El proyecto de instalar una base antimisiles en Europa oriental por parte de Estados Unidos recoge cada vez más detractores entre la población y los expertos de los países involucrados. Washington pretende establecer una base antimisiles en Polonia y un centro de control por radar en República Checa como parte de su programa de Defensa […]
El proyecto de instalar una base antimisiles en Europa oriental por parte de Estados Unidos recoge cada vez más detractores entre la población y los expertos de los países involucrados.
Washington pretende establecer una base antimisiles en Polonia y un centro de control por radar en República Checa como parte de su programa de Defensa Nacional de Misiles para 2011. El plan cuenta con el respaldo de ambos gobiernos europeos.
Alemania, Canadá y Gran Bretaña se negaron a albergar elementos del sistema estadounidense.
Varias encuestas señalan que la mayoría de los checos y polacos se oponen a esa idea por temor a que sus países queden alineados con la controvertida política de Washington en Medio Oriente y Afganistán y, por lo tanto, se vuelvan blanco de ataques terroristas.
Los defensores de la iniciativa esperan beneficios económicos y arguyen que la base aumentará la seguridad y el prestigio de sus países a la vez que reforzará su alianza con Estados Unidos.
Washington justifica su importancia con la protección que le dará al mundo occidental contra posibles ataques con misiles procedentes de «estados díscolos», como Corea del Norte e Irán.
El gobierno polaco aceptaría a cambio de algunos beneficios como participación en el desarrollo, asistencia militar y un cambio en la política estadounidense de visas hacia sus ciudadanos.
Los checos fueron acusados de ingenuos por contentarse con asistencia política y económica, aunque Praga espera obtener beneficios similares en materia de visas.
El gobierno derechista de República Checa deberá afrontar problemas adicionales en el parlamento con la aprobación de la construcción del radar, pues la mayoría de los partidos presionan para someter la iniciativa a referéndum o se quejan de que el sistema se construirá fuera del marco de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a la que pertenece el país. La mayoría de los miembros de esa alianza militar son escépticos respecto del costo, efectividad y necesidad real de la base estadounidense.
Expertos en asuntos militares arguyeron que los «estados díscolos» no tienen la intención ni la tecnología para atacar a Estados Unidos ni a sus aliados, además de que los misiles serían mejor interceptados desde Turquía, también miembro de la OTAN.
Por su parte, especialistas en materia de seguridad señalaron que la base podría formar parte de los intentos de Estados Unidos para hacer frente a futuras amenazas de China y Rusia, pero sostienen que Moscú ya desarrolló la tecnología que le permitiría sortear el costoso proyecto de un escudo de defensa.
Al igual que organizaciones a favor del desarme, otros expertos arguyen que el sistema favorecerá el desarrollo de iniciativas ofensivas tendentes a restablecer un equilibrio estratégico en el mundo.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, alertó en una conferencia sobre seguridad, realizada en Munich, que el escudo avivaría una nueva carrera armamentista y juró que la respuesta de su país, que sigue fuera de la alianza, sería «efectiva y asimétrica del más alto grado».
Moscú también se irritó por la capacidad que tiene el radar de controlar los movimientos miliares en lo profundo de su territorio, pero los políticos derechistas de la región descartan las declaraciones rusas como parte de la política interna de Putin.
El gobierno checo también planea una campaña de información respecto de la base de defensa.
El director de la coalición pacifista «No a las bases», Jan Tamas, dijo a IPS que la información manejada por la mayor parte de la prensa es parcial y a favor del complejo militar.
«Se refieren a las mencionadas amenazas para argumentar su caso, sin señalar las verdadera amenazas que aparecerán con la instalación de la base. Notamos un claro interés en distorsionar la realidad, sin considerar las consecuencias ni la opinión de la población», señaló. En República Checa, los defensores de la base suelen acusar a los detractores de «anti-estadounidenses», un argumento rebatido por las encuestas realizadas por algunos diarios e instituciones.
Los checos no odian todo lo «estadounidense» sino que están divididos «sin importar sus afinidades partidarias» acerca de la política exterior de Washington, señaló Jan Cervenka del Centro de Investigación de Opinión Pública.
En cambio, varios intelectuales de la región consideran que existe un sesgo ideológico entre quienes están a favor de Estados Unidos.
«Los checos están hartos de que los incluyan dentro de Europa oriental y para probar su pertenencia a occidente, las elites adoptaron ideologías pro-estadounidenses», dijo a IPS un politólogo de la Universidad de Europa Central que pidió reserva sobre su identidad.
«Desde la caída del sistema comunista, los nacionalistas checos de derecha fueron intrínsecamente vinculados a la corriente neoliberal, que a menudo es más pro-estadounidense que dentro mismo de Estados Unidos», explicó el profesor.
En Polonia, la prensa publicó varios artículos en los que se arguye que organizaciones pro-armamentistas de Estados Unidos, trabajan para crear un clima favorable a la construcción de la base militar.
Ese hecho fue confirmado por el hasta hace poco presidente del estatal Instituto de Asuntos Internacionales, Roman Kuzniar.
El profesor Kuzniar aconsejó al primer ministro de Polonia, Jaroslaw Kaczynski, no habilitar la construcción de la base porque la seguridad de Estados Unidos se erigiría a expensas de ese país.
Kuzniar declaró la semana pasada a la prensa local que publicaciones «totalmente serias», simpatizantes de los grupos de presión estadounidenses, «a veces publican tonterías acerca de los beneficios que obtendremos del escudo», y añadió que «la simpatía que genera en muchos políticos obedece a su ignorancia respecto del sistema». El especialista alegó que «los relatos de ataques desde los estados díscolos pueden convertirse en cuentos de hadas porque los países no son suicidas. Las guerras las empiezan las naciones fuertes y hegemónicas, no las débiles».
La postura «antiestadounidense» de Kuzniar le costó el trabajo. Kaczynski lo echó el día antes de la publicación de la entrevista. Además, la semana pasada renunció Radoslaw Sikorski a su cargo de ministro de Defensa por desacuerdos con el primer ministro.