En Perú, la esperanza popular tiene rostro de mujer joven y combativa. Verónica Mendoza, candidata presidencial por la plataforma de izquierda (Frente Amplio) en las pasadas elecciones de abril de 2016, nos ofrece, en una entrevista exclusiva, un análisis de la situación política de su país, y de los desafíos que enfrenta el pueblo peruano […]
En Perú, la esperanza popular tiene rostro de mujer joven y combativa. Verónica Mendoza, candidata presidencial por la plataforma de izquierda (Frente Amplio) en las pasadas elecciones de abril de 2016, nos ofrece, en una entrevista exclusiva, un análisis de la situación política de su país, y de los desafíos que enfrenta el pueblo peruano en su búsqueda de cambios políticos.
-Romain Migus: ¿Quién es Verónica Mendoza? ¿De dónde viene y cómo ha entrado en política?
-Verónika Mendoza: Nací en Cuzco en 1980. Hice estudios de Antropología en Francia, donde he trabajado sobre la educación bilingüe intercultural. Trabaje con comunidades campesinas de Cuzco para ver la mejor forma de que aprendan el español como segunda lengua, respetando su idioma maternal: el quechua. Entré en política en el 2009. Fui electa congresista por Cuzco, y luego fui candidata a la presidencia de la República del Perú.
-¿Cómo calificarías tu desempeño en el parlamento?
-Los gobiernos de turno en vez de dialogar, de escuchar a la gente, de resolver sus demandas, han preferido imponer sus proyectos, generando conflictos que han terminado con muertos y heridos. Yo fui electa por el Partido Nacionalista Peruano (PNP), y renuncié a esta bancada en junio de 2012, a poco menos de cumplirse un año del Gobierno de Ollanta Humala (1), porque en mi región, en Cuzco, estalló un conflicto social entre la comunidad de Espinar y la empresa minera Xtrata Copper, en el que fallecieron tres personas en los enfrentamientos con la policía, cosa que me pareció inadmisible e injustificable. Desde entonces, me alejé del partido de Gobierno y mi participación política y parlamentaria estuvo abocada al debate en torno a una reforma educativa y universitaria para devolverle su sentido público a las luchas socio-ambientales, al tema de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Intenté, también, abrir un debate sobre la indispensable diversificación productiva y económica de nuestro país.
-¿Por qué crees que Perú no se ha montado en el tren del Socialismo del Siglo XXI en la primera década del siglo XXI?
-Son múltiples factores. Pero quizás, hay dos centrales. Primero lo que fue el conflicto armado en nuestro país (1980-1992). La existencia de Sendero Luminoso nos hizo mucho daño. Ha hecho que la izquierda cargue injustamente un estigma, porque la derecha buscaba siempre vincularnos con el terrorismo a pesar del claro deslinde que se había hecho desde hacía muchos años.
Por otra parte, la dictadura fujimorista (2) que persiguió, criminalizó e incluso asesinó lideres políticos y sociales de izquierda, desmanteló toda la institucionalidad política y social que existía. Con la recuperación de la democracia en el año 2000, a duras penas la izquierda empezó a recomponerse pero no con la fuerza suficiente para poder llevarla al Gobierno.
-¿Cómo surgió la necesidad de construir una plataforma política como el Frente Amplio?
-El Frente Amplio nace del encuentro de varias luchas sociales, donde varios actores se encontraron en la calle o acompañando procesos de resistencia a las políticas neoliberales impuestas. Decidimos constituir una plataforma política y social que ayudara a articular nuestras luchas y darles un sentido político integral, en lugar de tener varios frentes dispersos y desarticulados.
Sin embargo, los partidos de izquierda más tradicionales del Perú no fueron parte del último proceso del Frente Amplio, principalmente por diferencias tácticas. Ellos sostenían que, para poder participar en procesos electorales, la izquierda debía seguir dentro de coaliciones de centro, con un discurso más moderado. Nosotros creíamos que era el momento de tener una identidad propia y afirmar claramente un proyecto político de izquierda. En esa línea, decidimos convocar elecciones ciudadanas abiertas para definir las candidaturas.
-¿Cómo fue el proceso de tu designación como candidata? Una mujer, joven, provinciana, e incluso con raíces extranjeras, no es muy común en la historia política del Perú.
-No me cabe la menor duda que si la elección se hubiera hecho a través de una negociación entre las cúpulas de los partidos políticos que integran el Frente Amplio, jamás hubiese sido candidata. Si fui candidata, es gracias a que le dimos el poder de tomar esta decisión a la gente, a la ciudadanía.
-¿Cómo se fortaleció la unidad del Frente Amplio?
-Nuestro objetivo central era traducir las demandas de los pueblos que acompañamos en políticas públicas, en normas, y cómo eso se podía articular en un plan de Gobierno.
Nuestro plan de Gobierno plantea como ejes centrales la búsqueda de un modelo de desarrollo alternativo al que hoy funciona en Perú, que implica una diversificación de la economía frente a un modelo que ha sido esencialmente dependiente de la explotación de los minerales, lo cual nos pone en situación de enorme vulnerabilidad a las fluctuaciones de los precios de materia prima. También nos organizamos alrededor de la defensa de un Estado fuerte, moderno, eficiente, que garantice igualdad de derechos para todos (salud, educación, pensiones) en un país como Perú, en el cual estos servicios están aún totalmente mercantilizados.
-¿Cómo lograron pegar en la gente?
-Creo que en el Frente Amplio hemos hecho esfuerzos para adaptar nuestra propuesta a un lenguaje que pueda ser cercano a la gente. Creo que una de las cosas en que ha pecado la izquierda en nuestro país en los últimos años, es encerarse en su discurso, en su lenguaje, en sus formas que alejan a la gente. Nosotros hemos tratado de llegar a ellos con una propuesta claramente de izquierda sin, necesariamente, denominarla así, sino más bien apelando a las necesidades de las personas, o al sentido común de cambio, de justicia, de derechos, de Estado eficiente, de igualdad de oportunidades, de economía diversificada.
