Las instituciones de la V República (1958), basadas en el díptico: régimen presidencial/bipartidismo, continúan aparentando estabilidad y capacidad de la burguesía para seguir gobernando el país sin problemas, pero no se trata más que de una apariencia. Si un partido que representa menos del 25% del electorado (es decir, entre el 10 y el 15% […]
Las instituciones de la V República (1958), basadas en el díptico: régimen presidencial/bipartidismo, continúan aparentando estabilidad y capacidad de la burguesía para seguir gobernando el país sin problemas, pero no se trata más que de una apariencia. Si un partido que representa menos del 25% del electorado (es decir, entre el 10 y el 15% de la población) puede gobernar en solitario, está claro que en cada convocatoria electoral se acumulan los ingredientes de una crisis política o institucional importante.
En este sistema institucional [elecciones a dos vueltas, con sistema mayoritario], las elecciones departamentales que se acaban de celebrar no son mas que un símbolo de la evolución política. Los cambios del personal político a nivel departamental apenas influyen en la situación social y política a nivel nacional.
Por otra parte, tras estos resultados, el gobierno del Valls (Partido Socialista) se ha apresurado a declarar que nada iba a cambiar, que las políticas de austeridad, que la ofensiva anti-social del presidente Hollande y del primer ministro iba a continuar como hasta ahora.
La corriente de fondo de la crisis política
La tregua que marcó la «unidad nacional» tras los asesinatos de enero ha durado poco. Los elementos fundamentales de la crisis sistémica del capitalismo han vuelto al primer plano de la situación política y las instituciones de la V República no permiten poner en pie ninguna iniciativa de unidad nacional (gobierno UMP-PS), en consonancia con la política de esos dos bloques. Tras la desafección de todo un sector de parlamentarios «críticos» del Partido Socialista (PS) en la Asamblea Nacional, que intentan marcar distancias con la política gubernamental, Valls y Hollande ya no disponen de una mayoría parlamentaria estable. Y el echar mano del procedimiento expeditivo del Art. 49-3 [por el que el gobierno no somete a voto su proyecto en la Asamblea nacional], para hacer pasar la contrarreforma laboral de Macron (ministro de Economía) e impedir que se materialicen los desacuerdos en el seno de la mayoría, es un recurso que sólo se puede utilizar en una ocasión una vez a lo largo de toda la legislatura.
La derrota electoral del PS
Tras las elecciones el gobierno ha echado mano de un truco rocambolesco. Según él, los resultados son menos malos de lo que preveían las encuestas. «No son tan malos»(!)…, ¡qué victoria!
Tras haber ganado con holgura las elecciones departamentales de 2011, el 21,8% alcanzado en las actuales le sitúa en tercer lugar tras la alianza parlamentaria de derechas capitaneada por Sarkozy (29,4%) y del Front National (25,2%). El PS pierde una tercera parte de los Departamentos; la derecha obtiene 69 sobre 101.
En buena parte, este resultado es fruto de la abstención que afecta fundamentalmente a los barrios populares. A nivel nacional, la abstención se sitúa alrededor del 50%, pero en determinadas ciudades obreras y populares sube hasta el 70%. Por ejemplo, en la región parisina: 71,,2% en Aubervilliers, 68% en Bobigny y entre el 67 y el 69% en Sain-Danis.
En cualquier caso no hay que olvidar a los no inscritos/1 que, según un estudio de 2012, son cerca de 3 millones; es decir, el 7% del cuerpo electoral. Una cifra que viene aumentando desde los años 1960 y que afecta particularmente a las «personas sin diplomas de estudios». El 15% de ellas no se inscribe para votar. Evidentemente, hay que añadir a ellas a las personas residentes extranjeras que no tienen derecho al voto.
En la segunda vuelta de las elecciones, allí donde el PS tenía que competir con el FN/2, los socialistas se ha beneficiado de la baza «todos contra el FN»; una baza que ha funcionado globalmente: la izquierda parlamentaria ha obtenido más votos que la suma de votos de los candidatos de izquierda en la primera vuelta, sea porque se ha movilizado una parte del electorado abstencionista, sea porque ha recibido los votos de la derecha parlamentaria para frenar al FN.
