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Italia

¿Dónde están las mujeres? (I)

Fuentes: IPS

Cuatro ministras en 21 ministerios, 193 parlamentarias en 952 escaños y ninguna líder partidaria. ¿Por qué hay tan pocas mujeres en la política italiana?

«El movimiento feminista en Italia fue poderoso. Pero para que las mujeres participen en política como tales, la propia política debería cambiar», dijo Luisa Capelli, del partido L’Italia dei valori (La Italia de los valores).

«El feminismo italiano influyó la política partidaria, especialmente la de izquierda. Pero ha sido marginado a tal punto que, si una se identifica como feminista, la miran con desconfianza», agregó.

Capelli, quien también dirige Meltemi Editore, una firma editorial dedicada a publicaciones sobre ciencias sociales, ha reflexionado mucho sobre la débil presencia de las mujeres políticas en Italia.

«Han sido años de exponer los cuerpos de las mujeres y de menospreciar cotidianamente sus talentos», dijo a IPS en una entrevista.

Y éste es el resultado del vilipendio sistemático a lo femenino en la televisión, sostuvo.

«Por lo menos dos de nuestras ministras han sido elegidas porque su presencia complace sexualmente al primer ministro (Silvio Berlusconi)… ¿Por qué deberíamos conmocionarnos? Cuando hace dos años una estudiante le pidió que la aconsejara sobre su futuro, él le sugirió que se casara con un hombre rico», señaló Capelli.

Chiara Volpato, profesora de psicología social en la Universidad Milán-Bicocca, ve «factores históricos» en este aparente callejón sin salida.

«El desarrollo democrático de Italia se vio interrumpido por 20 años de fascismo. El machismo del régimen se tradujo en leyes que redujeron aún más los derechos de las mujeres. Por ejemplo, se les prohibió enseñar filosofía e historia, considerados estudios superiores», explicó.

Pese a esto, las mujeres desempeñaron un rol clave en la lucha contra el fascismo, y abrieron sus propios espacios sociales y políticos, como el derecho al voto en 1946 y las leyes de divorcio, aborto y planificación familiar en los años 60 y 70.

«Pero este impulso se desvaneció en los años siguientes, mientras que la falta de ideas e iniciativas fue reemplazada por la televisión comercial berlusconiana», dijo.

El primer ministro Berlusconi controla alrededor de 90 por ciento de la televisión italiana, a través de su imperio mediático Mediaset y de la televisión estatal RAI. También controla empresas editoriales y otros medios de comunicación.

La televisión de Berlusconi «ha diseminado una cultura basada en la valoración obsesiva del cuerpo femenino. Ha impuesto un modelo de mujer superficial, cuya función principal es decorativa, un objeto. Una mujer que no existe por ella misma sino a través de los ojos de los hombres… Este modelo existe en otros países, pero aquí es el único modelo que ofrecen los medios masivos», enfatizó Volpato.

Italia, uno de los miembros del Grupo de los Ocho países más poderosos, se ubica hoy al final de la lista de naciones europeas en el Informe Global de Disparidad entre Géneros 2008, publicado por el Foro Económico Mundial. En Europa, solamente la República Checa, Rumania, Grecia, Chipre y Malta tienen brechas peores entre mujeres y hombres.

Negar a las mujeres el acceso al poder es un «derroche estratégico», dijo Saadia Zahidi, coautora del informe, en una entrevista previa con IPS.

«El sistema se beneficia con más diversidad en la elaboración de políticas» cuando más mujeres tienen acceso a la política, señaló.

Zahidi citó una investigación realizada por Esther Duflo, del estadounidense Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), y Rohini Pande, de la Universidad de Harvard, que analizó las cuotas de género en los concejos de aldeas indias e identificó los casos en que el liderazgo estaba predominantemente en manos de las mujeres o de los hombres.

Cuando las mujeres lideraban, una porción mucho mayor del presupuesto local se asignaba a educación y salud. Y cuando conducían los hombres, había más fondos destinados a productos de consumo, defensa y automóviles.

«En el parlamento (italiano), los hombres de más de 50 años ocupan el 55% de todos los escaños, aunque constituyan apenas el 17% de la población», dijo Anne Maass, profesora de psicología en la Universidad de Padua.

«Esta concentración de poder genera riesgos, al reducir artificialmente la variedad de temas confrontados y las soluciones propuestas», agregó.

«Los estudios psico-sociológicos muestran que las mujeres están más inclinadas a compartir valores democráticos como la igualdad, la responsabilidad social y la protección ambiental, y son menos propensas a aceptar una estructura jerárquica en la que un grupo domina a otro y las minorías no son respetadas», dijo Maass.