-Actualmente en Perú no solamente están enfrentando a los partidos de las elites neoliberales sino que tienen que medirse con un aparato político con raíces populares: el fujimorismo. Se enfrentan a otro partido cuyo electorado podría ser similar a los ciudadanos que votan por el Frente Amplio. ¿Cómo pueden superar este desafío?
-Nosotros somos muy conscientes del arraigo que tiene el fujimorismo en los sectores populares. Claro, vivimos en un país donde hubo una ausencia total del Estado en importantes sectores de la población donde no hay servicios básicos como salud, educación, ni siquiera agua potable, y donde el fujimorismo ha sabido llegar con su presencia física y constituir, para muchos sectores de la población, su único referente en política; el único que ha llegado a mirarles a la cara, a los ojos, a escuchar sus problemas y a decirles algo. Y que también ha tenido un trabajo sostenido durante la dictadura, con dinero del Estado como fruto de la corrupción, y a lo largo de los años posteriores a la dictadura.
Es ahí donde la izquierda no estuvo porque se replegó a espacios tipo ONGs, o en la academia, y abandonó completamente el bastión que debe ser su esencia: estar con los sectores populares, acompañarlos en sus luchas de manera concreta y cotidiana. Es un gran reto para nosotros retomar esos espacios con un discurso cercano a la gente, que exprese sus demandas concretas y cotidianas, y que a partir de ese esfuerzo pueda articular una agenda nacional. Y no al revés.
Porque la izquierda tiende a llegar muy por arriba a explicar a la gente cómo tiene que ser el país y cómo es que van a resolver sus problemas sin antes saberla escuchar. Nuestro reto es escucharla primero, entenderla, y a partir de eso, ir construyendo nuestro programa en función de nuestra visión política. Y abrir un debate político con la gente, pero a partir de su realidad y sus propios lenguajes.
Por eso hablamos en el Frente Amplio de disputar los sentidos comunes. Y eso lleva tiempo porque permanece un discurso hegemónico autoritario, machista, consumista, individualista. Venimos de esta cultura pero estamos dispuestos a deconstruirlo, incluso empezando por el propio Frente Amplio para poder aplicarlo a la sociedad y al Estado.
-¿Cuáles son las demandas centrales que emanan de este sentido popular?
-En un país como el nuestro, tremendamente rico en recursos naturales, hay una demanda de soberanía, de poder hacer uso de esos recursos en beneficio propio para nuestro desarrollo y no dejar que las transnacionales se lo lleven afuera. Es una demanda muy sentida que tiene la gente. Y somos consiente de que eso tiene que ver también con centros de decisiones externos que nos han venido imponiendo a nuestros países políticas de austeridad, de desmantelamiento del Estado, de privatización, que nos han hecho mucho daño.
También existe una demanda de democratización relacionada con la demanda de soberanía. Los pueblos alrededor del país piden también poder decidir sobre sus recursos y sobre sus territorios, para definir sus propias perspectivas de desarrollo. Se exige profundas reformas para que estas decisiones puedan estar en espacios más cercanos de la gente, pero que incluye una mayor participación con mecanismos concretos de participación ciudadana, y una exigencia de una democracia más intercultural que incluya mecanismos de diálogo con pueblos indígenas, respetando sus culturas y sus visiones de desarrollo.
-Háblanos de la última campaña para la presidencia de Perú. Cuál fue la participación popular en la campaña del Frente Amplio? Con un presupuesto muy reñido, lograron alcanzar 18,8%, ¿cómo hicieron?
-Fue una campaña muy, pero muy austera. No teníamos dinero pero teníamos convicciones, esperanza, y teníamos a un pueblo que demandaba cambios. Eso fue la base de nuestra campaña. Creo que el hecho de no tener importantes recursos se terminó convirtiendo en un valor, porque la gente hizo suya la campaña del Frente Amplio. Hubo muchísima solidaridad y autogestión. Eso fue algo que hizo que la gente se comprometiera más con el proyecto y con el proceso, porque lo sentía suyo, porque lo hizo suyo. Porque nosotros no llegamos con regalos sino con propuestas que la gente escuchaba, se apropiaba y reproducía. Esto terminó convirtiéndose en un valor que permitió despertar o activar lo que está también en nuestra cultura y nuestras tradiciones andinas: la solidaridad, hoy por ti, mañana por mí.
-Verónika Mendoza, próxima presidenta del Perú. ¿Cuál será tu primera acción política?
-Sin lugar a duda tomaría medidas contra la corrupción. Porque nos ha hecho muchísimo daño, al punto de que, lamentablemente, se ha naturalizado. Creo que tenemos que tomar conciencia que no es justo ni admisible que se le robe el dinero a los peruanos habiendo tantas demandas pendientes por atender. Entonces yo creo que, desde los más altos niveles de decisión, debe existir un compromiso muy claro y muy frontal contra la corrupción para que los recursos del pueblo vayan al pueblo.
Notas
(1) Ollanta Humala, líder del Partido Nacionalista Peruano, fue electo como presidente de la República entre 2011 y 2015.
(2) Alberto Fujimori fue presidente de Perú entre 1990 y 2000. Juzgado por violaciones de los derechos humanos y apropiación de fondos públicos, está hoy en día en la cárcel. Su hija Keiko, lidera su movimiento político. Perdió en segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 2016.
Fuente original: http://www.romainmigus.com/2016/10/veronika-mendoza-debemos-abrir-un.html