De ese modo se han salvado algunos candidatos, pero ello no debe ocultar que los resultados obtenidos por el PS cuando se enfrentaba a una candidatura de derechas. En ese caso, la candidatura del PS no ha logrado siquiera acumular los votos de los distintos candidatos de izquierda en la primera vuelta.
El significado político de estos resultados es claro. La abstención es una expresión del desapego a la política gubernamental y a los partidos que la impulsan, así como al hecho de que los representantes de esos partidos progubernamentales son, en la actualidad, ampliamente minoritarios en el terreno electoral en el conjunto del país.
Si bien muchos electores y electoras están dispuestos a votar PS e incluso UMP para impedir que sea elegido una o un candidato del Front National, esa lógica ya no funciona [a favor de los socialistas] cuando se trata de optar entre el PS y la UMP.
La victoria electoral del FN
Estas elecciones constituyen una victoria para este partido que ha centrado su compaña contra el UMPS/3. Tradicionalmente, estas elecciones favorecían a los partidos del sistema y a las grandes coaliciones, como la organizada por la derecha en torno a la UMP de Sarkozy. Pero a pesar de ello, el FN ha llegado a la segunda vuelta en 760 cantones y ha logrado 62 electos. Algo jamás visto. Aún cuando, a pesar de que lo esperaban, no ha logrado ser mayoritario en ningún Departamento, sus resultados marcan una nueva progresión del FN.
Lo más importante es que, globalmente, ha obtenido el 25% de los votos, y en algunas circunscripciones, más del 40 y el 50%. Esto representa 5,1 millones de electores, que son menos que los de las elecciones presidenciales de 2012 (en las que, con el 18 %, obtuvo 6,4 millones (con una abstención menor), pero que son, con diferencia, su resultado más importante en unas elecciones locales.
Aún cuando el sistema electoral francés [mayoritario a dos vueltas] le impide obtener la representación parlamentaria que se correspondería con su fuerza electoral/4, el FN acumula representantes en los distintos ámbitos: en el parlamento europeo (23 diputados/as sobre 74), en Ayuntamientos (1546 sobre 587.335, de ellos 22 alcaldes sobre 36.635), en las regiones (112 consejeros regionales sobre 2.040) y ahora departamentales. En total más de 1.700 electos, casi todos y todas fieles devotos de la estrategia de Marine Le Pen. Evidentemente, esto constituye un punto de apoyo importante, en el plano militante, humano y financiero, para construir un partido.
Un grupúsculo convertido en partido electoral
En los años 1990, partiendo del análisis de que el marxismo estaba en vías de extinción y de que ya no había alternativas a la izquierda, el FN cambio de orientación. Persuadido que podía convertirse en la expresión de la cólera social adoptó una orientación nacional-social, defendiendo las conquistas sociales para los franceses, de preferencia nacionales, y martilleando contra la derecha y la izquierda, diciendo que son la misma cosa, que la única solución es el Frente Nacional.
Esta orientación adquirió una dinámica nueva a partir de los años 2008-2009, tanto debido a la acentuación de la crisis del PS como del desgaste de Sarkozy (que había frenado el crecimiento electoral del FN), y la llegada de Marine Le Pen a la cabeza del partido. Ella emprende una estrategia de «desdiabolización» orientada a integrarse en el seno de las instituciones: al principio en las municipales y después en las regionales, con la vista puesta en las presidenciales de 2017. Dio carta de credibilidad al discurso nacional-social de los años 90, suprimiendo las provocaciones, las diatribas antisemitas e insertando en el discurso determinadas nociones recuperadas en otros ámbitos sobre los desastres de la globalización. Si bien en el fondo no cambia nada: se trata de soluciones nacionales, de la alianza capital/trabajo, del proteccionismo, del rechazo a la inmigración.
Sobre todas las cuestiones presenta una forma reformada del mismo fondo reaccionario.
