El dominicano César Medina señala en un artículo suyo que en ninguna otra actividad de la vida se expresa tanto cretinismo como en la política. Sobre todo en la política clientelar que se ejerce en estos países donde el ascenso social y económico muchas veces lo determina el mérito partidario, el arribismo o la capacidad […]
El dominicano César Medina señala en un artículo suyo que en ninguna otra actividad de la vida se expresa tanto cretinismo como en la política. Sobre todo en la política clientelar que se ejerce en estos países donde el ascenso social y económico muchas veces lo determina el mérito partidario, el arribismo o la capacidad para estar siempre con el partido que está en el poder y con el líder que ejerza mayor influencia. Es probable que no exista otro país en el mundo donde un fenómeno como este adquiera categoría de Estado y donde se pueda pasar con mayor facilidad de la indigencia a la opulencia en el clásico salto de garrocha que no deja espacio al talento, a la creatividad, al esfuerzo profesional o al desarrollo del intelecto.
Eso tal vez explica que en muchos casos el liderazgo partidario se sustente en la capacidad que se tenga para agenciarse corifeos que al mismo tiempo escalan posiciones en las formaciones partidarias y formulan propuestas presidenciales sin ninguna base ideológica, programática, social o económica y que en ocasiones terminan lanzando a las multitudes salchichones, pollos y puercos. Sobre todo esto último, puercos… a veces vivos.
Estos personajes de la política difícilmente encuentren definición en algún texto sociológico fuera de nuestro entorno. Y no es posible encontrárselos en sociedades más desarrolladas que la nuestra simplemente porque no se concibe tanta desfachatez en el ejercicio de la política. En una sociedad organizada es impensable la posibilidad de que un individuo se arrime a la actividad partidaria y de la noche a la mañana salte al estrellato social y económico. Y no es que en los países desarrollados no haya corrupción política. Claro que la hay, pero los dirigentes corruptos son los menos y jamás las posiciones partidarias se adquieren de la noche a la mañana.
La expresión política más acabada de la dominación ejercida en nuestro país por el grupo oligarca que se ha alternado en el poder desde hace decenios son las mismas elecciones. Veamos por qué.
Nada cambia. Los mismos rostros, las mismas propuestas y promesas incumplidas cada cuatrienio, los mismos grupos que usufructúan el poder, para beneficio de unos minúsculos «personajes» que han hecho de la política el trampolín para amasar respetables fortunas a través de las más alambicadas estratagemas.
Y dentro de cada uno de los partidos se encuentran los más variopintos personajes: los que honestamente desean hacer algo, los sinvergüenzas que utilizan los cargos públicos para beneficio propio mediante el tráfico de influencias, los vivillos o vivazos(as) que se aprovechan de un partido para ser elegidos y después le dan la espalda, pues lo único que les interesaba era lograr «algo» a través del cargo. Sin que falten los incondicionales de siempre, que son colocados en las cúpulas de los otros poderes, a fin de asegurarse que les cuiden las espaldas a los gobernantes de turno, sin importar las leyes o la constitución de la república. ¡De todo hay en la viña del señor!
Las elecciones en nuestro país son torneos donde la disputa es banal, los candidatos son mercancías que se ofrecen al electorado con técnicas de publicidad comercial, el contenido político se limita a lo superficial, a la imagen construida especialmente para la ocasión. Conducta comprensible: el capitalismo todo lo transforma en mercancía, y todo intenta venderlo con publicidad. Las elecciones oligarcas, como las denominé en algún otro artículo, se tiñen de cretinismo político con sus consecuencias en lo electoral. De esta manera se mantiene al pueblo desinformado, sin participar en los importantes problemas de la sociedad. Crean la ilusión, de que los problemas sociales tienen solución en la elección de un candidato, es decir, reducen los problemas sociales a la acción de un individuo, no contemplan proyectos, sólo consideran personas. El pueblo, sumido en la actividad electoral, se organiza sólo para este carnaval, toda la actividad es determinada por este clima de estulticia. El pueblo se distrae en este circo, no relaciona los problemas con el sistema sino con los individuos, se establece así una red de seguridad que protege al sistema.
