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Perú: una propuesta alternativa desde fuera

De caudillos y sectas electorales frente a las necesidades populares

Fuentes: Rebelión

Una idea inicial que nos prevenga de ciertas posibles criticas por la propuesta que vamos a hacer en este artículo es que no debemos perder de vista el hecho histórico de que la democracia y el sufragio universal, la república, el derecho público y el derecho laboral, la descolonización, e incluso la derrota del nazismo y del fascismo han sido fruto de las luchas de las clases trabajadoras y no concesiones o aportaciones de las clases dominantes. La extendida idea de que existe una “democracia burguesa” es una simple contradicción en sus terminos, un oximorón, porque por sus propia naturaleza el capitalismo no puede ser democrático. Marx era partidario de dar la lucha electoral y parlamentaria como parte de una lucha política, bajo ciertas condiciones como la sujeción del congresista al pueblo, la caducidad y revocabilidad del cargo, la sustitución de ser necesaria; no se trataba de representar sino de delegar poderes populares.

En segundo lugar, no esta demás aclarar que los marxistas nunca han rechazado la lucha por las reformas y tampoco el sufragio, bajo el capitalismo, aunque para algunos solo hace falta esperar las condiciones subjetivas hasta que haya una revolución y todos los problemas serán resueltos. Y para otros, será imposible acabar con el capitalismo y solo nos queda impulsar reformas. Creemos que debemos impulsar incansablemente la lucha política en todas sus dimensiones y en esa medida pugnar vigorosamente por cualquier reforma genuinamente progresista que beneficie a la clase, al demos o pueblo, que incluye a la mayoría de la sociedad que hace uso activo de las libertades, por las que, por tanto, es imprescindible combatir; pues sin esta condición, que sirve para dar legitimidad a su proyecto, es imposible que logre alcanzar reformas pensando en el poder popular.

Necesitamos pensar con los sujetos del cambio no hacerlo por ellos. Una visión que intente recoger el sentir popular poselectoral es de frustración, donde los idearios de la vieja izquierda están decaidos, por decir lo menos. Por lo contrario, el discurso de la derecha aparece como hegemónico, aunque quizas sea solo la confusión que surge de un escaso nivel de conciencia de un pueblo que quiere y no puede confiar en esa izquierda marcada por la corrupción. Aunque la principal corrupción, la de las grandes corporaciones con sus políticos y testaferros, esta cuestionada, el neoliberalismo de los grandes capitales, se siente amplio dominador de la escena otra vez con mas del 50% de los congresistas. En el Congreso, unos grupos criminales sustituyen a los anteriores en el control del mismo. La marca del grupo neoliberal Acción Popular aun se vende, son mayoría y facilmente logró contubernios con las mafias denominadas Alianza por el Perú, PODEMOS, Somos Perú y bajo la mesa con Fuerza Popular con el acuerdo de no realizar ninguna gran reforma. La lucha de clases, que aparece y desaparece de acuerdo a las instrucciones del poder a través de sus medios, no solo no ha desaparecido sino que real y potencialmente es una gran amenaza aunque se la tenga muy controlada. Los de abajo muestran su inconformidad ante el permanenete despojo y las secuelas del programa neoliberal, a pesar de que los numerosos mecanismos de sujeción político-ideológico-social, sin apelar solamente a la violencia, operan a la perfección, como en los tiempos de Montesinos, manteniendo sin grandes perturbaciones el estado de cosas, o sea el control de la economía y los poderes institucionales: Congreso, Poder Judicial-electoral, ejecutivo.

En este contexto las organizaciones, que ya no mas se les puede denominar partidos, que forman parte del disperso movimiento amplio popular, a la deriva empezaron sus precampañas, Verónica, Arana y Antauro se creen lo suficientemente fuertes para dar el salto por sí solos a la arena electoral en representación de todo el movimiento. Eso es algo que crea mas divisiones y desconfianzas que se agregan a las diferencias y agravios que aun tardaran tiempo en curarse. Antauro debe ser desechado por los “nacionalistas” después de su alianza con la fujimorista Jenny Vilcatoma, con el neoliberal Hernando de Soto y empresartios corruptos como la familia Acuña.

La concepción del pueblo como el agente social que protagoniza la lucha de clases por la democracia y el socialismo es fundamental en la caracterización de un proyecto de cambio, y esta noción de pueblono aparece en los proyectos de Verónica o Arana. En ellos podemos detectar la ruptura o debilitamiento de sus nexos con los movimientos y su único objetivo es la búsqueda de votos, pues para estos el pueblo son votos. No consideran que el Perú potencialmente es un volcán popular de lucha anti neoliberal que emana de las grandes contradicciones creadas por la recomposición permanente de este sistema en crisis orgánica y por ello, donde la política democrática y contra el despojo, debe ser revolucionada desde abajo, se requiere de organización, de un sujeto político, de lo cual se carece, por que gran parte de la mencionada izquierda no esta enraizada y menos esa otra izquierda -especialmente Juntos Por el Perú y Patria Roja- que se ha reducido a grupúsculos con sus burocracias y sus caudillos aspirantes a corruptos o que ya están contaminados por la hegemonía del pensamiento colonial y se han acostumbrado a vivir del Estado, que ya es una tradición de quienes aspiran a ser políticos profesionales.

