El discurso sobre la democracia ha concluido. Capitalismo financiero y democracia son incompatibles. La democracia ha sido cancelada y cualquier elección política que se funde sobre la presuposición de la existencia de la democracia será considerada desde este momento en adelante como una colaboración con la dictadura financiera. Vivimos y actuamos en la esfera de […]
El discurso sobre la democracia ha concluido. Capitalismo financiero y democracia son incompatibles. La democracia ha sido cancelada y cualquier elección política que se funde sobre la presuposición de la existencia de la democracia será considerada desde este momento en adelante como una colaboración con la dictadura financiera. Vivimos y actuamos en la esfera de una dictadura feroz, si bien impersonal; más bien, tanto más feroz por impersonal. La acción debe, entonces, asumir el carácter del éxodo, del abandono del espacio dominado por la dictadura, y de la apropiación. Por eso la ocupación es la forma general de la acción. Ocupar significa al mismo tiempo: cumplir un gesto simbólico de denuncia, poner en movimiento un proceso de reactivación de la solidaridad y reapropiarse de algo que es necesario para la supervivencia.
Pero la apropiación debe tornarse el paradigma de la próxima fase de expansión del movimiento, manifestación específica de la insolvencia. Insolvencia significa construcción de las estructuras de la supervivencia (restaurantes populares, casas colectivas, estructuras de autoformación) que nos permitirán sustraernos del débito material de la miseria y del débito simbólico de la soledad; en suma, nos permitirán comenzar a vivir.
Insolvencia significa también rehusarse a pagar el débito simbólico que hace del capital el horizonte insuperable de la acción social: rehusarse a sufrir, y reconocerse en, la semiotización financiera del mundo, experimentación de otras semióticas, otras formas de organización del territorio, de la producción, de la vida cotidiana.
En particular, debemos desarrollar aquellas formas de acción que ya han comenzado a manifestarse, que apuntan a desarticular el instrumento monetario, anillo central en la cadena del esclavismo contemporáneo. Toca experimentar formas de intercambio independientes del dominio monetario.
Sabemos que las riquezas y las capacidades productivas no faltan: Europa es un continente rico en potencia productiva de bienes y competencias. Y la capacidad productiva es utilizada hoy muy por debajo de sus posibilidades, mientras se hace trabajar a los trabajadores durante un tiempo exagerado, con el resultado de que muchos están desocupados. Lo que falta en la sociedad es el médium simbólico necesario para acceder a las riquezas y los servicios que nosotros mismos hemos producido y seguimos produciendo. Y eso ocurre porque los dogmas monetaristas y deflacionistas vuelven el dinero un bien escaso y producen escasez allí donde hay, en cambio, riqueza. Por esto nos proponemos crear un instrumento de comunidad que permita obtener mercaderías y servicios que la comunidad produce y que necesita.
DEBEMOS IMPRIMIR DINERO. Debemos partir del principio ya formulado desde los Bancos de Tiempo (NDT: creados en 1988 en Italia, los Bancos de Tiempo son un sistema de intercambio por el cual uno ofrece cierto tiempo de trabajo que queda acreditado en el banco y que es reembolsado luego por el tiempo ofrecido por otra persona): intercambios de tiempo útil en el interior de la comunidad. Pero el principio afirmado en los Bancos de Tiempo debe adquirir un carácter extensivo y para hacer esto toca producir circulante. Un médium simbólico que puede ser puesto en circulación como sustituto del dinero oficialmente reconocido por la autoridad monetaria y que permite tener acceso a productos y servicios que hoy son secuestrados por las políticas recesivas y deflacionistas del Dogma monetarista.
Dicho en plata: imprimiremos BONOS (en el sentido de corteses, útiles, solidarios, igualitarios, de buen sabor) [NDT: «buoni», en italiano, es tanto «buenos», como «bonos»], sobre los cuales estará escrito: Vale UN EURO, o bien: Vale 10 EUROS, o bien: Vale 20 EUROS.
