En contraste con la euforia expresada por amplios sectores del poder político y mediático ante los resultados del referéndum del pasado domingo, desde Ecologistas en Acción creemos que es fundamental destacar y analizar las causas de la bajísima participación registrada (42%) que se sitúa, incluso, por debajo de las cifras de abstención en las elecciones […]
En contraste con la euforia expresada por amplios sectores del poder político y mediático ante los resultados del referéndum del pasado domingo, desde Ecologistas en Acción creemos que es fundamental destacar y analizar las causas de la bajísima participación registrada (42%) que se sitúa, incluso, por debajo de las cifras de abstención en las elecciones europeas el pasado mes de junio.
Consideramos que el grueso de la abstención ha sido principalmente pasiva y apolítica, motivada principalmente por el desconocimiento del impacto de las políticas de la UE sobre los estados miembros, por la falta de identificación la ciudadanía con este proyecto europeo y por la percepción generalizada de la UE como un espacio político en el que no se puede influir mediante el voto. También nos parece evidente que un amplio porcentaje del NO proviene del voto de castigo al Gobierno por parte de votantes del PP.
Dentro del amplio espectro social de partidarios del NO y la abstención, Ecologistas en Acción se identifica con aquellos que rechazan este Tratado de Constitución Europea por su carácter antidemocrático, militarista, injusto, discriminatorio, excluyente y neoliberal. Entendemos que el proceso de ratificación de este Tratado completa la construcción de una UE alejada de la población e íntimamente conectada con los intereses de las empresas transnacionales y del capital europeo. Y consideramos que el 17% de votos en contra, un 6% de votos en blanco y un 58% de abstención deslegitiman la ratificación del tratado y su proyecto para Europa. Y confiamos que llegará el día en que la alta abstención pasiva en el Referéndum se convertirá en movilización activa ante una UE que arrasa con los últimos servicios públicos, manda tropas a terceros países para defender sus intereses económicos o alimenta conflictos bélicos (como en caso de Costa de Marfil).
Aunque la mayoría de las federaciones que componen Ecologistas en Acción pidieron el NO en esta campaña, se respetó la diversidad de posiciones y sensibilidades dentro de la Confederación y no se determinó el voto en el referéndum del 20-F. Sin embargo, desde el principio se participó activamente en la campaña con otros movimientos sociales contra esta Constitución Europea, bajo el lema «UE: desarrollo INsostenible».
Hemos hecho una campaña (en coordinación con muchas otras organizaciones como CGT, Baladre, RCADE, ATTAC, Asamblea Feminista, Espacio Alternativo o Corriente Roja) que ha tenido una incidencia mayor de lo esperado, si tenemos en cuenta las circunstancias que la han rodeado. Los partidarios del SÍ y el Gobierno no tuvieron nunca la intención de dar a conocer los contenidos y las consecuencias del Tratado Constitucional. La campaña por el SÍ se ha caracterizado por la constante manipulación y la información sesgada, incluso durante los dos días de «reflexión». De este modo estamos satisfech@s con el debate crítico que se ha impulsado sobre la UE y su papel en el mundo. Esta campaña nos anima a seguir con nuestra labor de información y sensibilización ante el grave impacto que tiene la UE sobre la vida de todos nosotr@s y nuestro entorno.
A este respecto, es significativo el número de personas con las que hemos tenido contacto directo en esta campaña y que nos transmiten su descontento con una UE cuya prioridad es el control del Mercado Único y su moneda. Ante el dinero y la competitividad, nuestras prioridades son las personas y su entorno. Y sabemos que también son las prioridades de la mayoría de la sociedad. En este sentido el resultado del referéndum abre claramente un espacio para la reflexión crítica sobre este proyecto de Europa y sobre el mundo que queremos.
La probabilidad de que no se ratifique la Carta Magna en cuatro países de la Unión (República Checa, Reino Unido, Dinamarca, Irlanda) es muy alta. Si desde los movimientos sociales del Estado Español hemos ayudado a que esto sea así, podemos estar satisfechos. Pero no vamos a parar aquí. Seguiremos trabajando para crear mecanismos de coordinación transeuropeos y resistencias locales que pongan freno a este proyecto de UE y a su plan de convertirse en el espacio más competitivo del mundo a costa del entorno y de las personas. Seguiremos trabajando para expandir el imaginario de lo posible y para construir otras formas de relacionarnos más humanas y respetuosas con las necesidades de las personas y su medio ambiente. Otro mundo es posible.