Todas las miradas estarán puestas el domingo en el resultado global en las elecciones regionales francesas de la izquierda frente a la derecha, porque de ahí saldrá el nuevo equilibrio político y el margen de maniobra que le quede al presidente Nicolas Sarkozy. Pero una zona será mirada con lupa por los analistas: en la […]
Todas las miradas estarán puestas el domingo en el resultado global en las elecciones regionales francesas de la izquierda frente a la derecha, porque de ahí saldrá el nuevo equilibrio político y el margen de maniobra que le quede al presidente Nicolas Sarkozy.
Pero una zona será mirada con lupa por los analistas: en la región históricamente de izquierdas que es Limousin, en el centro del país, la coalición alter-globalista Limousin, Terre de Gauche, que integra al Partido Comunista Francés (PCF), al Partido de Izquierdas y al Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), se enfrentará en la segunda vuelta al Partido Socialista y a los sarkozystas. Al frente de ella está Christian Audoin, líder local del PCF.
Tras el 13,1% de votos que obtuvieron en la primera vuelta, ¿por qué no abandonó al NPA y accedió a las presiones para fusionar su lista con la del PS?
Nosotros presentamos una propuesta de fusión con los socialistas y los Verdes, y se lo hicimos saber. Al mismo tiempo, nuestro proyecto unitario dejó claro a los votantes durante la campaña que queremos una izquierda apegada a sus auténticos valores, con un programa alternativo, muy antiliberal, y propuestas de realizaciones claras que nos permitirán defendernos del liberalismo, soluciones de resistencia y perspectivas de futuro. Chocamos con la intransigencia del PS. Un PS que se quedó sorprendido con nuestro 13,1% de la primera vuelta. El PS interpretó que ese resultado era el nacimiento de un polo que pone en duda su hegemonía. Y ha reaccionado frente a ese cambio… La manera que tuvo de concretar esa reacción fue rechazar que el NPA entrara en una futura mayoría de izquierdas. En nombre de la lealtad, que es uno de los valores de base de la política, yo no podía ceder a esas presiones. Era imposible tal desprecio con nuestros electores. Hubiéramos podido negociar un programa de izquierdas, pero no en esas condiciones.
¿Cómo se concretó ese rechazo del NPA por parte del PS?
«Nos opondremos a las directivas europeas que hagan peligrar los servicios públicos»
En la negociación, primero nos pusimos de acuerdo sobre el reparto de posiciones en unas listas electorales entre nosotros, de un lado, y el PS y los Verdes, de otro. Después examinamos la filosofía y la puesta en marcha de proyectos de una futura mayoría en el Consejo Regional, en el marco de una gestión compartida.
Yo di garantías de que nunca nosotros adoptaríamos posiciones que pudieran favorecer a la derecha. En nuestra coalición, el NPA confirmó que estaba en esa línea.
Pero atención, exigimos no tener que abandonar ni una sola parcela de nuestra identidad, de nuestra libertad de palabra ni de nuestra libertad de voto. Pactamos una fórmula de gobierno que incluía la elaboración conjunta de decisiones, y el PS lo aceptó, aunque a regañadientes. Y luego ocurrió lo que tenía que ocurrir. Me dijeron que una federación local del PS rechazaba la presencia de un electo del NPA, y que había que relegar a los candidatos del NPA fuera de las posiciones elegibles de las listas. Llegaron a proponerme una manipulación de circunscripciones para hacer posible esa maniobra. Era moralmente inaceptable.
¿Qué diferencia los programasdel Frente-NPA y del PS?
En primer lugar, el grado de determinación en el combate contra la derecha, y la posición frente al liberalismo. Nosotros proponemos no ceder ni un milímetro, y hacer que la gestión regional sea el escudo frente a la derecha y frente al liberalismo, sin compromiso. Es ese primer punto el que nos diferencia totalmente del PS. En segundo lugar, queremos cambiar el registro democrático, colocando en el centro del sistema de decisión a los ciudadanos. Se trata de crear asambleas participativas de ciudadanos en cada departamento, unas asambleas dotadas de poder de codecisión para los grandes asuntos regionales. Un punto muy particular es la cuestión de las ayudas públicas a las empresas, que son una de las grandes competencias de los consejos regionales en Francia. Nosotros exigimos que cada ayuda concedida a una empresa deba recibir primero el acuerdo de los trabajadores de esa empresa. Y que una vez concedida, comités de empresa y sindicatos se encarguen de hacer el seguimiento, evaluación y control. Ahí hay una diferencia neta con el PS.
No cita la defensa de los servicios públicos, quizá porque el PS también lo ha puesto con letras grandes en su cartel.
Sí, pero nosotros estamos por un frente de resistencia determinado y absoluto contra la demolición de servicios públicos que consideramos que está en marcha. Para esa defensa, hay un arma: la creación de los denominados polos públicos regionales. Proponemos un polo público para la economía y las finanzas. Será la manera de enfrentarnos al sistema bancario y de crédito, para obligarlo a reorientar los depósitos hacia la inversión regional y no hacia la especulación. La región tendrá algo que decir sobre adónde va la financiación. Ese mismo modelo será puesto en marcha para supervisar la gestión de transportes colectivos y para el agua.
Existen directivas europeas que prohíben a un ejecutivo regional tales propósitos…
Exacto. Pero permítame señalarle que la coalición que lidero reúne a las fuerzas que combaten el Tratado de Lisboa. Nuestro programa dice claramente que nos opondremos a las directivas europeas que comprometan la viabilidad de los servicios públicos. Y nos opondremos incluso rechazando la obligación legal que se nos impone de someternos a esas directivas. Nuestra idea es que, tras estas elecciones, la totalidad de las regiones de Francia puede entrar en resistencia y en contraofensiva. Si todas las regiones de Francia se niegan a aplicar directivas que desmantelan servicios públicos, empezaremos a hacer que retroceda el orden neoliberal. Llega el momento de izar la bandera de resistencia al liberalismo a escala regional, porque es en este ámbito donde la gente quiere resistir.
¿A qué nivel de voto será un éxito la experiencia de izquierda real que intentan el Frente y el NPA?
El 17% es una posibilidad real. Si superamos el 13,1% de la primera vuelta, los electores validan la experiencia política de creación de una nueva izquierda. Aquí estará el laboratorio de esa nueva izquierda.
¿Qué opina de lo ocurrido en otras regiones donde sus colegas del PCF, incluso en la primera vuelta, no hicieron como usted, sino que entraron en esquemas clásicos de alianza con el PS?
Creo que hemos entrado en una secuencia histórica nueva. La agravación de la crisis del capitalismo exige que concentremos todos nuestros esfuerzos en la construcción de una izquierda de combate. Esta permite la afirmación de la identidad de cada cual, pero tiene en común una prioridad: derrotar a la derecha; y una capacidad: también saber enfrentarse a la socialdemocracia cuando es necesario.
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