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Perú

Corte de La Haya: «fallo histórico» o encubrimiento

Fuentes: Rebelión

A propósito de circo palaciego, patrioterismo e histeria

En una actitud esperable de quien se define «presidente de todos los peruanos», pero que llegó al gobierno gracias a la intermediación de las instituciones financieras que manejan las decisiones políticas y económicas en todas las neocolonias de América latina y del Caribe, y gracias también a juramentos y hojas de ruta, el señor Humala juntó en palacio de gobierno, en turnos diferentes, a los dirigentes de partidos políticos que se representan a sí mismos y defienden los intereses extranjeros; a los representantes empresariales que intermedian los lucrativos negocios en nuestro país de las instituciones financieras y de sus socios empresariales extranjeros; y a otros. El propósito, trasmitirles lo que será el «fallo» de La Haya que la histeria pretende convertir en histórico.

Cabría recordarle al señor presidente que «todos los peruanos» no son quienes jamás representaron sus intereses y traficaron y trafican con su pobreza, su ignorancia, su incipiente capital cultural.

Seguramente estamos ante una demostración más de la «sensatez» que distingue las decisiones del señor Humala. De modo que no hay nada que reclamarle a menos que uno sea un insensato.

Lo que queda por hacer es advertir que, en el caso del «diferendo», la decisión la conocen muy bien quienes se prestaron al maquiavélico «Acuerdo de Libre Comercio del Asia-Pacífico (FTAAP, por sus siglas en inglés). Los dos instrumentos clave para hacerlo efectivo y eficaz son el «Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP)» y la «Alianza del Pacífico» (AP) que en su momento (2005 y 2008) fueron «propuestos» por los ex-presidentes Bachelet y García respectivamente, y que han continuado Piñera y Humala.

En cualquier caso, todos actuaron obedeciendo el mandato del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que a su vez traducía la estrategia de las élites del poder norteamericano del «mare nostrum» imperial en la vasta cuenca del Pacífico.

Esto es, la estrategia del «anillo marítimo» para hacer frente al «collar de perlas» de la República China en el contexto de la disputa por la hegemonía Asia-Pacífico; y para atenazar los procesos de liberación que viven Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador.

En este sentido el «fallo» no resulta ajeno a la «Iniciativa Mérida»; el «Acuerdo militar entre EEUU y Colombia» y el propio «Plan Colombia»; a los megaproyectos económicos y geoestratégicos político-militares de la IIRSA (Integración de la Infraestructura Regional de Suramérica); al Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica (PM) que maneja el BM, el BID y USAID, entre otros.

Todos estos proyectos meten en un solo saco neocolonial a los diez gobiernos suscriptores de la «Declaración de Villahermosa» de junio del 2008 en Tuxtla (México). Allí esos dignos representantes de la «voluntad popular» acordaron «reiterar el interés y disposición de sus gobiernos en estrechar la cooperación con el gobierno de los Estados Unidos de América, en el marco de la Iniciativa Mérida, y conformar la Comisión de Promoción y Financiamiento del plan de integración mesoaméricana teniendo como principales socios financieros al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y la Corporación Andina de Fomento (CAF)» (Numerales 13 y 26 respectivamente). Las dos últimas entidades funcionan con fondos del BM, de USAID y del propio BID.

El «histórico fallo» tampoco es ajeno a la estrategia de la Alianza del Pacífico integrada por Chile, Perú, Colombia y México que se articula con los proyectos de la Mesoamérica y del Caribe, para pretender bloquear la ALBA, UNASUR y la CELAC.

Igual no es ajeno a la estrategia del Comando Sur de Estados Unidos (USSOUTHCOM), afincado en Miami-Florida para imponer el terror militar e ideológico sobre 38 países y más de 25 millones de kilómetros del territorio latinoamericano y caribeño con bases militares terrestres y marítimas, centros de entrenamiento militar y policial, servicios de espionaje, lucha contra el narcotráfico. Todo para la mejor apropiación de nuestros recursos naturales por las transnacionales socias del BM, del BID y de USAID y cercar a los procesos de liberación en esta parte del mundo, como lo hacen en otros continentes los nueve restantes Comandos Combatientes Unificados (Cocom) que maneja el Departamento de Defensa norteamericano.

