En julio 2010 el arquitecto de la filosofía de la liberación Enrique Dussel fue galardonado en Caracas con el Premio Libertador al Pensamiento Crítico en el marco de los diálogos que sostiene el Presidente Chávez con lo(a)s filósofo(a)s de todos los horizontes. Así se reafirma la importancia que la revolución bolivariana otorga al proyecto Modernidad/Colonialidad/Decolonialidad […]
En julio 2010 el arquitecto de la filosofía de la liberación Enrique Dussel fue galardonado en Caracas con el Premio Libertador al Pensamiento Crítico en el marco de los diálogos que sostiene el Presidente Chávez con lo(a)s filósofo(a)s de todos los horizontes. Así se reafirma la importancia que la revolución bolivariana otorga al proyecto Modernidad/Colonialidad/Decolonialidad como forma nueva de leer la historia ya no desde los conceptos forjados desde Europa sino elaborados desde los diversos «locus» latinoamericano.
En agosto 2010 entrevistamos en Managua a otro pensador de esta red decolonial: el joven historiador Carlos Midence, Director de la Escuela de cuadros del Frente Sandinista de Liberación Nacional, autor entre otros libros de «Rubén Darío y las nuevas teorías» (2002), «La Invención de Nicaragua» (2008) y «Sandino y el pensamiento otro» (2009).
Thierry Deronne – ¿Cuál fue su motivación a la hora de emprender esta nueva lectura de Sandino?
Carlos Midence – Este libro nace de la voluntad de dar a conocer, de explicar o teorizar sobre el Sandino pensador, un Sandino que venía tras las pistas de Bolívar, de Martí, de una serie de no sólo de hombres ilustres sino de hombres de pensamiento, y que viene a sintetizar. Y en el caso de Nicaragua a contextualizarlas. Porque Sandino surge irrumpiendo en los dos grandes modelos de hacer política en Nicaragua, el viene a crear un modelo que probablemente no llego a vivirlo pero que dejó como un legado, y que precisamente se va a recoger obviamente en la figura de Carlos Fonseca, el Frente Sandinista, y hoy quien toma la bandera y lo reivindica, el comandante Daniel. El libro surge también porque nos estamos dando cuenta de que las revoluciones de hoy en América Latina están enfrascadas en lo que Fidel Castro llama la batalla de las ideas. Y cada revolución esta atrincherándose en sus pensadores. En el caso de Nicaragua trato de mostrar en el libro que Sandino crea una corriente política pero también una corriente de pensamiento. Busco la genealogía de una manera teórica, epistemológica a lo que se está haciendo ahora en Nicaragua hoy en día a lo que se hizo en los 80. Esta es la motivación fundamental: teorizar, interpretar al Sandino otro, al pensador y que siempre estaba pensando en los postergados, en los marginados, y que se libera de un esquema vinculado a los liberales o a los conversadores sino de un pensamiento para hacer contacto con otras formas de pensar que él encuentra en México y en las zonas profundas de Nicaragua.
T.D. – Ud. insiste en un concepto clave de ese pensamiento, que es el de una nueva geografía del poder, basado en un poder comunitario, autogestionario que Sandino elabora y empieza a organizar. ¿Ya que este «pensamiento otro» supera los códigos de la democracia meramente representativa, cuál sería la forma de la democracia sandinista?
