Como si se tratara de un juego de niños, la prensa reaccionaria busca usar el tema de Cuba como pretexto para atacar a Pedro Castillo y desestabilizar a su antojo el escenario peruano en el afán de recuperar la preponderancia de la clase dominante.
Desde hace algunos días, la “Prensa Grande” le puso la puntería al nuevo embajador cubano en el Perú, el Licenciado Carlos Rafael Zamora Rodríguez, a quien calificó como “destacado hombre de la Inteligencia Cubana”, además de asegurar que fue acreditado en el Perú para cumplir “precisas tareas”.
Recordemos. La campaña contra la presencia de Cuba en nuestro país tiene larga data. Se inició a poco de la victoria guerrillera de Sierra Maestra, y tomó forma con el ataque que Armando Cruz Cobos, Tirado y otros, hicieron contra la sede caribeña en Lima, para urdir luego los llamados “documentos de Miami”, burda parodia de los tristes “Documentos de Rancagua” usados en su momento por la dictadura chilena contra los comunistas del país araucano.
Luego vendrían otras: La utilización de la horrenda tragedia del Varig caído en las inmediaciones del Aeropuerto de Lima, a comienzo de los 60, y que sirviera para incriminar al economista Cepero Bonilla, perecido en ese doloroso accidente; las maquinaciones del Gobierno de Prado -a espaldas del Canciller Porras- para expulsar a Cuba de la OEA en San José; y los ataques al gobierno de Fidel Castro con motivo de las guerrillas del 65.
Fueron todos los hitos iniciales de una ofensiva que continúa hasta hoy. Luego –en los años de Velasco- vinieron las agresiones armadas, y la colocación de explosivos, en la embajada de Cuba en Lima, el hundimiento de barcos pesqueros; y hasta la crisis de Mariel, en abril de 1980.
Y ahora, cuando las cosas toman nueva forma porque de lo que se trata, no es sólo de incriminar indebidamente a Cuba, sino de usar su presencia para acusar al Gobierno peruano considerándolo una suerte de “cómplice” en presuntas tareas de “infiltración comunista” en nuestra Patria y América. Una estratagema habitual en los tiempos de “la guerra fría”.
Desde Núñez Jiménez hasta hoy, Cuba siempre tuvo muy destacadas personalidades el frente de su representación en el Perú. Por eso, todos sus embajadores y funcionarios, dejaron huella indeleble de conducta diplomática inteligente, altruista y solidaria; y nunca fueron incriminados por ningún comportamiento indebido.
Pero la presencia de Cuba fue más allá: sangre, reconstrucción, becas para estudios de medicina, audaces brigadas, ayuda solidaria siempre.
En el caso, el embajador Zamora es un hombre de una larga trayectoria profesional. Ha trabajado en Panamá, Brasil. El Salvador, Ecuador y Bolivia. Y siempre lo ha hecho con ejemplar respeto por gobiernos y pueblos.
En La Paz estuvo en el difícil periodo anterior al Golpe de Estado fascista, consumado en noviembre del 2019 contra Evo Morales. En la circunstancia, la embajada de Bolivia fue atacada.
Y lo fueron también los diplomáticos acreditados en ella, los médicos que integraban las Brigadas solidarias con el país hermano, y otros funcionarios encargados de tareas específicas en la relación soberana entre Estados comprometidos en la lucha común contra el atraso y el subdesarrollo.
Toda suerte de provocaciones se urdieron contra ellos, que debieron afrontarlas con apenas las armas de la dignidad y el coraje; y de las que salieron bien librados por acción de la propia justicia boliviana.
Si hoy los ataques se renuevan, eso hay que entenderlo en el escenario que se abre ante nuestros ojos, cuando, fracasado el intento de “vacancia”, la ultraderecha busca una intervención militar yanqui contra nuestro país. No estamos hablando piedras.
Lo acaba de asegurar Hernando de Soto y lo han confirmado Rafael Rey y sus allegados, que hicieran una visita al Senado Norteamericano y al Departamento de Estado, en procura de “ayuda” para “acabar con la presencia comunista en el Perú”.
Todo esto, claro en el marco de la Cumbre por la Democracia celebrada en Washington los días 9 y 10 de diciembre. Esta “cita virtual” -de la que fueran escrupulosamente excluidos mandatarios “no afines” a la Casa Blanca- sirvió para alentar una nueva etapa de la “guerra fría”. Otra “cacería de brujas”, como en siglos pasados.
Las intenciones de la administración Biden en este evento, resultan trasparentes. Se orientan, en nuestro continente, contra Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia y encubren el propósito de “cerrar filas” con USA en la eventualidad de una nueva conflagración mundial en la que el Pentágono ubica a Rusia y China unidos contra Norteamérica.
Eso, lo percibió también el Kremlim. Por eso, María Zajarova, vocera de la Cancillería rusa dijo recientemente que “Estados Unidos está destrozando el sistema de relaciones internacionales, basado en el derecho internacional y el papel central de la ONU, para crear su propia zona de confort, que pretende dominar en solitario«.
Es frecuente que los salones diplomáticos de diversos países reflejen estos cabildeos belicistas que incuba Washington. Pero lo que ahora resulta también frecuente es que la “Prensa Grande” del Perú alimente las maniobras golpistas, usando a Cuba como Coartada, para arrinconar otra vez a Pedro Castillo.
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