El incremento de la violencia, a niveles desorbitantes, constituye hoy un grave peligro para la preservación de la distensión en la Patria Grande, declarada Zona de Paz por los 33 países que integran la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en la II Cumbre de ese mecanismo de concertación política celebrada en La Habana, […]
El incremento de la violencia, a niveles desorbitantes, constituye hoy un grave peligro para la preservación de la distensión en la Patria Grande, declarada Zona de Paz por los 33 países que integran la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en la II Cumbre de ese mecanismo de concertación política celebrada en La Habana, Cuba, en 2014.
Los acontecimientos y las noticias de los últimos días y semanas sobre Nuestra América no son nada halagüeñas para un futuro pacífico y de integración en la región, blanco actualmente de una ofensiva derechista que, al parecer, tiene como propósito restaurar, con el apoyo de Estados Unidos, las dictaduras del pasado siglo.
Por un lado, gobiernos neoliberales de turno han retomado el uso de la fuerza policial y militar para coartar manifestaciones pacificas en su contra, como son los casos recientes de Chile, Argentina, Brasil y México,
Miles de estudiantes chilenos que se volcaron a las calles este martes, en protesta por los elevados costos de la educación universitaria en ese país, fueron reprimidos nuevamente como en tiempos del régimen del general golpista Augusto Pinochet.
En Argentina ocurre algo similar ante las marchas cotidianas contrarias al ejecutivo del presidente Mauricio Macri, quien como si fuera poca su actuación antipopular, pretende imponer ahora la denominada reforma 2×1 que beneficia a los genocidas de la otrora dictadura en esa nación.
Los brasileños tampoco escapan de la violencia policial y a los efectos dañinos de las medidas neoliberales del gobierno golpista de Michel Temer, quien planea artimañas dirigidas a aferrarse al poder, al tiempo que abre las puertas del gigante sudamericano al ejército estadounidense para maniobras castrenses en la Amazonía, en noviembre venidero.
México, por su parte, es considerado el segundo país más violento del mundo, tras conocerse la noticia que solo en 2016 fueron asesinadas 23 mil personas.
Según reportes de prensa que citaron una investigación del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), México es más violento que naciones en conflicto como Afganistán y Somalia, y solo es superado por Siria, a la que se le impone una devastadora guerra terrorista desde el exterior.
Hace poco menos de un año escribí un artículo titulado: Pobre México, tan lejos de Dios y tan violento como Estados Unidos, a propósito de protestas de rechazo de centenares de profesores a otra reforma neoliberal educativa del régimen del mandatario Enrique Peña Nieto.
Entonces los gendarmes habían respondido con el acostumbrado uso de la fuerza, causando 13 muertos, 25 heridos y más de 100 desaparecidos.
En mi nota referí que el neoliberalismo sin límites impuesto por las autoridades mexicanas, el dominio de los llamados poderes fácticos, que actúan al margen de las leyes, el narcotráfico y la corrupción, han convertido a esa nación norteña en un verdadero manicomio para sus ciudadanos.
Todo indica que el modelo aplicado en México fue el ensayo de laboratorio de un plan macabro para la Patria Grande que se ha ido materializando en Argentina, Brasil, Chile, Perú, Paraguay, Guatemala, y Honduras, entre otros, y que el conservadurismo regional con Washington a la cabeza desea extender a Venezuela, Bolivia, Ecuador, El Salvador y Nicaragua, donde persisten procesos progresistas.
No es casual ni mucho menos que la derecha en Venezuela apueste con su actuación terrorista desde la oposición a crear el caos en el país, justificar así la ingobernabilidad de la Revolución Bolivariana y destronarla para hacerse con el poder.
A juicio de analistas, la creciente ola de violencia desatada por el conservadurismo en Nuestra América pone en riesgo la distensión y la unidad en la región, y puede echar por tierra la proclama de Zona de Paz adoptada por la CELAC hace 3 años en La Habana.
Precisamente preocupados con estas y otras problemáticas, académicos cubanos concurrirán este 11 de mayo en La Habana a un taller denominado «Los desafíos de la izquierda en América Latina y el Caribe frente a la ofensiva de las oligarquías y el imperialismo».
En ese foro los participantes intercambiaran criterios acerca de la situación que vive actualmente la Patria Grande, y los desafíos que se presentan en el camino hacia la preservación de la paz, su integración y desarrollo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.