C. M. – Esto lo ha descifrado muy bien el maestro Aldo Díaz Lacayo. En Nicaragua antes de Sandino, las personas que hacían sublevaciones se atrincheraban por lo general en la zona del Caribe. Y utilizaban nada más a esas etnias como carne de cañón. Sandino le da la vuelta a eso, se atrinchera en Las Segovias, y trae precisamente a la gente de la costa del Caribe como parte fundamental de su ejército y no solamente de su ejército sino como parte fundamental de su propuesta política, Sandino en su manifiesto aludía constantemente a la costa Caribe. Él estaba siempre tras la búsqueda de esa reconfiguración de la geografía del poder. Pero pasando al asunto de la democracia del proceso sandinista, en estos momentos el Frente Sandinista está construyendo una democracia distinta, una forma de hacer democracia fuera de lo que se conoce como la democracia occidental burguesa, la que nos quisieron vender durante 16 años, que es la de la representación, a través del sentido único de depositar un voto. El FSLN está construyendo más que la democracia directa, una forma de gobernar consultando como dice el maestro Enrique Dussel, él usa el termino de la democracia obediencial, que es la democracia en la cual el gobierno o la figura consultan y obedecen a las prioridades, a las necesidades, a las urgencias, de las poblaciones desde el punto de vista social pero también desde el punto de vista político. El FSLN construye esta democracia sobre la base de la consulta, es decir sobre la base de la participación directa de la ciudadanía, por eso se ha encontrado en los C.P.C. y en los Gabinetes del Poder Ciudadano, el mecanismo o el instrumento básico para que la gente pueda incidir no solamente del punto de vista político sino también del punto de vista social, económico y cultural. Aquí se busca al igual que en todas las revoluciones en América Latina, la construcción de una democracia participativa y protagónica en la cual la voz y el voto de la población sean escuchadas y tomadas en cuenta a través de distintos instrumentos que se van construyendo, los CPC, los CLS, los foros, los movimientos de participación que también están dentro de la línea del Frente Sandinista, el presupuesto participativo es uno de esos mecanismos, que se está echando a andar, donde los ministros o a las personas que están a cargo, presentan las opciones al pueblo y el pueblo escoge según las prioridades que se necesitan en ese momento. Es una democracia que yo en algún momento llamaba «democracia acompañada» por el pueblo, es decir el Frente Sandinista en acompañamiento con el pueblo, es decir de manera paralela consultándose, discutiendo el camino, una democracia directa, participativa y protagónica.
T.D. – A veces uno escucha la opinión dentro de la izquierda latinoamericana, de que si bien un Carlos Fonseca buscaba una transformación profunda de la sociedad, Sandino en cambio fue más que todo un héroe anticolonialista. ¿Comparte esa idea?
C. M. – No, gran parte precisamente de los manifiestos, de los escritos, de las proclamas, de las entrevistas, que Sandino brindaba, incluso de algunos textos literarios que se han rescatado en los últimos tiempos demuestran que Sandino estaba detrás de una re conceptualización de la Nación, es decir que dejó una especie de legado teórico, que si bien no se llegó a concretar por su asesinato, era una visión de nación, y además de nación, de Nicaragua como país latinoamericano, que él decía «indoamericano» o «indohispano«, un concepto nutrido por los legados de Bolívar o de Haya de la Torre que en ese momento estaba en plena efervescencia, y que implicaba la inclusión de los que él llamaba los «legítimos nicaragüenses«, a los que más adelante Fidel Castro va a llamar el Pueblo, y cuando le preguntan cuál es ese pueblo, el habla de los centenares de miles de desempleados, de los y las que trabajan en los mercados, y Sandino tenía dos formas de referirse a esa población: los postergados y los marginados. Y más adelante, lo apunto en el libro, Frantz Fanón los va a llamar los «condenados de la tierra«.
Por otra parte Sandino quiere un país que establezca relaciones internacionales justas, equitativas y va más allá. En su texto fundamental, «el plan de realización del sueño supremo de Bolívar» lo demuestra, incluso ha sido tomado como material de estudio por las escuelas de cuadros en Venezuela, pues, es decir como un texto fundacional en los tiempos modernos. Él resume ahí toda la visión bolivariana de la unión latinoamericana. Y Fonseca ya viene a profundizar lo que Sandino dejó apuntalado. Lo curioso de Sandino es que no se casa con ninguna corriente política o epistemológica, lo cito en el libro: «nosotros no fuimos a Europa a buscar a nuestros guías, nuestros guías los improvisamos aquí y los aprendimos aquí» y los «guías» son precisamente las comunidades indígenas, el pueblo de los postergados. Y él utilizaba muy bien todo lo que es el imaginario y la sabiduría popular, como legado de estos pueblos. Entonces hay una visión que hay que sacarla precisamente de sus manifiestos, de sus textos. En esa época toda revuelta se llamaba revolución pero Sandino tenía otro concepto de revolución, distinto a lo que se venía concibiendo antes de él. Es el tema del segundo tomo que estoy redactando: «Sandino, pensamiento y revolución«, de cómo las ideas de Sandino sobre la revolución se iban a realizar, por ejemplo él planteaba extender el modelo cooperativista de Wiwili hacia el centro y hacia la costa Caribe… Sandino viene a reinventar o a refundar Nicaragua, a sacarla de ese molde de elites europeizadas o norteamericanizadas, podemos hablar de una Nicaragua antes de Sandino y de una Nicaragua después de Sandino.