¿Qué productos y servicios podrán ser intercambiados con estos bonos? Obviamente, no todo, porque los bonos tendrán valor solamente para quien acepte recibirlos como pago (parcial o total) de un servicio ofrecido o de un producto intercambiado. Se tratará de productos y servicios que rotan en el interior de una comunidad compuesta de artesanos, maestros campesinos de kilómetro cero, yoguis y psicoanalistas, peluqueros, masajistas, ajustadores de bicicletas hidráulicas, electricistas y así). Un conjunto de personas que probablemente conocemos o de los que, de todos modos, ya compramos productos y servicios y que están en condiciones de satisfacer gran parte de nuestras necesidades.
Dado que los productos, más allá del trabajo, contienen una cuota que debe ser adquirida con dinero oficial, en el acto del intercambio dentro de la comunidad se deberá dividir el precio en dos partes: una parte será pagada con Dinero Exterior, o bien dinero emitido por el Banco Central, que servirá para pagar los costos de los bienes comprados en el exterior de la comunidad. Una parte será pagada con Dinero Interior (los bonos), que servirá para compensar al vendedor, que a su vez podrá usar esos bonos para comprar otros bienes y servicios en el interior de la comunidad.
Desde mañana le dirá a mi peluquero y a mi plomero que les pago el 75% en Dinero Exterior y el 25% en Dinero Interior. Si no acepta, cambiaré de peluquero o plomero. Y esto constituirá ese impulso a la difusión del sistema que falta a los Bancos de Tiempo. El Dinero Interno está dotado de un impulso intrínseco: cada uno está interesado en que se difunda, puesto que está interesado en gastar más bonos (dinero interno) que dinero externo. Naturalmente, el porcentaje de Dinero Interno variará según el tipo de producto o servicio, porque el costo de una manzana contendrá el trabajo, pero también la gasolina para transportarla, mientras que una lección de yoga contendrá sólo el costo de la sala de práctica, en tanto el propietario de la sala no vuelva a entrar en la comunidad. Pero los porcentajes de dinero interno y externo por producto o servicio mutarán en función de la extensión del circuito comunitario que acepte el dinero interno, hasta que la extensión de la comunidad coincida con el conjunto de las necesidades de compra.
Este sistema, como dijimos, se puede considerar una extensión del principio de los Bancos de Tiempo, respecto a los cuales tienen, sin embargo, la ventaja de inducir a los participantes a expandir la comunidad: cada uno deberá, en efecto, proponer a aquellos a los que compra habitualmente entrar a formar parte del circuito. El circuito no se limita a mantenerse, sino que tiene a expandirse.
Para hacer posible y extensible este sistema, hará falta crear una lista de productores y proveedores de servicios que aceptan ser pagados parcialmente con bonos de dinero Interno. Las instituciones (Comunas, cinematecas, sindicatos, escuelas, compañías de tranporte) se involucrarán a través de contrataciones y disputas para que acepten los bonos con los que podrán pagar parte del suelo de sus dependientes, de modo que les permita acceder al mercado interno de la comunidad.
El sistema propuesta tiene también la función de incentivar el uso de productos locales que no incluyan hectolitros de petróleo en su costo. Como dice Grillo (que no siempre la pesca, pero alguna vez sí): más que transportar por miles de kilómetros toneladas de galletas es mejor hacerse mandar la receta. Quizás el artesanado local volverá a ser competitivo, puesto que la lección a aprender de la «CRISIS» debería ser también una sobriedad que tiene que ver más con el decrecimiento que con el crecimiento que hoy auspician muchos como única medicina para la «CRISIS». Medicina asaz amarga, no sólo por haber aumentado los años de trabajo para muchos, sino también por ha hecho olvidar que todavía más grave que la crisis financiera es el sobrecalentamiento del planeta, sobre el cual se ha discutido inútilmente en Durban en estos días, con un silencio total de diarios/telediarios de cualquier tendencia.
Esto, naturalmente, no excluye la producción de dinero falso que imite perfectamente (dentro de los límites de lo posible) el dinero que es utilizado por la clase financiera como instrumento para el empobrecimiento de la sociedad. La producción y la inflación del circulante, unidas a la denuncia de la función devastadora del monetarismo, pueden convertirse en el plan de acción más eficaz contra la dictadura financiera.
Aquí, en el interesante sitio through europe, se puede hallar la versión original, en italiano, de este artículo.