En Costa Rica, a pesar de la enorme propaganda que nos hacemos y se nos hace gratuitamente fuera de nuestras fronteras como una democracia madura, hemos padecido durante decenios este cepo electoral; era esa la manera deformada de expresión de la voluntad popular, así se mantiene a un pueblo en la ignorancia y en la dominación. El cepo se superará cuando el pueblo consiga otras maneras de romper el cretinismo electoral.
Pero, ¿será esto posible? No lo creo. Más bien sospecho que seguiremos andando por el mismo camino de la estulticia, manipulados por los grandes capitales y atados por una telaraña de leyes, interpretaciones y reglamentos de leyes que no permiten el ejercicio pleno del poder popular.
Veamos el ejemplo más claro. La elección del actual y el anterior gobierno, así como la aprobación del TLC con los EEUU, se caracterizaron por un alto abstencionismo, reduciendo la aprobación tanto de los gobernantes como del tratado por un aproximado del treinta por ciento del padrón electoral, lo cual se puede considerar legal desde el punto de vista del andamiaje jurídico, pero nada tiene de legítimo; pues cuando un cuarenta por ciento no se expresa y otro treinta por ciento dice NO a la propuesta gubernamental del partido hoy en el poder o al tratado bajo consulta, como que las cosas no son tan transparentes ni sólidas.
La otra dimensión del cretinismo tiene relación con el papel de los medios de «desinformación», que en eso se convierten bajo la presión de los altísimos presupuestos para propaganda política los medios de información de toda índole, a los cuales deben «arrancar» una tajada.
Y la última, con la estulticia institucionalizada a través de decenios de aplicación de un sistema educativo que destruye en los jóvenes la energía y el deseo de participación, no fomenta el pensamiento crítico, desconoce lo que es el pensamiento abstracto, y ha ido creando una población ignorante, indiferente y fácil de manipular.
Poco a poco hemos ido destruyendo el mito sobre el que construyó Costa Rica, para dejar la verdad descarnada de una realidad bien diferente de la que nos han querido vender. Pero no se notan reacciones airadas, reivindicativas. Todo es silencio, conformismo, la aplicación del «poco me importa» mientras me vaya bien a nivel personal, que es la expresión más depurada del cretinismo político y electoral.
Sin embargo, existe un pequeño grupo de personas, que por lo general se ubican en los partidos de centro izquierda e izquierda, que son más conscientes de su papel como electores, conocen mejor la filosofía política del partido, y hasta son capaces de expresar su rabia y su frustración ante el manipuleo que se hace de la política en estos momentos.
Sin embargo «poderoso señor es Don Dinero» y la propaganda puede más que la conciencia propia (que no existe) en la gran masa de electores. Pero el ascenso del Frente Amplio y la figura de su candidato, a pesar de la campaña sucia que se desarrolla en su contra, da muestras de que de alguna manera los ciudadanos están despertando de su modorra. Y por otro lado Acción Ciudadana no repunta, su candidato es prácticamente desconocido por la masa, sufre el desgaste de quien se inició con enorme energía y sus propios errores le cobran caro el precio de la popularidad.
Social Cristianos y Libertarios, envueltos en el ropaje de sus escándalos, no creo que pinte mucho en Febrero, y los «minúsculos», desprestigiados hasta la ridículo, tampoco. Pero la hidra malévola de Liberación Nacional, cuna de todas las corruptelas, chorizos y manipuleos indecentes frente a la ciudadanía, mantiene una posición inamovible, es decir, sus seguidores de siempre, los que siempre votan por su candidato así sea un maleante, un ladrón o un inepto, según el caso. Pero lamentablemente son los que cuentan con más dinero para intoxicar la mente del pueblo ingenuo, aunque en esta oportunidad no los veo como muy inteligentes.
Muchas sorpresas vamos a tener en Febrero, eso es indiscutible.
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