Introducción Como mencionamos en la entrega anterior, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se consolida como la primera potencia mundial a nivel económico y emprende su imperialismo en forma. Sin embargo, la caída de la Alemania nazi y sus aliados, también elevarían a la categoría de potencia planetaria extremadamente influyente a la URSS, que […]
Introducción
Como mencionamos en la entrega anterior, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se consolida como la primera potencia mundial a nivel económico y emprende su imperialismo en forma. Sin embargo, la caída de la Alemania nazi y sus aliados, también elevarían a la categoría de potencia planetaria extremadamente influyente a la URSS, que se convertiría en el enemigo a vencer por los norteamericanos, toda vez que ésta, representaría la negación del capitalismo, desatándose así la guerra fría.
Dentro de tal lucha, el gobierno estadounidense se servirá de la cultura popular y sus iconos (en ocasiones cuidadosamente diseñados para dicho fin) como instrumento de propaganda durante la Segunda Guerra Mundial y después durante la Guerra Fría, como el ya citado cómic del Capitán América.
Siendo así puesto que, el enfrentamiento contra el Bloque Soviético tendrá su principal foco de tensiones en las confrontaciones diplomáticas, por lo que resultará inevitable que el papel propagandístico adquiera especial importancia.
Sin embargo, los Estados Unidos se incorporaron tardíamente al núcleo de países que contaban con un servicio oficial encargado de desarrollar sus relaciones culturales con el exterior [1]. Ello debido a que su gobierno, dominado por las tendencias aislacionistas en la posguerra, había desmantelado completamente el aparato de propaganda de guerra en 1919, y no lo sustituyó por ningún otro organismo oficial.
De manera que, durante el periodo de entreguerras fueron las fundaciones privadas Rockefeller y la Carnegie, así como la corporación universitaria del Institute of International Education, las que protagonizarían la apertura cultural y científica de los Estados Unidos al exterior.
Y cuando se creó en julio de 1938 la Division of Cultural Relations en el Departamento de Estado, a éste sólo se le encargó la tarea de desarrollar los programas de cooperación científica y cultural con América Latina, área de interés prioritario debido a que se sentía la penetración de las actividades nazis.
Resultando entonces que, la gran maquinaria de la persuasión se levantaría en Estados Unidos justo tras la Segunda Guerra Mundial, aprovechando las experiencias de la propaganda de guerra y repitiendo, el patrón de las potencias europeas.
Hasta acelerarse extraordinariamente en 1950, cuando, con la escalada de la tensión, se propagó entre los norteamericanos la impresión de que los Estados Unidos estaban en una posición de debilidad frente a la Unión Soviética [2]. E intentando contrarrestar la propaganda comunista en Europa, aprueban la Smith-Mundt Act, en enero de 1948, misma que otorgaría bases legales para las operaciones de información y propaganda en tiempos de paz [3].
Además de ello, el Departamento de Estado y la U.S. Information Agency (USIA) a finales de los años cincuenta, adoptaran cinco premisas que orientaran la labor gubernamental en la proyección internacional de los Estados Unidos de América: Facts (para suscitar el estudio y conocimiento del país norteamericano); Appreciation (para promover la comprensión de la sociedad y el gobierno estadounidenses); Interest (para fomentar el sentimiento de comunidad de intereses con Washington); Trust (para sembrar la confianza en América); y Harmony (para crear lazos fraternales con el extranjero).
Tornándose como objetivo global de la acción informativa y cultural americanas: difundir la «fe» en Estados Unidos y el «modelo americano» entre ciudadanos y gobiernos foráneos. Pretensiones que estaban ya presente en la acción informativa y cultural desplegada por Washington en el exterior durante las dos guerras mundiales, pero que alcanzaran su máximo esplendor durante la Guerra Fría (1947-1991).
Siendo así porque, hacía los Estados Unidos existían en aquel momento variados prejuicios antiamericanos en buena parte de las regiones «en disputa», singularmente en Europa occidental y Latinoamérica.
Lo cual era debido a tres factores: el profundo descrédito del liberalismo tras la II Guerra Mundial (1939-1945), a la que se había llegado tras una larga época de turbulencias económicas y políticas en el mundo occidental; el prestigio popular de los movimientos comunistas en muchos países debido a su liderazgo en la resistencia antifascista y anti-japonesa; y el reforzado crédito de una victoriosa Unión Soviética.
Así, el gobierno de Estados Unidos a partir de entonces convierte la promoción activa del «modelo americano» en un elemento más de su acción exterior [4].
