Panamá fue invadida por el ejército de los Estado Unidos el 20 de diciembre de 1989. La cantidad de muertos no se sabrá jamás, pero la cifra oscila entre 3 a 5 mil personas. La operación fue denominada por los EEUU «Causa Justa» y la justificación fue quitar a Manuel Antonio Noriega del mando del […]
Panamá fue invadida por el ejército de los Estado Unidos el 20 de diciembre de 1989. La cantidad de muertos no se sabrá jamás, pero la cifra oscila entre 3 a 5 mil personas. La operación fue denominada por los EEUU «Causa Justa» y la justificación fue quitar a Manuel Antonio Noriega del mando del país y acabar con las Fuerzas de Defensa de Panamá.
Incluyo aquí dos hechos de importancia:
1. Manuel Antonio Noriega fue reclutado por la CIA cuando estudiaba en la Academia El Chorrillo, en Perú y desde entonces se convirtió en su hombre de confianza
y 2. El ejército panameño fue entrenado y mantenido ideológica y logísticamente por el Pentágono. Todo su arsenal bélico procedía de los EEUU.
Esto indica que si de verdad se quería acabar con las fuerzas de Defensa bastaba detener el suministro de armas. Los panameños sabemos que ellos eran leales a las directrices norteamericanas y que la supuesta confrontación verbal no fue más que una sugestiva campaña mediática. Noriega, tal como ha ocurrido con otros dictadores sirvientes del Imperio, ya no podía controlar las protestas populares y tenía que ser removido. Marc Cisneros, quien dirigía para esos entonces el Comando Sur de los EEUU, solía decir que si él estaba en un bar tomándose una cerveza y le daban la orden de capturar a Noriega, iba, lo apresaba, regresaba al bar y aún estaba la cerveza fría. Esto es una confesión de que él conocía en todo momento el paradero del dictador. Entonces, ¿para qué la invasión?
Hay algunos que sostienen que fue para ensayar y probar la utilidad de nuevas armas. No descarto esa posibilidad, pero la misma puede haber sido un subproducto del verdadero móvil de la invasión: acabar con la economía panameña o, dicho mejor, hacerla más dependiente de las transanacionales. La Dictadura Militar cada vez era más represiva y repudiada por la gente, de manera que cualquier acto destinado a acabar con ella iba a tener el visto bueno de una población desesperada. Eso lo habían estudiado muy bien los expertos en inteligencia norteamericanos.
Pero, ¿con qué propósito se quería acabar con la economía panameña? Recordemos que los tratados Torrijos-Carter firmados en 1977 le devolvían a Panamá el Canal y las áreas aledañas, un acto que no contó con la aprobación de los grandes grupos económicos de los EEUU, quienes ya desde 1987 dieron inicio a una política de agresión económica a Panamá. Por esa agresión y la misma invasión Panamá perdió, según algunos investigadores, 7,000 millones de dólares. Por otra parte, Panamá no se excluyó de los países que fueron víctimas de los programas de Ajuste Estructural que diseñaron las Instituciones Financieras Internacionales y que terminaron agudizando los problemas socioeconómicos de sus respectivas poblaciones. La implementación de esos programas y sobre todo el derecho al cobro de las deudas fue el causante de la pauperización de los pueblos.
Los Estados Unidos no tenían apuro en recuperar el Canal. Sabían muy bien que si lo intentaban, los panameños no lo iban a permitir y se podían convertir en un pueblo enemigo, lo que no figuraba en sus planes. Para ellos es preferible que en Panamá no existan personas a que estas se subleven contra ellos. Después que funcione el Canal, lo demás no importa. Ya el país se había desestabilizado en los últimos años de la Dictadura y eso es un pecado mortal, lo que le costó el puesto al general Noriega.
Pero los EEUU aprendieron a cambiar las armas por lo que algunos dominan el «sicariato económico»: sobornar a los gobiernos y a las clases económicamente dominantes de los países para que adquieran préstamos para actividades no prioritarias o no productivas o innecesarias y se beneficien a las corporaciones que las ejecutan. Pero al final, la población tiene que pagar esa deuda. Si no tiene dinero, lo puede hacer con cualquier activo. Esa ha sido la constante que se ha dado en los países subdesarrollados.
Panamá culminó el año 1990 con una deuda pública de 5,151 millones. Diez años más tarde, tenía una de 7,763 millones. Aumentó sólo 2,612 millones. Nueve años, más tarde, 2009, tenía una deuda pública de 11,102 millones, lo que representa un aumento de 3,339 millones. Pero en la primera mitad de 2013, la deuda pública se disparó a 15,410 millones, un aumento de 4,308 millones de dólares y cerrará el 2014 con una deuda de 17,227 millones de dólares. Lo que significa que desde que Ricardo Martinelli Berrocal asumió la Presidencia de la República y la entregará en el 2014, la deuda pública aumentará 6,125 millones, con lo cual será el presidente que más ha empeñado al país para financiar gastos de su gobierno y megaobras. Revisando las cifras aquí expuestas podemos ver que la deuda pública de nuestro país desde 1990 a 2009 (casi 20 años) ha sido inferior por 174 millones de dólares a la que nos dejará Martinelli Berrocal en el 2014, si es que se va.
¿Quién pagará semejante deuda? Los panameños. ¿Con qué? Una vez termine la ampliación del Canal se lo venderemos a las grandes corporaciones transnacionales. Pero desde ahora advierto lo siguiente: la venta será por un precio mucho más bajo del real, por dos razones:
1. Aducirán que la ruta del Ártico se podrá utilizar gratuitamente durante varios meses del años
y 2. Que por Nicaragua se podrá construir un Canal que sea competitivo.
Los EEUU con la invasión a Panamá pusieron sus reflectores a largo alcance: el Canal será recuperado para las corporaciones transnacionales. La estrategia fue magnífica. Nos fueron endeudando de a poco, hasta que llegara al poder un Presidente capaz de darles lo que les soliciten.
¿Qué conocen los EEUU de Ricardo Martinelli Berrocal? El soborno ha sido una estrategia que les ha dado excelentes resultados.
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