Alguien puede pensar que estas no son sino alucinaciones de un aprendiz de brujo contrario al sionismo norteamericano que vertebra a las élites del poder imperial de los EEUU. Pero allí están los datos que nuestros profundos e inteligentes «analistas» pueden constatar de paso que corroboran lo que ese viejo aristócrata inglés judío-sefardí, partidario de los conservadores Tories, que fue tres veces ministro de hacienda de la corona inglesa y primer ministro de la Reyna Victoria en la segunda mitad del siglo XIX, y concretó la expansión imperialista de Inglaterra con la anexión de la India, del Canal de Suez y Egipto, de Afganistán, de Sudáfrica y de las islas Fiji en Oceanía, dijera refiriéndose al poder: «El mundo está gobernado por personajes muy diferentes a los que creen, los que no ven más allá de sus ojos». (Conde Benjamín Disraelí).

Igual podrían como una contribución a su propio «c apital cultural objetivado», indagar sobre los orígenes de la «Corte o Junta Internacional de Justicia» y lo que ésta le debe a Andrew Carnegie. Ese escocés que invadió territorio norteamericano conjuntamente con su familia cuando aún era niño y que amasó la más grande fortuna de todos los tiempos gracias a pagarles salarios de miseria a sus obreros de la industria del acero y de los rieles, fusionar empresas y evadir leyes. El mismo que dejó escrito en su «Evangelio de la Riqueza» que la acumulación de riqueza era constructiva y el gobierno no debe tratar de obstaculizarla y que sólo los ricos son capaces de garantizar la recirculación de sus dineros en la sociedad y su reproducción y efectos para la continuidad del sistema capitalista. Carnegie, era pues un opositor a la «caridad» o a dar dinero a organizaciones de caridad pues esto no aseguraba su correcta utilización. Su preocupación fue cómo garantizar que su dinero se reprodujera tanto material como ideológica y culturalmente asegurando la continuidad del poder de los ricos. Tras estos propósitos, destinó gran parte de su fortuna a la construcción, implementación y funcionamiento de fundaciones, bibliotecas, cortes, comités, juntas, universidades que hoy, casi un siglo después, se agrupan en 26 poderosas ONG que constituyen la mayor red de influencia y determinación de las políticas y estrategias de injerencia, adoctrinamiento y alienación norteamericana en el mundo a través de la educación, la prensa, las TICs, la alimentación, el medio ambiente, la salud, la investigación científica, las artes, los deportes, la justicia, los fallos.

Carnegie legó a la «Corte Internacional de Justicia» no sólo su existencia física y la sede que ocupa actualmente en La Haya conjuntamente con los think tanks que «nutren» la «imparcialidad» de sus burócratas dorados. Legó instituciones clave que no han perdido vigencia a través del tiempo y que son los think tank del pensamiento conservador contemporáneo en Derecho Internacional y «fallos». Entre estos:

a) La «Fundación Carnegie para la Paz Internacional» uno de los think tank más longevos de los Estados Unidos y actualmente el primer think tank global. Carnegie la estableció en vida influido por las ideas de «paz» que aparejaba el mito del «Destino Manifiesto» de los protestantes invasores del territorio norteamericano. En la fase imperialista que le tocó vivir y ser uno de sus principales actores, ese mito llevó a la anexión de Hawai, de Puerto Rico, de Panamá, de territorios chinos y de las colonias inglesas, francesas, españolas; a la invasión de Cuba, Filipinas, Santo Domingo y Honduras. Todo en nombre de la lucha «contra la colonización europea». Esto ocurrió, durante los gobiernos de sus amigos William McKinley y Theodore Roosevelt (Premio Nobel de la Paz en 1906). Los dos, republicanos como Carnegie.

La «Fundación», creada en 1910, se convirtió en el núcleo de la red Carnegie desarrollando investigaciones sobre política internacional y promocionando políticas del conservadorismo norteamericano en Europa, EuroAsia y América Latina.