T. D. – En su libro aparecen dos conceptos que pertenecen a esta nueva forma de entender la Historia que son «el locus» como lugar desde donde uno habla y por otra parte la «herida colonial» que unifica a estos postergados de la tierra. En la historia del sandinismo existe un locus particularmente importante, que es Matagalpa…
C. M. – En el primer capítulo de mi libro, hablo de todas las insurgencias político-epistémicas cuyo súmmum culmina precisamente en Matagalpa en 1881, es decir en el momento en que los indígenas se sublevan contra esa división entre «civilización» y «barbarie» que estaba en boga en ese momento en América Latina y en Nicaragua. Ese locus de enunciación que viene a ser Matagalpa, nos damos cuenta de que es una especie de caldo de cultivo de las ideas revolucionarias y en este caso de las ideas rebeldes, que viene luego a simbolizarse a través de Tomás y de Carlos Fonseca quienes sintetizan la voz de los que no tenían voz . Y Sandino convierte Las Segovias y Niquinohomo en otros dos «locus», porque empieza a conocerse no sólo a nivel nacional sino a nivel latinoamericano y a nivel mundial, el locus de las Segovias como locus de enunciación fundamental, es decir de resistencia hacia el imperialismo en ese momento.
T. D. – Usted recuerda que el cuerpo mutilado del general Zeledón cuya visión marcó tanto al joven Sandino era para la imperialidad una forma de sellar su poder en un cuerpo que también era el cuerpo de la Nación. Recuerdo que para Fonseca (o para Sandino) existió también la imagen traumática del cuerpo de su madre como presa para los hacendados ricos, al punto que una de sus formas de definir la revolución es que «ninguna mujer sufra lo que la mía sufrió»…
C. M. – Si, esa metáfora del cuerpo de Zeledón, parte del hecho de que la imperialidad trataba de mancillar para demostrar que así también se mancillaba la nación, «Esto me dio la clave, dice Sandino, de la situación nacional«, pero Carlos también hacia mucho alusión a toda esa rebeldía indígena matagalpina. Él se remitía también a todas esas etnias indígenas que fueron masacradas, mancilladas. …como forma de revelar la realidad y como momento de pasar a la acción.
T. D. – Usted cita a Fanón también como referencia de su trabajo, ¿cual es la actualidad de Fanón a la hora de escribir esta nueva historia de Nicaragua?
C. M. – Primero trato de inscribirme en una nueva escuela, que ha surgido precisamente en América Latina, entre la que se encuentra el maestro Enrique Dussel. Y hay otra gente como Walter Mignolo, Ramón Grosfoguel, que vienen trabajando lo de la rehistorización de nuestro continente. Y Fanón vendría a ser uno de los teóricos más importantes dentro de esta escuela porque en última instancia el punto de vista de Fanón es el punto de vista del Otro, es el punto de vista del negro, del antillano, junto con Césaire y de todos esos pensadores que han sido marginados por Occidente, por las grandes corrientes epistemológicas eurocentristas, y su forma de resistencia epistemológica es toda una lección pese a que ellos trabajan con muchos instrumentos eurocéntricos porque no se pueden desprender, la idea de la escuela actual es de crear instrumentos muy propios, y han surgido no solamente de Fanón sino de todas las teorías de la dependencia, de la filosofía de la liberación, etc.. Fanón viene a ser como la gran genealogía de toda esta forma de escribir la Historia desde nuestro punto de vista, es decir desde nuestros propios locus, «soy desde el lugar donde existo«, «del lugar de donde escribo«, es decir escribir una «Historia otra» y como dicen algunos teóricos de India, escribir una «Historia al revés«, te voy a poner un ejemplo, el libro «El calvario de las Segovias«, que es un libro que trata sobre Sandino, y es un libro oficial de Somoza sobre la gesta de Sandino, pues el mismo Carlos Fonseca nos da la clave, nos dice «gran parte de los insumos para la reivindicación, la restitución de Sandino los tomé del libro «El calvario de las Segovias«, con la única salvedad de que lo que dice Somoza ahí es pura mentira, es decir había que leerlo al revés. Fanón nos da esa gran lección: las historias nuestras han sido contadas del punto de vista oficial, y hay que darle la vuelta, hay que leerlas al revés…
T. D. – Usted cuenta que después del asesinato del general Zeledón, la elite de Granada repartía cartas pidiendo prácticamente la intervención de los marines, algo que observamos en Venezuela cuando la derecha sueña con la invasión de los marines para «salir de Chávez». Incluir al excluido como base de la reconstrucción nacional, podría ser un paso para rehumanizar esas elites?