Durante la movilización contra el proyecto de Ley sobre el matrimonio homosexual que organizaron las corrientes católicas integristas que están en contra del aborto, de la contracepción, homófobas y a favor del retorno de la mujer al hogar, el FN como tal no llamó a participar en la manifestación más importante de la campaña, aunque sus electos estuvieron en ella. Impulsó una campaña que evitaba los problemas reales como el paro. Al mismo tiempo, la homosexualidad de uno de sus electos europeos y alcalde de Henin Beaumont no le impide ser uno de los vicepresidentes del FN.
¿Cuál es el proyecto del FN?
En el contexto de crisis económica, social y política actual, esa política le ha permitido arraigar en una parte del electorado popular, tanto en el que tradicionalmente votaba a la derecha, como en una parte del electorado de izquierda.
En estas elecciones, los sectores populares se han volcado masivamente hacia el FN con 43% de votos (38% entre las y los empleados, y 49% entre las y los obreros). Nada que ver con el voto entre los cuadros superiores y las profesiones liberales (13%), la gente jubilada (20%), las mujeres (22%) y hombres (30%).
Este anclaje en las clases populares se refleja también entre sus electos: un tercio de ellos empleado en el sector privado, un tercio de funcionarios y el último tercio, compuesto por pensionistas, profesionales liberales, cuadros, jefes de empresa, autónomos… En las alcaldías que detenta el FN desde 2014, ha obtenido buenos resultados e incluso ha progresado.
El FN comienza a ser un partido importante. En octubre de 2014 dijo que tenía 42.100 miembros, de los que el 53% (22.329) votaron para elegir a Marine Le Pen a la cabeza del partido. Actualmente, Marine Le Pen anuncia en su web que cuenta con 83.000 militantes.
Sea cual sea la realidad de las cifras, la presencia militante del FN durante la campaña electoral ha sido significativa y bien recibida por la gente. Sus militantes más violentos sienten el viento en popa: amenazan a periodistas, participan en las milicias del sindicato campesino productivista (FNSA) contra los que acampan para protestar contra el megaproyecto de presa en Sivens…, por no hablar de provocaciones múltiples, insultos racistas, etc.
Una de las paradojas de la situación política actual es que las instituciones, pensadas para garantizar la estabilidad a través del bipartidismo, se convierten en una máquina que favorece al FN en un momento en el que el PS o la UMP están a punto de estallar/5. Marine Le Pen quiera traducir esta lógica a su favor para desbloquear las relaciones políticas que impiden al FN acceder al gobierno. Esta opción estratégica le impone un perfil de «mejor adversario contra el sistema imperante», dinámico y enraizado en las clases populares. Al mismo tiempo, preserva y cultiva su imagen de fuerza reaccionaria, «conservadora de los valores». Esta política de «solos contra todos», se ve confrontada por la actitud de Sarkozy en relación al FN en la segunda vuelta: ni a favor del PS ni a favor de FN.
Mientras el núcleo dirigente en torno a Marine Le Pen juega a fondo esta carta demagógica de «contestación del sistema» en lo económico y en lo social, alguna gente del partido lo ve con malos ojos. Consideran que la alianza con la derecha les abriría las puertas a los ministerios y a al mundo empresarial.
Pero nada está jugado entre esas dos opciones.
Para la burguesía, para los sectores claves del capitalismo que construyen su dominación a través de la Unión Europea, la voluntad del FN de salir de Europa es, por el momento, incompatible con ellos. Pero la evolución de la relación de fuerzas electorales puede hacerles cambiar de opinión. Las reflexiones sobre la posibilidad de alcanzar una mayoría o una presidencia con el FN irán in crescendo. La porosidad electoral derecha/FN da más eco a estas reflexiones. Un sondeo muestra, por ejemplo, que el 50% de los simpatizantes de la UMP estarían a favor de «alianzas locales caso por caso» con el FN.
Y, ya mismo, el peso del FN zumba como una avispa una derecha más a la derecha que nunca, en la que las tendencias más derechistas se dan rienda suelta. Un panorama que también actúa sobre la izquierda gubernamental.
