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Ucrania

Desafiar la Operación Buitre

Fuentes: www.sinpermiso.info

[La ministra de finanzas ucraniana Natalie Jaresko acaba de confirmar lo que todo el mundo sabe: Ucrania no tiene forma de evitar el impago del servicio de su deuda externa de 41.000 millones de dólares (40,6% del PIB). Un grupo de inversores privados, acreedores de 9.000 millones -entre ellos Franklin Templenton, Black Rock y Allianz- […]

[La ministra de finanzas ucraniana Natalie Jaresko acaba de confirmar lo que todo el mundo sabe: Ucrania no tiene forma de evitar el impago del servicio de su deuda externa de 41.000 millones de dólares (40,6% del PIB). Un grupo de inversores privados, acreedores de 9.000 millones -entre ellos Franklin Templenton, Black Rock y Allianz- han propuesto una reestructuración de 15.800 millones en cuatro años, consistente en extender el plazo de la deuda, saquear las reservas para pagar 4 mil millones de aquí a 2019 y otro tanto en 2020. Si no se llega a un acuerdo en dos semanas, el FMI no podrá hacer efectivo un nuevo rescate del país por 17.500 millones de euros, lo que significará la quiebra del país. Sin embargo, el gobierno de Kiev exige una reducción sustancial del principal de la deuda y su restructuración en dos tipos de bonos (de los 29 actuales). A diferencia de Grecia, el ministro de finanzas alemán, Wolfang Schaüble, ha declarado que: «Estamos de acuerdo de que hay que apoyar la negociación de la reestructuración de la deuda ucraniana, que debe llegar a término«. Ucrania debe a Rusia otros 3 mil millones de dólares y ha mantenido el servicio de la deuda hasta ahora gracias en buena medida a bonos por valor de mil millones de dólares garantizados por la Agencia Internacional de Desarrollo de EE UU. Ucrania sufre una segunda «terapia de choque» neoliberal, después de la de 1991, con una caída del 20% del PIB y una inflación del 61%.]. SP

El colapso de Ucrania desde el golpe de Estado de febrero de 2014 se ha convertido en una excusa para el saqueo. La víctima colateral de este «agarra lo que puedas y corre» han sido los trabajadores. A muchos trabajadores simplemente no se les paga, y lo que realmente se paga suelen ser salarios tan bajos que son  ilegales. Los empleadores acumulan todo el dinero que tienen en sus empresas y lo transfieren lo más lejos posible – mejor al extranjero, y siempre en divisas extranjeras.

Los atrasos salariales son cada vez peores, porque como Ucrania se acerca al impago de su deuda de 10 mil millones de euros, los cleptócratas y los empresarios están abandonando el barco. Saben que los préstamos extranjeros se han agotado y que el tipo de cambio se hundirá aún más. El anuncio la semana pasada de la Rada de que ha destinado 8 mil millones de euros del servicio de la deuda para financiar un nuevo ataque militar a la región oriental exportadora del país ha sido la última gota para los acreedores extranjeros e incluso el FMI. Sus préstamos han ayudado a apoyar el tipo de cambio de la hryvnia el tiempo suficiente para que los banqueros, los hombres de negocios y los especuladores puedan sacar todo el dinero que tienen y tantos euros o dólares como puedan antes del colapso inminente de la economía del país en junio o julio.

En esta situación de pre-quiebra, vaciar la tienda significa no pagar a los trabajadores ni las facturas. Los atrasos salariales han alcanzado los 2 mil millones de hryvnias, adeudados a más de medio millón de trabajadores. Ello ha obligado a la Federación de Sindicatos de Ucrania a concentrar piquetes ante el Consejo de Ministros el miércoles 27 de mayo. Están convocadas más manifestaciones para los próximos dos miércoles, 3 y 10 de junio. De acuerdo con el secretario adjunto de la federación sindical, Serhiy Kondratiuk, «el salario de subsistencia actual de 1,218 hryvnias es un 60% menor que el salario mínimo legal en Ucrania, que es calculado por el Ministerio de Política Social. … El salario de subsistencia en el país debe superar las 3.500 hryvnias al mes, pero el gobierno se niega a un diálogo social para revisar las normas». [1]

Un escenario amenazante

Con las cuentas bancarias vacías, las empresas ucranianas se convertirán en meros cascarones. Con la economía de Ucrania quebrada, los únicos compradores con dinero fresco son europeos y americanos. Vender a los extranjeros es, pues, la única manera que tienen los administradores y propietarios para conseguir recuperar algo: mediante pagos en moneda extranjera en cuentas en el extranjero, lejos de cualquier fiscalización o control en Ucrania. La privatización y la fuga de capitales van de la mano.