C. M. – Claro. En este sentido Sandino plantea la redefinición de las clases sociales. Esto es un punto importante, de cómo las elites en Nicaragua desde la independencia, siempre estaban viendo hacia el norte, no solamente del punto de vista político sino del punto de vista cultural… copiaban hasta las formas de vestir, las formas de adornar las casas, la forma de educar, tanto que hacían el mayor de los sacrificios para mandar a sus hijos a estudiar a Estados Unidos. Un investigador holandés nos explica que para los inicios del siglo XX, la mayoría de los profesionales granadinos habían sido educados en EEUU. Hay un autor de India que habla de esa colonización de la mente. Sandino viene a reconceptualizar o a rehumanizar la visión del país hacia fuera como hacia dentro, el viene a dinamizar y a empujar del punto de vista económico pues Sandino pensaba que los campesinos y los indígenas se fundieran en cooperativas, y lo fue haciendo poco a poco, y esto venía a reconfigurar el aspecto económico y social en Nicaragua… fuera de la lógica que tenía la elite en ese momento y que siempre la sigue teniendo. El Frente Sandinista en estos momentos está siguiendo las grandes líneas estratégicas de Sandino: darle crédito justo al campesino para recapitalizarlo y que sea el campesino que salga adelante, y no estar esperando a las ONGs que vengan a querer «salvarnos», que era la gran visión durante lo que eran las 16 o 17 años de neoliberalismo, que eran las ONGs que tenían que hacer el trabajo que debía hacer el Estado o el gobierno. El Frente Sandinista ha venido a reconceptualizar al Estado, que era lo que Sandino quiso hacer en su momento…
T. D. – Usted recalca que un líder popular con un programa que no responde a los intereses de la imperialidad, es tildado de «salvaje», de «loco». ¿Hoy que otras propuestas surgen del «salvajismo» en Nicaragua?
C. M. – Hablamos de la reconfiguración del protagonismo de la mujer, del protagonismo de la juventud, los líderes de la revolución están claros de que tiene que integrarse. Otro aspecto importante es el ir paralelo a la naturaleza… Nicaragua fue el primer país que abrazó la propuesta del maestro Leonardo Boff en referencia a la Madre Tierra, tenemos el punto de vista de la recapitalización del campesino, el punto de vista de la mujer, el punto de vista de la juventud, el punto de vista de la naturaleza y la reconfiguración de las relaciones exteriores, Nicaragua desde el primer momento que el comandante Ortega asume el poder, su primera decisión es integrarse al ALBA, porque se da cuenta de que es la forma más justa de reconfigurar nuestras relaciones exteriores y comerciales, aparte de la integración de la costa Caribe, otros aspecto es ir de la mano con las tradiciones populares, en la manera de consultar al pueblo y de ir obedeciendo a las prioridades del pueblo, va caminando de la mano con sus tradiciones, este es un gobierno paralelo, el pueblo y las personas que están al frente de la revolución, en todas esas aristas está presente el pensamiento de Sandino, y la reconfiguración de esa estrategia en el siglo XXI.
Esta segunda etapa de la revolución que deviene de la visión otra, de una Nicaragua distinta, de una Nicaragua profunda, significa darle la participación a la ciudadanía de manera directa, y repensar el papel del Estado en ese sentido. No el Estado burgués, represor, tampoco el Estado facilitador que era el gran engaño del neoliberalismo, sino el que va caminando con la gente, brindando respuestas a la población, sobre la base de lo que ella necesita.
T. D. – ¿Es posible imaginar en algún momento una constituyente en Nicaragua como las que han planteando otros gobiernos progresistas de América Latina?
