Alrededor de millón y medio de personas según los organizadores, algo más de medio millón para el Ministerio del Interior, la mayor demostración de fuerza en dos meses de protestas, exigieron ayer en las calles de Francia al Gobierno conservador la retirada de la reforma laboral que facilita el despido de los jóvenes principiantes. Confortadas […]
Alrededor de millón y medio de personas según los organizadores, algo más de medio millón para el Ministerio del Interior, la mayor demostración de fuerza en dos meses de protestas, exigieron ayer en las calles de Francia al Gobierno conservador la retirada de la reforma laboral que facilita el despido de los jóvenes principiantes. Confortadas por el éxito de la movilización, las organizaciones sindicales y estudiantiles proyectan la convocatoria de una huelga general los próximos días en caso de que el primer ministro, Dominique de Villepin, haga oídos sordos al clamor popular.
«No a los jóvenes desechables», «Derecho al futuro» o «Contrato Precariedad Eterna» fueron algunos de los lemas exhibidos por los manifestantes. Un dibujo caricaturizaba al primer ministro, Dominique de Villepin, rodeado de llamas con la frase «Contrato para el Infierno». «Chirac, Villepin, vuestro período de prueba se ha acabado», fue una de las consignas más coreadas por la comitiva intergeneracional, con una longitud superior a los seis kilómetros. «Por primera vez es una manifestación de toda la sociedad», celebró Julie Coudry, portavoz de la Confederación Estudiantil.
En Rennes, uno de los principales focos de la revuelta, el cortejo de 15.000 a 30.000 manifestantes estuvo encabezado por una fanfarria y estudiantes enfundados en sacos de basura con la inscripción «soy desechable». Al término de la marcha unas 300 personas invadieron las vías en la estación ferroviaria e interrumpieron el tráfico de trenes durante una hora.
En Marsella, con 130.000 manifestantes a ojo sindical, fueron lanzados huevos y globos con pintura a la fachada de la sede local de la patronal. En Nancy, Lille, Rennes, Clermont Ferrand, Marsella y París se produjeron actos de vandalismo y enfrentamientos entre grupos de alborotadores y fuerzas antidisturbios. En Lyón, donde desfilaron entre 10.000 y 25.000 manifestantes, se produjo una de las curiosidades de la jornada al registrarse enfrentamientos entre turcos y armenios. Los primeros habían acudido a protestar por la construcción de un memorial armenio en el centro de la ciudad. Los segundos engrosaban la marcha anti-CPE y les espetaron «fascistas», «negacionistas», «iros a casa». La Policía, que no pudo evitar las peleas a puñetazos y pedradas, tuvo que usar mangueras de agua a presión para dispersar a los dos bandos.
En París, la plaza de la Sorbona, escenario de los más graves incidentes acaecidos durante la crisis, permaneció vedada al público y protegida por un perímetro de seguridad con vallas de varios metros de altura y dotaciones antidisturbios con cañones de agua. La emblemática universidad, enclavada en el corazón del Barrio Latino, permanece cerrada desde su ocupación y desalojo policial el pasado fin de semana con enfrentamientos que causaron destrozos por importe superior al medio millón de euros. El Rectorado ha comunicado que no reabrirá hasta reparar la alarma de incendios y otros sistemas de seguridad dañados.
La huelga
Los líderes sindicales, que se reunieron a última hora en París para evaluar el resultado de la jornada, amenazaron con una convocatoria de huelga general en los sectores público y privado en caso de que Villepin siga en sus trece. «Si el Gobierno no retira el CPE, habrá que hacer un llamamiento común a una huelga interprofesional», declaró Jean Claude Mailly, secretario general de Fuerza Obrera.
«Lo esencial hoy es que el CPE no se aplique. Que el primer ministro elija luego las palabras que quiera para explicar eso», señaló Bernard Thibault, líder de la CGT. «No se dialoga sobre el CPE. Hay que retirarlo y abrir negociaciones sobre el conjunto de la problemática de acceso al empleo para los jóvenes», resumió François Chérèque, máximo responsable de la CFDT.