El Partido Socialista es el sistema
Una de las razones de esta tendencia de la situación es la evolución del principal partido electoral de izquierda, que tradicionalmente representa a la mayor parte de las clases populares.
El PS se ha convertido en el sistema, como ya lo era la UMP, la derecha parlamentaria; forma parte de él no solo por su política económica y social sino también por sus valores e, incluso, sus mentiras. Las relaciones de sus cuadros políticos con las organizaciones de lucha de la gente explotada y oprimida, así como con las organizaciones sindicales, cuyas direcciones burocráticas tienen sus propias dinámiccas, son conflictivas; lo mismo ocurre con las asociaciones en defensa de los derechos humanos, cuyos vínculos con el gobierno no influyen en nada sobre las decisiones importantes. Por el contrario, los dirigentes socialistas, sus responsables a distintos niveles, tienen fuertes y variados vínculos con la élite capitalista: provienen de las mismas escuelas, pasan de los gabinetes ministeriales y del Ministerio de Economía a la dirección de empresas, frecuentan los mismos lugares, forman parte del mismo mundo.
El voto a favor del PS expresa también esta ruptura profunda: el 28% proviene de cuadros superiores o profesiones liberales contra solo el 16% de medios populares y el 29% de entre la gente asalariada del sector público y el 18% del sector privado.
Sufre una gran pérdida de militantes. Según cifras aportadas por el propio partido, en noviembre de 2008 contaba con 235.511 adherentes y en septiembre de 2009, 209.000. Actualmente dice que cuenta con 150.000 inscritos, de los cuales solo 60.000 cotizan regularmente. Si se tiene en cuenta que en su conjunto el PS cuenta con 18.300 electos, se ve que la adhesión al PS se parece más a una carrera política que a la voluntad de luchar para cambiar el mundo o, incluso, para mejorarlo.
Sobre todas estas cuestiones, sus opciones no se diferencian de la de los gobiernos de derechas: puesta en cuestión de las conquistas sociales, regalos a la patronal, austeridad, vueltas de tuerca para los de abajo, desmantelamiento de los servicios públicos, voluntad de disminuir drásticamente los salarios (directos e indirectos/7) en torno al 20 y el 30% (al tiempo que los beneficios de los accionistas de las grandes empresas capitalistas aumentan), para que «sigan invirtiendo en Francia». Tanto a nivel nacional como a nivel departamental y regional, las y los electos del PS son los aliados de grupos capitalistas del BTP [empresas privadas que realizan trabajos públicos] a la hora de imponer, contra la voluntad de la población afectada, los grandes proyectos inútiles e incluso dañinos, marcados por un productivismo sin límites.
Incluso en cuestiones políticas que tienen cierta marca de «izquierdas», el deslizamiento hacia posiciones reaccionarias es impresionante. La represión contra los roms [gitanos] resulta indigna, la actitud contra los inmigrantes insoportable, los ataques cotidianos contra las personas musulmanas alimentan un racismo de Estado a un nivel desconocido desde el fin de la guerra de Argelia, las políticas de orden público, reprimiendo las movilizaciones, las manifestaciones así como condenas graves, son más fuertes que en la época de Sarkozy.
Otro ejemplo: la negativa a impulsar una batalla ideológica y política en torno a la cuestión de la procreación asistida cuando se debatía la Ley sobre el matrimonio homosexual dio pie a que la ofensiva reaccionaria se desplegara sin límites.
Los dirigentes socialistas ven la política como un mercado al que hay que ajustar la oferta. La idea general que se destila en las tribunas de opinión, en los discursos y en las encuestas es que la sociedad va hacia la derecha y que lo realista es situarse a la derecha. Por lo tanto, para conservar el gobierno, es necesario responder a esta evolución yendo a la derecha.
Si es verdad que las derrotas acumuladas desde 2010 no favorecen la emergencia de respuestas de la gente de abajo, esta política de los socialistas no hace sino agrandarla. Alimentando estas ideas reaccionarias, los dirigentes del PS se convierten en los principales actores a la hora de construir la hegemonía ideológica que es preciso combatir.