C. M. – En las próximas elecciones estamos seguros de que el pueblo nos va a dar una aprobación de más del 60%, un nivel de aprobación necesario para iniciar esos cambios profundos y para que las transformaciones revolucionarias permanezcan en el tiempo, y estamos seguros porque se siente esta efervescencia, se respira, se vive… El pueblo se siente seguro de que tiene un Estado, una revolución que lo está respaldando y que camina junto a él y que rescata valores que habían sido tirados a un lado, como es el valor de la solidaridad, el principio y valor de la colectividad, del trabajo en equipo, en esos 17 años acostumbraron al pueblo a trabajar de forma individualista, al sálvese quien pueda, al saco y rajo como decimos en Nicaragua, la revolución en estos momentos esta reconfigurando una realidad espiritual que fue un elemento que se me escapó anteriormente, hablamos de hermandad, de justicia, de un «te tolero pero también te incluyo«, que fue lo que hizo Sandino en su lucha pues.
T. D. – Podríamos decir que después del asesinato de Sandino o de la guerra impuesta en los 80 por los EEUU, el sandinismo dispone por primera vez de la cancha para implementar su programa?
C. M. – Efectivamente hoy la revolución en Nicaragua viene a coincidir con lo que algunos llaman la refundación de América Latina, y se está dando la segunda etapa de la revolución en paz, y entre la gente se está sintiendo la fuerza, el fervor de eso…
T. D. – Remontándonos a sus libros anteriores como «Rubén Darío y las nuevas teorías» o «la invención de Nicaragua» ¿nos podría hablar de la relación de Carlos Fonseca con la obra de Darío y del proyecto que de ello surge?
C. M. – Carlos Fonseca es él que viene a salvar a Darío de los festivales de musas que estaba acostumbrada a llevar a cabo la dictadura y que fomentaba en la educación, él rescata a un Darío social, a un Darío incluso político, es decir antiimperialista, a un Darío que estaba contraponiendo las figuras de las dos grandes corrientes en América Latina, como vos decías el calibanismo y el arielismo. Roberto Fernández Retamar viene y le da la vuelta a eso. Fonseca viene y demuestra que en Darío había una veta social también, una veta política, incluso Fonseca atisba ya cómo Darío deja claro en sus cuentos y en su prosa la ricura que había del antiimperialismo, por ejemplo ese texto del «Triunfo de Calibán«, es un texto altamente antiimperialista y acorde con la época. Y Fonseca nos lega una lectura de Darío basada en otro tipo de instrumentos como los de la teoría marxista, o sea él tiene en su haber el rescatar a esas dos grandes figuras de la identidad nicaragüense y latinoamericana, Sandino y Darío. Él no sólo es el intelectual que los rescata sino que los une. Y ese punto de encuentro viene a reflejarse en esta segunda etapa de la revolución, otra figura importante es Andrés Castro, como grandes forjadores del antiimperialismo, de la revolución aquí y en el resto de América Latina. Fonseca encuentra su genealogía en ellos.
T. D. – Hablando de las fuentes del pensamiento bolivariano, recuerdo esa frase del filósofo Pascal: «el centro está en todas partes donde hay un punto», o sea no hay un centro mayúsculo, cada lugar puede serlo, es una idea que conecta el mundo indígena con la república de Bolívar…
C. M. – Si, con Bolívar, con Sandino y con las revoluciones actuales, se viene eliminando lo que se conoce como el mito de los márgenes, cuando precisamente la teoría neoliberal nos dividía en Centro y Periferia. El centro que es Europa y Estados Unidos y la periferia que viene a ser Latinoamérica, y dentro de América Latina hay otras periferias y hay otros centros, es decir Brasilia o Santiago vendrían a ser los centros de Managua o de Tegucigalpa, pero precisamente la revolución y el ALBA vienen a quebrar esos esquemas de asimetría, esos esquemas de desigualdad, y nos viene a poner a todos en un mismo plan, es decir cada uno de nosotros tiene algo que aportar al proyecto, y esto es lo que se enrumba y se potencializa.