La historia de la «Fundación» está estrechamente vinculada con el poder y la influencia de los ultraconservadores republicanos, sionistas y belicistas actualmente cobijados en el Tea Party. Casi todos sus directores han sido ex-presidentes, altos funcionarios de la ONU, la CIA, el Consejo de Seguridad Nacional, así como personajes vinculados con el espionaje norteamericano mundial, la Fundación Ford, el Consejo Nacional de Iglesias, las logias satánicas como «Calavera y Huesos» del ex-presidente Bush.

La «Fundación» edita el Foreign Policy la revista donde se publica lo que el gobierno norteamericano hará o ya hizo. Tiene ediciones en inglés, en árabe, español, griego, italiano, portugués y turco, con un total cerca a 200 mil ejemplares en versión impresa, aparte de su edición electrónica y su conexión a redes sociales.

La «Fundación» es el único think tank norteamericano especializado en política exterior y ejerce una influencia decisiva en la marcha de la actual «Corte Internacional de Justicia de la Haya» de la que se espera el «fallo» que hará posible la próxima base marítima de la OTAN en aguas «chileno-peruanas» o, quien sabe neutrales, pero que bloqueará definitivamente la salida al mar de Bolivia.

La «Fundación» anida también a nefastos personajes perseguidos por la justicia de sus respectivos países como es el caso de Moisés Naím quien además de haber sido director de proyectos de reformas económicas, fue editor en jefe de su revista Foreign Policy y director del Grupo de los Cincuenta (G-50) creado para reunir a los representantes de cincuenta transnacionales que operan en Latinoamérica.

Para quienes lo ignoran, Moisés Naim, es el mismo al que una televisora peruana le retrasmite su espacio «Efecto Naim», presentándolo como un experto analista de la problemática mundial. Está acusado por leyes de su país por la muerte de más de 3500 personas como consecuencia de la aplicación del «Plan Avila» diseñado por asesores norteamericanos e israelitas para asesinar con armas de guerra durante el «Caracazo» que se produjo en ese país a raíz del «paquete económico» impuesto por el FMI y el BM, y puesto en marcha por Naim en febrero de 1989, cuando era ministro de Fomento, Industria y Comercio en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez.

b) Otra de las instituciones vinculadas a la Corte de La Haya es el «Consejo Carnegie para la Ética en Asuntos Internacionales». Fue establecido a inicios de la primera guerra mundial para movilizar a las iglesias del mundo, promover la doble moral que distingue a los enemigos de la humanidad y la búsqueda de alternativas a los conflictos armados que favorezcan los intereses imperiales. Actualmente funciona como otro think tank vinculado a las guerras que promueve el sionismo en el mundo, la destrucción del medio ambiente, las disparidades económicas mundiales y, algo que viene a colación con el «fallo» esperado: la política de reconciliación para vehiculizar los intereses norteamericanos en su «patio trasero».

c) Otra es, «La Academia de Derecho Internacional de La Haya (The Hague Academy of International Law). Institución fundada por la «Fundación Carnegie de Washington DC»en 1923, cuando ya Carnegie había muerto. Funciona igualmente en el Palacio de la Paz donde se concentra toda la institucionalidad que olea el neocolonialismo de los poderosos y se santifica la sumisión de los pusilámines. Es un think tank centrado en la investigación y enseñanza del Derecho Internacional público y privado, recogiendo la vieja tradición naturalista de los padres de la teoría del Estado y la intocabilidad de lo privado. Tiene como mentor al judío positivista y Spenceriano Hans Kelsen defensor de la Teoría Pura del Derecho y de la «pirámide normativa», según la cual toda norma recibe su valor de una norma superior. Como dato adicional en la coyuntura del «fallo» diré que Kelsen estudió el régimen presidencialista chileno.

Si el interés es aún mayor en quienes quieren poner en duda lo que el «fallo» significará en la historia inmediata de la «redistribución» del poder Asia-Pacífico, pueden echarle una mirada a lo que fueron las componendas de los «dueños del mundo», post primera y segunda guerra mundial, para asegurarse la institucionalidad que les permitiera el consenso para su hegemonía (Sociedad de Naciones y ONU, respectivamente), y dentro de éstas la de los organismos ad-hoc para hacerse de los «fallos» para el control y la usurpación de territorios, mares, poblaciones y, ahora también del espacio.

Blog del autor: www.alizorojo.com

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