A lo largo del último siglo esta izquierda gubernamental, la izquierda que desarrolla sus perspectivas en el marco de la gestión del régimen capitalista, ha mostrado a los poderes establecidos que no pone en cuestión su dominio económico, político e ideológico sobre la sociedad, ni siquiera cuando el PCF participaba en el gobierno.
Esta política ha dado un nuevo salto en los últimos 15 años, y lo que ha desaparecido en ella es la idea misma de que se podía transformar la sociedad; es la confirmación del éxito y de la legitimidad del capitalismo. Es el TINA/8 de Margaret Thatcher a la francesa.
La impotencia del Front de Gauche
Aún cuando los resultados de sus candidaturas en estas elecciones han resultado dignos, no se puede pensar, ni de lejos, que el Front de Gauche (FdG) en Francia -que no está en el Gobierno- podría jugar un papel parecido al de Syriza en Grecia. Ni mucho menos. Porque para ofrecer una respuesta a la altura de la situación no basta con estar fuera del gobierno. Es preciso impulsar una oposición a la política al PS en todos los ámbitos, ser la fuerza que lucha contra sus infames medidas y proponer una alternativa política.
El FdG está formado por tres partidos con un peso desigual. El PCF es el mayor, por delante del Parti de Gauche (PG) de Jean-Luc Mélenchon y, finalmente, el grupo Ensemble!, en el que, aparte de los escindidos del NPA, se agrupan lo restos de las distintas oposiciones del PCF y Alternatives.
El PCF sufre una regresión permanente. Durante estas elecciones ha perdido la mitad de los departamentos que dirigía y la misma proporción de electos que el PS.
En 2013 afirmaba contar con 130.000 adherentes, si bien durante su último congreso sólo participaron en las votaciones 40.000. Actualmente se encuentra volcado en la política electoral. Su dirección, sus cuadros intermedios, su financiación están totalmente vinculados a los cargos electos en las distintas instituciones; sobre todo en los ayuntamientos. La contribución de las y los electos a las arcas del partido representa el 46,4% de sus recursos totales (contra el 26% del PS; el 28,4% de EELV -los verdes- y el 13% del PG). Ya no existe una distinción entre los responsables del aparato y los electos del partido, que tienen sus propias preocupaciones. De hecho, la tecnificación creciente de la acción local, les lleva a rodearse de cuadros gestores de lo público y desmontar las relaciones militantes o asociativas en beneficio de profesionales a su medida. El universo social de las y los electos comunistas se aleja de sus electores. La entrevista a una perdedora del PCF en las últimas elecciones en El Havre es significativa: «Es difícil de tragarlo. Un cantón históricamente de la izquierda que gané y en el que he salido elegida durante muchos años. Creo que he hecho mucho a favor de estos barrios… Tengo sentimientos.. He pasado mi vida a ayudar a esta gente y me han abandonado.. Ver que el FN se sitúa a la cabeza me duele. No se donde voy a encontrar la fuerza necesaria para continuar luchando por esta gente.»
Sin embargo, sus resultados electorales están directamente vinculados a los acuerdos concluidos electoralmente con el PS en los municipios, los departamentos y las regiones, en los que, a menudo, el PCF gestiona en coalición con el PS, y a sus políticas de recortes. En esos ámbitos, a la izquierda se le conoce por lo que hace el PS.
Si la creación del FdG [2009] frenó el declive electoral del PCF [en las presidenciales de 2007 no llegó al 2%], ello no le ha llevado, por el momento, hasta realizar una política de oposición al gobierno del PS; porque es mucho lo que está en juego con esa ruptura.
La política del PG/9 es diferente, porque no tiene ninguna dependencia con el PS.
Su dirección comprendió la necesidad de impulsar la independencia clara en relación al PS y desarrollar una política de oposición frontal al gobierno. En los hechos, esto se ve poco, pero en el ámbito político, adquiere eco con la campaña por la VI República, aunque esta campaña pierde toda credibilidad, en la medida que las cuestiones democráticas esenciales se difuminan tras la voluntad de J. L. Mélenchon de presentarse como alternativa en las próximas elecciones presidenciales. Desde el momento que esto aparece no como una política por un objetivo sino como una política orientada a obtener la presidencia, no puede convertirse en una perspectiva para el movimiento.
