su madre le decía «las mujeres tienen que trabajar solo para servir al hombre».
En en la cooperativa, Lisseth se ha capacitado y animado a otras mujeres a que deben de empoderarse sobre la igualdad de los derechos humanos entre hombres y mujeres, y desprenderse de antivalores machistas.
A pesar de toda la propaganda gubernamental sobre la igualdad de género en Nicaragua, la mayoría de las mujeres no han salido del ciclo de la violencia y en las zonas rurales lamentablemente se sigue viendo normal que el hombre las maltrate y las controle, denuncia Lisseth.
POBREZA AFECTA MÁS A LAS MUJERES
En las comunidades donde las familias viven en condiciones de pobreza, con menos de dos dólares al día, son las mujeres las más afectadas, dice Lisseth, son las últimas en alimentarse en la casa, primero le sirven al hombre, luego a los hijos e hijas y si alcanza comen ellas.
Cuando los hombres se van del hogar y las dejan con las hijas e hijos, son ellas las que tienen que cargar con dobles o triples jornadas para salir adelante, primero con las labores del hogar sin remuneración, segundo con la búsqueda de empleo en donde muchas veces lo único que encuentran son labores del hogar, en donde generalmente no les pagan ni el salario mínimo, que en Nicaragua es de 3 mil 200 córdobas, equivalentes a unos 107 dólares al mes.
Si la mujer es campesina y quiere sembrar una parcela de tierra, se enfrenta a muchas dificultades porque tiene que pagar el alquiler de la tierra y buscar financiamiento, en la cual encuentra muchas puertas cerradas en las instituciones financieras, es el caso de Esperanza Chávez, madre de tres hijas y tres nietas.
Esperanza de 65 años de edad, es originaria de una comunidad rural de Masaya, a una hora al oriente de Managua, y cuenta que no volvió a ir a un banco porque se sintió discriminada cuando preguntó por financiamiento y lo primero que le pidieron fue la escritura de su casa, (la cual no tenía), de lo contrario no era candidata para recibir un solo córdoba.
La experiencia amarga que tuvo Esperanza la llevó a integrarse en la cooperativa Dios y Amor de Masaya, en donde recibe apoyo de un fondo revolvente para cultivar granos básicos en una parcela, a la cual sus hijas le ayudan y así obtienen los alimentos y la subsistencia.
Para Calixta Martínez, originaria de Ciudad Darío, a hora y media al norte de Managua, socia de la cooperativa La Dariana, que la integran 105 mujeres, esta es la mejor opción para enfrentar la pobreza que afecta a las mujeres.
«Si la mujer no está organizada, se expone a todo tipo de discriminación y desigualdad», dice Calixta de 45 años de edad, quien agrega que personalmente no ha sufrido ningún tipo de desigualdad, pero conoce casos de otras compañeras que no están organizadas y que sufren por las relaciones desiguales de género existentes en el país.
CARGOS PÚBLICOS NO GARANTIZAN IGUALDAD
El gobierno de Daniel Ortega, quien ostenta el poder por segunda vez desde el 2006, ha promovido leyes que favorecen los derechos de las mujeres, «sin exagerar, tenemos el país de América Latina con el mayor gabinete ocupado por mujeres», dice el diputado sandinista Douglas Alemán, miembro de la Comisión Económica del Parlamento Nacional.
El Estado nicaragüense ha hecho su mayor esfuerzo por acabar con la desigualdad de género, sin embargo, tenemos una herencia patriarcal muy arraigada, por lo cual ha sido muy difícil, reconoce el diputado sandinista.
El diputado además es un reconocido ganadero del país y asegura que lamentablemente en el sector ganadero no conoce una sola mujer mandadora (administradora operativa) en una finca.
El machismo en las fincas ganaderas predomina, a los trabajadores no les agrada la idea de que una mujer sea quien los dirija y sobre esos comportamientos machistas también hay que trabajar, dice el diputado sandinista.
Para la dirigente feminista Haydeé Castillo, la existencia de un marco legal a favor de las mujeres no garantiza relaciones equitativas en el país, pues lamentablemente las leyes no se aplican o se reforman a favor de conveniencias políticas que a la larga responden a intereses machistas.
Muchas de las mujeres en cargo públicos no tienen autonomía en sus decisiones, tienen que responder a un partido político que les permitió llegar al cargo y esos partidos políticos son dominados por hombres, lamenta Castillo.
Ante esta situación, se requiere de políticas públicas que garanticen las relaciones igualitarias en el país y la autonomía de las mujeres en cargos públicos, que esas funcionarias se empoderen de los derechos de las mujeres, propone Castillo.
La diputada opositora Adilia Salinas, del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), reconoció la situación difícil que viven muchas mujeres, especialmente en el campo y aunque señaló la existencia de varias leyes favorables para las mujeres que se han aprobado en este parlamento, hace falta su aplicación efectiva, por lo cual las mujeres deben seguir luchando por sus derechos.
Fuente: http://www.cimacnoticias.com.mx/noticia/cooperativas-alternativa-para-mujeres-rurales-en-nicaragua