Cómo colocar la lucha social y el programa de país como centro de la política y la lucha por la opinión publica a ganar, ante a las próximas elecciones?. En principio, teniendo en cuenta la necesidad de libertades, de avances democraticos, de organización y respeto a las demandas, y que será necesario un tiempo de recreación de practicas, de cultura, de ética comunitaria y solidaria, encarnadas en nuevos sujetos, esto solo será posible en un tiempo de transición. Pensar en un programa de transición que impulse la descolonizacion anti neoliberal y ganar espacios democráticos. Para tener esas condiciones y lograr probablidades de ganar será necesario colocar a un outsider como candidato, que evite la competencia, unifique desde abajo y que al mismo tiempo convoque a la ciudadanía de las clases medias y unifique a los sectores populares liderados al menos simbolicamente por Arana y Verónica. Nos quedan estos dos precandidatos a quienes los une la oposición al saqueo del país, al despojo, al extractivismo. Están enlazados por la necesidad de una nueva Constitución y su critica y lucha contra la corrupción. Son de lo mas lúcido del liderazgo intelectual progresista y hay que imaginar están convencidos de que así como esta la izquierda solo lograra algunos curules sin mayor importancia política. De tener tres candidatos o mas con sus respectivas capillas no existe ninguna posibilidad de triunfo, pero si de conseguir lugares para vivir del Estado.

O sea, se trata de definir a este outsider como motor y cabeza de lista, sustentado en los grupos conscientes del Frente Amplio y Nuevo Perú y los luchadores que puedan dedicarse a organizar y movilizar al pueblo contra el neoliberalismo y el sistema de la corrupción económico-política que lo sustenta. Los precandidatos regionales y locales serán elegidos entre demócratas antineoliberales, de preferencia anticapitalistas, honestos, probos, del pueblo tengan partido o no que sean apoyados por el pueblo en sus campañas y no como hoy, donde prima el individuo, la competencia y el negocio. De este modo evitaremos que el tiempo se dedique a la competencia entre grupitos de izquierda sin bases y en muchos casos hasta repudiados.

Muchos estarán en desacuerdo cuando propongamos a alguien como Cesar Hildebrandt por ser critico de cierta izquierda, muchas veces con razón, o rechazar a Marco Arana por crear parroquias de tipo eclesiástico con su capilla de burócratas y clérigos, o con Verónica por actuar mas en las alturas que desde abajo, excepto para la foto. Y de seguro habrá muchos mas motivos de desacuerdo. Pero lo positivo es que alguien como Hildebrandt sería un líder democrático antineoliberal, un factor de unidad en base a un programa mínimo, atraerá a las decisivas clases medias de Lima y las grandes ciudades. Arana y Verónica lo acompañarían en la plancha, el primero representa a la organización que logro una mayoría congresal, con muchos seguidores concentrados en el norte y Verónica con su empatía con las provincias del sur que siempre fueron las mas fieles a los proyectos socialistas. Creemos que los tres son probos en el sentido de que “morirán pobres” (quisiera creerlo) y porque son veraces, dicen lo que creen que es verdad. Y a ello, que hoy por hoy son virtudes escasas para políticos, se suma la capacidad de haber sabido conectar y expresar a ciertos sectores populares y representar y defender a necesidades populares o nacionales desde las instituciones.

Por tanto, a la hora de concretar, y antes de entrar en la forma política organizativa, tendríamos que tratar de aclarar los objetivos, los fines, las medidas alternativas que habría que tomar. Siguiendo ese hilo, si es que se acepta seguirlo, podríamos partir de un principio general y, además, generalmente apreciado por todas las corrientes y tradiciones de izquierda que han prevalecido en distintos momentos. Atendiendo sobre todo a las necesidades de las gentes que están en peor situación, podríamos ir concretando algunas medidas que hay que tomar.

Para crear un nuevo Estado, señala Joaquín Miras Albarran, hay que crear un nuevo ethos, una nueva forma de vida. Gramsci insiste en que ese nuevo ethos o cultura material de vida, debe existir, y ser hegemónico, antes de alcanzar el dominio que otorga la posibilidad de crear los aparatos institucionales de gobierno–Estado político institucional- y debe existir como medio para construirlos. Asi se impusieron los ethos anteriores y no tiene que ser distinto hoy, el capitalismo se impulso hace 5 cinco siglos, pero se impuso en los últimos 250 años. Toda otra forma de hacer política, no puede trascender el modo de vida cotidiano que es orgánico del capital, la civilización orgánica del capital, el vivir, las costumbres de vida inmanentes a las necesidades reproductivas del capital, que lo ha generado.