Durante las últimas elecciones, las divergencias entre el PCF y el PG se han materializado en la segunda vuelta. El PCF llamaba a votar PS contra la derecha, e incluso llegó a retirar sus candidaturas para permitir la victoria del PS, mientras que el PS no dio consigna de voto. Divergencias que limitan mucho la existencia del FdG que, actualmente, no va más allá de una marca electoral e, incluso a ese nivel, inestable.
En cuanto a su tercer componente, Ensemble! su futuro político está tan vinculado a la existencia del FdG que su política actual se centra en la preservación del mismo.
Durante las últimas elecciones el FdG intentó construir alianza con EELV, Nouvelle Donne (una pequeña escisión del PS) y algunos de los «críticos» del PS. Nada que ver con una alternativa radical a la política actual. Su oposición es una oposición institucional que trata de ganar una mayoría para dirigir el gobierno, pero no una oposición al propio sistema capitalista. Esta cultura de gobierno, de realismo, impregna toda su actividad y les hace incapaces de presentar una perspectiva para construir una nueva representación política de las clases populares, de la gente explotada y oprimida.
Son las mismas divergencia que dividen a EELV entre quienes desean volver al Gobierno y los que se alían con el FdG. Incluso nos podemos preguntar hasta cuando aguantarán sin reventar con el nivel de enfrentamiento actual.
La extrema izquierda ha estado casi ausente en estas elecciones. El NPA se presentó en 5 circunscripciones (dos listas unitarias -una de las cuales obtuvo el 16,8% de los votos) y tres listas en solitario (de las que una obtuvo el 8,5%). No es posible sacar conclusiones ni siquiera parciales a partir de estos datos.
En cuanto a Lutte Ouvrière (LO), se presentó en 16 cantones, con un resultado global en torno al 3%.
Es necesaria una nueva representación política para las y los de abajo
Estas elecciones confirman una constatación que se impone un poco todos los días: la gente oprimida y explotada, la gente de abajo, las clases populares, adolecen de un partido que les represente, que sea un punto de apoyo para las luchas, para el combate ideológico, para la confrontación política. El NPA no logró reagrupar a las y los anticapitalistas. El FdG no constituye esa representación. Todos los partidos de los que hemos hablado tienen cierta implantación, cierta fuerza militante, cierto eco electoral, perno ninguno es percibido como un partido útil por la gente de abajo; como un partido que les sirva en lo cotidiano para existir en tanto que clase, que les permita tener una expresión política.
En un cierto número de empresas, determinadas secciones sindicales y algunos sindicatos desempeñan ese papel frente a la patronal. Lo que no ocurre con las Confederaciones, que mayoritariamente son percibidas como parte del andamiaje institucional. La expulsión del secretario general de la CGT tras salir a la luz las lujosas reformas en su vivienda a cuenta del sindicato, a pesar de que intentó ardientemente mantenerse en el puesto, no hace más que reforzar el sentimiento de que esas direcciones no les representan.
Incluso los sectores combativos del movimiento sindical se encuentra hoy en día poco activos a la hora de impulsar una expresión unitaria contra el gobierno, a menudo se refugian en su actividad en las empresas que, es verdad, cada vez resulta más difícil.
En determinados sectores, algunos militantes aparecen para su entorno como útiles para la lucha, pero eso no es suficiente para construir una perspectiva política, no lo es en la misma medida que no lo son algunas victorias sectoriales parciales en torno a los salarios en la negociación colectiva anual.
Así pues, ninguno de ellos aparece como portador de una perspectiva, de cierta esperanza.
Es esta ausencia la que fundamentalmente explica la situación política y social, los resultados electorales, la dificultad para organizar las luchas, aunque éstas sean puntuales. Es lo que permite a la burguesía continuar con su ofensiva a falta de una respuesta a la altura de las circunstancias, aún cuando en Francia las resistencias desde 1995 han limitado la erosión de las conquistas sociales.