Lo mismo ocurre con la mano de obra que cambia de empleador. Los nuevos compradores reorganizan los activos que adquieren, declaran las viejas empresas en quiebra y borran de su contabilidad sus atrasos salariales, junto con cualquier factura que adeuden. Las empresas reestructuradas declararán que la quiebra ha finiquitado cualquier deuda con los trabajadores de las antiguas empresas (privadas o públicas). Es muy parecido a lo que hacen los inversores de adquisiciones corporativas en Estados Unidos para acabar con las obligaciones heredadas de pensiones y otras deudas. Alegarán que hay que «salvar» la economía de Ucrania y «hacerla competitiva».

La Operación Buitre

El golpe de Estado de Pinochet en Chile fue un ensayo general de todo esto. La junta militar, respaldada por Estados Unidos, seleccionó como objetivos a neutralizar a dirigentes sindicales, periodistas y potenciales líderes políticos, así como a profesores universitarios (cerrando todos los departamentos de economía de Chile a excepción del de la Universidad Católica, que seguía la doctrina económica de «libre mercado» de la Escuela de Chicago). No se puede imponer el «libre mercado» que defiende la Escuela de Chicago, después de todo, sin adoptar medidas totalitarias.

A los estrategas estadounidenses les gusta designar estas conspiraciones con nombres de aves rapaces: Operación Phoenix en Vietnam y Operación Cóndor en América Latina, que tenían como objetivo la eliminación de intelectuales y militantes «izquierdistas». Se ha puesto en marcha un programa similar en la Ucrania rusófona. No sé la palabra código que se utiliza, así que vamos a llamarla Operación Buitre.

Para los dirigentes sindicales el problema no es sólo cobrar los salarios atrasados, sino sobrevivir con un salario digno. Si no protestan, simplemente no se les paga. Por eso están organizando una movilización neo-Maidan explícitamente a favor de los asalariados, de manera que los francotiradores del Sector Derecha de la junta no puedan acusar a los manifestantes de ser pro-rusos. Los sindicatos se han protegido buscando el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de la Confederación Sindical Internacional en Bruselas.

La táctica más eficaz para hacer frente a la corrupción que está permitiendo la falta de pago de salarios y pensiones es centrarse en el apoyo exterior del actual régimen, sobre todo el FMI y la UE. Apoyarse al mismo tiempo en las reivindicaciones laborales para exigir también otras reformas, como la prohibición de la venta de tierras, materias primas, servicios públicos u otros activos ucranianos a compradores extranjeros y exigir que gobiernos menos corruptos puedan revertir estas ventas y privatizaciones en el futuro.

A favor de los trabajadores juega el hecho de que el FMI ha violado su Convenio Constitutivo al otorgar préstamos para fines militares. Tan pronto como recibió su último préstamo, Poroshenko anunció que intensificaba su guerra contra el Este. Esto hace que el préstamo del FMI se asimile a lo que los juristas llaman una deuda odiosa: deudas de una junta que toma el poder, saquea las reservas y otros activos públicos del gobierno, y que los futuros gobiernos deben pagar a pesar de ser un robo.

La lucha de los sindicatos por un salario digno no es sólo en relación con los atrasos salariales, sino también para poner en marcha un plan de recuperación que proteja la economía de una política neoliberal como la que se ha aplicado en Grecia y Letonia. Los estrategas estadounidenses han estado discutiendo como denunciar los 3 millones de dólares que Ucrania debe a Rusia como una «deuda odiosa»; o, tal vez, clasificarla como «ayuda externa» y, por lo tanto, que no sea legalmente exigible. Por irónico que parezca, el Instituto Peterson de Economía Internacional, George Soros y otros «guerreros fríos» han proporcionado a futuros gobiernos de Ucrania un repertorio de motivos legales para reconstituir su economía sin la carga de la deuda externa, permitiendo que el gobierno este en condiciones de pagar los salarios y pensiones atrasadas.

La alternativa de los acreedores internacionales es obligar al gobierno ucraniano a que pague a los tenedores de bonos extranjeros, al FMI y la Unión Europea en primer lugar, y que solo después defienda sus derechos soberanos para evitar su autodestrucción.

Notas.

[1] «Trade unions to picket government weekly from May 27, 2015,» Interfax.

Michael Hudson es profesor de investigación de la facultad de económicas de la Universidad de Missouri, Kansas City y investigador asociado del Instituto de Economía Levy. Su último libro es Finance Capitalism and Its Discontents.

Traducción para www.sinpermiso.info: Gustavo Buster