T. D. – En «Sandino y el pensamiento otro» UD prefiere el concepto de «sujeto protagónico» al concepto de «multitud» que estuvo muy de moda en cierta izquierda…
C. M. – Es que estos mecanismos que mencionaba al inicio, los gabinetes del poder ciudadano, los órganos de participación vienen a eliminar esos conceptos de multitud o de muchedumbre, porque allí la población organizada es la que se convierte en un solo eje de voz para participar en los procesos políticos. El concepto de multitud fue el último término que correspondía a la idea de masa o de muchedumbre. Aquí hablamos de un pueblo organizado que toma la palabra desde varios puntos de vista. La multitud es cuando miras a una masa uniforme. Me recuerda eso a Erasmo de Rotterdam quien decía que el pueblo era una gran masa con pies y manos para trabajar pero que no tenia cabeza para pensar, la revolución viene a restituir esos derechos a la ciudadanía, el derecho de trabajar pero también el derecho de pensar, y de construir, sobre la base de sus tradiciones, de sus propuestas, su sabiduría popular como decían Sandino o Bolívar. Precisamente desde esos conocimientos acumulados por el pueblo es que surgen estas revoluciones en estos momentos.
T. D. – En los escritos de Carlos Fonseca se puede sentir su gran confianza en el campesino nicaragüense como fuente de memoria, durante muchos años el confía más en la montaña porque «el campesino tiene viviente el recuerdo de Sandino, no así el habitante de la ciudad», ¿cómo define esa relación Fonseca-Sandino?
C. M. – Hay un hilo conductor como el que trato de esbozar en el libro, y que tiene su origen en Nicarao y en Diriangén como los dos grandes puntales de las insurgencias, uno desde el punto de vista político-militar, el otro desde el punto de vista del pensamiento. Esa linealidad, esos puntos de contacto entre ellos y Sandino, también los vamos a encontrar entre Sandino y Fonseca, así entre Fonseca y el FSLN y entre el FSLN y el comandante Daniel. Lo dejo apuntalado en el libro, ese parentesco lo vamos a encontrar primero en la gesta, en el ejemplo, y segundo en el estudio sistemático, total que realiza Carlos de la historia de Nicaragua, es decir Carlos era un gran conocedor de la historia nuestra, ahí el descubre que Nicaragua ha sido un país altamente insurgente, un país altamente rebelde, me refiero al pueblo, porque sabemos que las elites siempre han estado entregándose y el mismo Sandino lo deja claro y el mismo Fonseca. Éste descubre pues que su antecesor inmediato es Sandino. Primero porque rescata todas las banderas de las cuales Carlos Fonseca se da cuenta que son las únicas que pueden enaltecer y enorgullecer al pueblo, y por otra parte se da cuenta de que Sandino tenía una propuesta distinta de país que no la iba a encontrar ni en los liberales ni en los conservadores. Esta línea insurgente que se inicia con Diríangén y Nicarao, que se manifiesta en la rebeldía indígena de 1881 y luego se traslada a Benjamín Zeledón, pasa por Carlos Fonseca, con unas aristas como Rigoberto López Pérez, la fundación del FSLN, que hoy la sintetiza el comandante Daniel. Hay puntos en común que tienen que ver con cosas programáticas, con elementos de estrategia, cuestiones de bandera, de restitución de derechos a la gente, y con la reconfiguración del proyecto de país.
T. D. – Para usted en lo personal, esta nueva forma de escribir la Historia significa una redefinición, o una revolución en su oficio como historiador.
C. M. – Claro. Uno siempre tiene que regresar a los archivos, buscarlos, ubicarlos en su tiempo. Lo único que hoy además de esos archivos o dentro de ellos buscamos esas voces que siempre fueron apagadas, ocultadas por la historia oficial. El historiador de hoy, el que interpreta los hechos, se ha redefinido en este sentido, porque uno ausculta y encuentra esas voces que vienen a brindarnos lo que hemos llamado el margen de la Historia, o la Historia a la orilla, la historia desapercibida, de modo que el historiador tiene que conversar con el pueblo, quien nos dio la pauta en el caso de Nicaragua fue Sandino y también Frantz Fanón, uno lee «pieles negras, mascaras blancas» y escucha y ve no a Frantz Fanón sino al pueblo, es decir ve al negro antillano que ha sido marginado, colonizado o mancillado, el historiador tiene que revivir esas voces, obviamente valiéndose de los documentos, de los archivos, la concepción de la Historia también ha sido redefinida como oficio, y como disciplina también.
Thierry Deronne es periodista venezolano.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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