El triunfo electoral de Rafael Correa y del Movimiento PAIS, el pasado 17 de febrero, es una contribución para consolidar el cambio político que vive América Latina en el momento actual. Se inscribe dentro de algo mayor: la geopolítica mundial, en cuyo escenario ya son observables los síntomas del declive de un imperio y el […]
El triunfo electoral de Rafael Correa y del Movimiento PAIS, el pasado 17 de febrero, es una contribución para consolidar el cambio político que vive América Latina en el momento actual. Se inscribe dentro de algo mayor: la geopolítica mundial, en cuyo escenario ya son observables los síntomas del declive de un imperio y el emerger de otras potencias. Latinoamérica, con sus gobiernos progresistas, tiene hoy la oportunidad como actor contemporáneo de los pueblos del sur.
¿Cuáles fueron los factores del éxito electoral en Ecuador? Se trata de una amalgama de elementos: resultados exitosos en la gestión del gobierno, un movimiento político organizado y con un programa (PAIS 2013-2017) muy bien estructurado y motivador -bajo el lema de gobernar para profundizar el cambio- que presentó propuestas comprensibles para toda la ciudadanía en la construcción del socialismo del Buen Vivir y una buena estrategia de campaña bajo un sólido liderazgo.
El punto clave del actual proceso político ecuatoriano, y de esta nueva victoria electoral, es que el pasado neoliberal ya ha quedado atrás como un lejano y mal recuerdo. En esencia, lo que plantearon en la campaña electoral los candidatos de la oposición de la derecha era justamente un retorno al neoliberalismo, a esa situación de pesadilla reiterativa que ya conoce de memoria la gran mayoría de ecuatorianos. Y por eso sus resultados.
Es necesario caracterizar bien al neoliberalismo. Es una línea fronteriza que separa el fracaso de un pasado que dejó traumas a la población, de la alegría de un presente que camina junto a una Latinoamérica pujante, que ya no mira la ruta de una Europa que se tambalea y de manera paulatina se hunde, y que dejó de ser referente y ejemplo.
Debemos recordar las características de ese neoliberalismo: la sumisión al FMI, a los grandes privilegios del capital financiero; la brusca intervención de lo privado en detrimento de lo público, el libre mercado por sobre el Estado; los ajustes traumáticos, las privatizaciones, los despidos masivos; la mayoría de los ingresos para pagar la deuda externa, la inversión financiera sobre la inversión social. La explosión de una ciudadanía sin esperanzas.
Y es que lo que salió victorioso en esta elección fue un sistema de desarrollo humanista, opuesto a ese neoliberalismo siempre identificado con el crecimiento económico ciego del capital, y centrado en forma obsesiva en el mercado, en la reducción del Estado o en la desregulación y la apertura externa. Esta es una nueva hora para Ecuador en la nueva era de América Latina.
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