El Papa Francisco, en su mensaje «Urbi et Orbi», exhortó hoy al «diálogo» y a buscar «soluciones pacíficas» en los conflictos en América latina y pidió por las víctimas de «viejas y nuevas esclavitudes», los niños «explotados» y los «migrantes forzados» que huyen del hambre, las guerras y el terrorismo. Además pidió detener los conflictos […]
El Papa Francisco, en su mensaje «Urbi et Orbi», exhortó hoy al «diálogo» y a buscar «soluciones pacíficas» en los conflictos en América latina y pidió por las víctimas de «viejas y nuevas esclavitudes», los niños «explotados» y los «migrantes forzados» que huyen del hambre, las guerras y el terrorismo.
Además pidió detener los conflictos que ensangrientan al mundo y que son necesarios cortar frenando también el tráfico de armas.
Este fue en síntesis el mensaje «Urbi et Orbi» (La ciudad y el mundo) pronunciado por el Pontífice desde el balcón central de la Basílica vaticana, después de la misa pascual celebrada en una Plaza San Pedro colmada de fieles.
El Papa, citando las plagas de la cuales «el Pastor resucitado se hizo cargo», recordó a los nuevos esclavos víctimas de «trabajos inhumanos, tráficos ilícitos, explotación y discriminación». Y mencionó entonces a los niños y adolescentes que «son privados de su felicidad para ser explotados» o «quienes tienen el corazón herido por la violencia que sufre en los muros de su propia casa».
Francisco puso el acento en los migrantes «obligados a dejar su tierra a causa de conflictos armados, de ataques terroristas, de carestías, de regímenes opresivos».
Además rezó por «quien busca la justicia y la paz» y para que «los responsables de las naciones» tengan «el coraje de evitar que se propaguen los conflictos y detener el tráfico de armas».
El Papa exhortó a los «esfuerzos de todos quienes se activan para llevar alivio y confort a la población civil en Siria, la amada y martirizada Siria, víctima de una guerra que no cesa de sembrar horror y muerte».
Además recordó el trágico atentado suicida del sábado contra autobuses que trasladaban a refugiados en Aleppo. «Es el último innoble ataque a los refugiados que huyen y que provocó tantos muertos y heridos», sostuvo.
Francisco pidió entonces paz para todo el Medio Oriente, para Irak y Yemen. Y también para el Sur Sudán, Sudán y la República del Congo, cuyos conflictos se agudizaron por una «gravísima carestía».
El Papa dirigió también su pensamiento hacia América latina contra «las tensiones políticas y sociales», sacudidas por la violencia y exhortó a «construir puentes de diálogo», combatir «la plaga de la corrupción» y buscar «válidas soluciones pacíficas a las controversias», en lo que fue una implícita alusión a la crisis en Venezuela.
También pidió paz y concordia para Ucrania.
La atención fue luego hacia el «continente europeo», para una nueva «esperanza a quienes atraviesan momentos de crisis y dificultades, especialmente a causa de la gran falta de trabajo sobre todos para los jóvenes».
A ellos le dirigió un pensamiento en su augurio pascual para que «se reaviven las esperanzas de familias y de comunidades, en especial de las nuevas generaciones, futuro de la Iglesia y de la humanidad».
En una carta al obispo de Asís, el Papa dijo además que «los pobres son «testimonio de la escandalosa realidad de un mundo tan marcado por la brecha entre el inmenso número de pobres, a menudo privados de las necesidades básicas, y la minúscula porción de los propietarios que detentan la mayor parte de la riqueza y pretenden determinar el destino de la humanidad». «Por desgracia, dos mil años después del anuncio del Evangelio y después de ocho siglos del testimonio de Francisco, nos enfrentamos a un ‘fenómeno global desigualdad’ y de una ‘economía que mata'», sostuvo.