Para Capelli, «no sólo es una cuestión de incluir temas que sean caros a las mujeres».

«A partir de mi experiencia como profesora universitaria, sé que las mujeres hablan de modo diferente ante otras mujeres. Confrontadas solamente por hombres, probablemente cambiarán su enfoque. Una mayor presencia femenina es una manera de garantizar que las mujeres ofrezcan lo mejor de sí mismas», dijo.

Las mujeres constituyen el 51,4% de la población italiana, y el 55,8% del estudiantado universitario. Pero su poder político y económico está muy por debajo de las líneas de igualdad.

Según el Informe Global de Disparidad entre Géneros, Italia se ubica en el puesto 67 de 130 países, en términos de salud, educación y acceso a poder económico y político para las mujeres. Noruega es el número uno, con la menor brecha entre hombres y mujeres.

Si se examina solamente la cuestión del acceso al poder político, Italia se desempeña mejor, situándose en el puesto 46. Sin embargo, esa posición todavía está por debajo de países como Bangladesh (13) y Mozambique (17), y mucho peor que la mayoría de sus pares europeos.

Los italianos se sienten menos cómodos con las mujeres líderes que los europeos promedio, según la encuesta Discriminación en la Unión Europea 2008, publicada por el Eurobarómetro.

Maass piensa que los prejuicios contra las mujeres son parte del problema, más amplio, de la discriminación. «Esto no sorprende si se piensa en la propaganda sistemática de sexismo, racismo y homofobia a la que los italianos han estado sometidos en la televisión durante más de 15 años», dijo.

«Pero también es verdad que, en términos absolutos, la mayoría de la población no tiene problema con que una mujer sea jefa de Estado, según el Eurobarómetro, en contraste con los partidos, que postulan a pocas mujeres», señaló.

«En 63 años de república, ninguna mujer fue presidenta de un partido, o primera ministra o presidenta; ninguna mujer ha estado a cargo de ninguno de los cuatro ministerios más importantes (Relaciones Exteriores, Economía, Asuntos Internos y Defensa). Así que son los partidos, y no la gente, los que tienen un problema con el liderazgo femenino», agregó.

En junio, durante las elecciones europeas, apenas el 19% de los candidatos elegidos fueron mujeres (solamente Chipre, Malta y Polonia tuvieron una peor representación femenina, según el Instituto Nacional Italiano de Estadísticas).

Capelli fue candidata, pero no resultó elegida.

«En las listas de L’Italia dei valori, alrededor del 30% de los candidatos eran mujeres. Pero de nuestros siete europarlamentarios elegidos, solamente una es mujer. Éste también es el caso de otros partidos, o peor. Es un completo desastre… (Como candidatas), aunque no fuéramos discriminadas, nuestros partidos no nos ubicarían en los mejores puestos para ser elegidas», sostuvo.

Durante mucho tiempo, Capelli estuvo en contra de las cuotas. «Pero a partir de mi experiencia en la universidad he comprendido que los números hacen la diferencia», dijo.

«En Italia, la ley establece que la presencia femenina en las listas de los partidos no debería ser inferior al30%, pero las mujeres no son elegidas. Raramente lideran esas listas. Debería reconsiderarse la presencia de mujeres dentro de las instituciones», bajo la forma de cuotas, planteó.

Maass también cree que el hecho de que menos del50% de la población controle más del 80% de las instituciones «requiere una intervención correctiva», estableciendo cuotas.

Para Maass, el método más efectivo es aplicar el principio de alternancia de las llamadas listas «cremallera» o listas trenzadas, en las que un candidato hombre siempre es seguido por una candidata mujer o viceversa.

«Pero esto nunca ocurrirá en Italia», agregó, porque las mujeres que podrían promover esta medida en el parlamento son una cantidad ínfima y se enfrentan a la oposición de la mayoría masculina.

Cuando se trató de aprobar una modesta cuota del 30% en 2006, el intento terminó en insultos como los de Pippo Gianni, de la poderosa Unión Demócrata-Cristiana, quien emitió su famoso «las mujeres no deberían rompernos las pelotas».

Según Capelli, hay mucho más por cambiar dentro de la política. «Un sistema que no recompensa los méritos, sino la capacidad de moverse en una estructura masculina de poder solamente castiga a las mujeres», dijo.

«Para mí, la política es la capacidad de negociar y transformar los principios en acciones colectivas. Si se la reduce a una mera lucha de poder, solamente hay un grupo que tiene los recursos para llevarla a cabo. Y no son las mujeres», aseguró.

* Miren Gutiérrez es editora en jefe de IPS. Éste es el primero de una serie de dos artículos sobre las mujeres en la política italiana.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=93395