Hemos de centrar nuestros esfuerzos en la construcción de una nueva representación de las y los de abajo, poner todos nuestros esfuerzos en ello, modificar nuestras prácticas organizativas, partir de las experiencias de lucha, estar abiertos a todo tipo de confrontación política, trabajar por la convergencia de quienes están de acuerdo con estos objetivos. No empezar diciendo que la alternativa será un partido (más aún teniendo en cuenta las experiencias de este siglo), en el que las formas democráticas serna inevitablemente nuevas, se construirán sobre la marcha. No comencemos por definir un programa y su justificación, sino construyámoslo a partir de las necesidades, de las preocupaciones de la gente, de las luchas… Será mucho más rico que todo lo que podamos escribir nosotros.
Trabajemos sin descanso a favor de ello, con la brújula puesta en la lucha de clases sin concesión: total independencia política frente al viejo mundo político, incluso si muchos de sus militantes serán sus principales actores en cuanto cambien de rumbo, cuando acepten pasar a otra cosa, de forma honesta y con entusiasmo por participar en una nueva aventura en el combate contra la sociedad capitalista, la explotación y todas las opresiones.
¿Cómo avanzar?
Por una parte, trabajando por construir la movilización más amplia posible contra todas las políticas gubernamentales y, también, impulsando una oposición coherente de izquierdas a la política del gobierno. Por ejemplo, intentando federar el conjunto de la izquierda social y política, como está siendo posible contra la ley Macron estos últimos meses, a pesar de las dificultades propias derivadas de las relaciones conflictivas entre los partidos políticos, movimiento asociativo y sindicatos.
Ser útiles en las movilización que, a menudo, se desarrollan al margen de los espacios militantes, como la de las y los precarios, eventuales, la de quienes se oponen a los grandes proyectos inútiles…
Por otra parte, dando sentido a nuestro combate político.
Es en el combate político donde se construye la unidad de clase de la gente explotada, lo que permitirá una lucha real contra las opresiones. Es la construcción de una alternativa política a través de la lucha lo que permite construir la democracia, la acción por objetivos parciales.
Nos es necesario ser mayoritarios para pensar en el conjunto de los debates políticos, para influir en la situación, para construir una visión que pueda convertirse en hegemónica, ineludible. La gente que se moviliza en torno a una causa justa, comprensible, pesa más que su peso aritmético.
Por ejemplo, es necesario ver cómo reaccionan los medios populares a la exigencia de un transporte común gratuito, que pone sobre el tapete todo tipo de cuestiones: económicas, ecológicas, de gestión…, para medir hasta que puntos las formas del combate político actual no responden a las aspiraciones, a las preocupaciones populares. Las respuestas pueden ser subversivas, el mundo tal como existe es insoportable. Algo de lo que están convencidos millones de personas explotadas y oprimidas.
Frente a la crisis política e institucional actual, es necesario trazar un nuevo proyecto, una nueva perspectiva para las y los de abajo.
Notas
1/ Para participar en las elecciones es necesario inscribirse en el censo.
2/ En la segunda vuelta fue elimiado en 580 de los 2054 circunscripciones electorales.
3/ Una fórmula muy utilizada por el FN contra la UMP y el PS, metiendo a ámbos en el mismo saco.
4/ Una diputada FN sobre 577 con el 13,6% de los votos en las legislativas de 2012 y dos senadores sur 348.
5/ En el seno de la derecha se dan debates importante entre la orientación de Sarkozy y otros responsables como Alain Juppé más orientados hacia el centro y a favor de un frente republicano contra el FN.
6/ En comparación con el principal partido de la derecha, de Nicolas Sarkozy, que afirma tener 268 000 adherentes en noviembre de 2014.
7/ El salario indirecto lo constituyen las cotizaciones sociales que sirven para financiar el derecho a una atención sanitaria gratuita, las pensiones y las políticas familiares.
8/ There is no alternative : no hay alterntiva.
9/ Aproximadamente, la tercera parte del PC.
Fuente original: http://vientosur.info/spip.php?article9961