Formula en la que, los niños y pre-adolescentes serán imbuidos voluntaria e inadvertidamente de la cultura y valores patrióticos, mediante la lectura de cómics como Capitán América (1941). Mientras que los adolescentes y jóvenes adultos, recibirán su parte en las salas de cine, que se convierten hasta la fecha, en una poderosa arma de propaganda política y diseminación de valores y argumentos tradicionales.
Para ello, durante los años 50 se desarrollaran una serie de películas que compartirán un hilo argumental y su desenlace: un enemigo maligno y terriblemente poderoso que amenaza al mundo, con el fin de someter a los habitantes del planeta a una dominación absoluta (o, en no pocos casos, a la aniquilación directa y sin miramientos).
En tal sentido, será particularmente, el cine de terror popular de presupuesto bajo, o ínfimo, conocido como «de serie B o de serie Z», el que jugará un papel estelar.
Y de ese tipo de cine, serían tres las obras más representativas, pese al tópico y previsible de su argumento, destacando por ofrecer un producto no sólo correcto sino incluso brillante desde el punto de vista de la cinematografía, dirección y actuación: The Thing from Another World ( El enigma de otro mundo, La cosa o El invasor de otro mundo– 1951), It Came from Outer Space (Llegaron de otro mundo-1953) y The War of the Worlds (La Guerra de los mundos-1953) [5].
La lucha contra el comunismo en México
Desde finales del sexenio cardenista, cuando la corriente radical de la élite revolucionaria era relegada a segundo plano y el anticomunismo cada vez más se instala como uno de los pilares de la relación bilateral entre México y Estados Unidos, se verá al gobierno mexicano apoyar con mayor brío la cruzada anticomunista, promovida por Estados Unidos.
De manera que si bien, en México aparece el anticomunismo desde los años veinte, ante las políticas que los gobiernos revolucionarios aplicaron hacia la Iglesia y hacia la educación.
Serán la reforma agraria, así como el activismo obrero y campesino, durante el cardenismo, los factores que atizaran aún más el antagonismo ideológico con empresarios y clases medias, hasta reproducir los enfrentamientos que se vivían en Europa entre fascismo, democracia y comunismo.
Dentro de tal contexto, la influencia bolchevique en México sería también una fuente de preocupación para Estados Unidos, pese a que, el acercamiento entre los gobiernos de los dos países había contribuido a disolver la desconfianza que habían provocado las políticas injerencistas estadounidenses.
De manera que, para poner fin a una de las mayores preocupaciones que se manifestaban en Estados Unidos y en los medios empresariales y católicos mexicanos, Manuel Ávila Camacho, como presidente electo, declaró: «No, los comunistas no colaborarán en mi Gobierno. Los comunistas por sí mismos y por la fuerte corriente nacional contraria a ellos tendrán que irse diluyendo. Las ideas comunistas no han encajado, no pueden encajar en México» [6].
Declaración que sería el preámbulo de la formación de nuevos equilibrios al interior del régimen político, que se harían patentes a partir de que la coalición cardenista fue desplazada -y gradualmente desmantelada-, para ceder el lugar a organizaciones empresariales, a los católicos y, más en general, a las nacientes clases medias que miraban el cardenismo con desconfianza, y hasta con temor.
Pero más aún, la lucha contra el comunismo se fortalecería tras el ingreso de México a la Segunda Guerra Mundial y el consiguiente acercamiento con Estados Unidos, ya que la guerra daría píe a una relación bilateral como no se había dado hasta entonces entre ambos países.
Así, se dejaron atrás los reclamos por la expropiación petrolera y se da la primera visita de un presidente estadounidense en funciones a México, ocurrida el 20 de abril de 1943, cuando Franklin D. Roosevelt realiza una «visita relámpago» a nuestro país.
Visita que sería secundada por la del presidente Truman a México en marzo de 1947, un par de días antes de que éste presentara al Congreso de su país la solicitud de apoyo a Grecia y Turquía, así como su doctrina de defensa de la democracia donde quiera que estuviera amenazada por los comunistas.
Y, a partir de entonces, los gobiernos mexicanos se sumaran con más ahínco al combate anticomunista, toda vez que además coincidirá con la represión que los grupos empresariales en ascenso y el mismo gobierno cada vez más irán implementando contra la clase trabajadora.
Hechos que coincidirán con las necesidades de la Iglesia católica, dado que para ésta, el combate anticomunista representará una gran oportunidad para reintegrarse al régimen político y recuperar el liderazgo social que la Reforma de mediados del siglo le arrebato, liderazgo que no había recuperado ni siquiera durante el Porfiriato [7].
La iglesia católica mexicana contra el comunismo
Por consiguiente, la jerarquía católica mexicana, ayudará mediante Acción Católica, apostolado seglar (que pertenece a la sociedad laica y no al estamento eclesiástico o religioso. Sinónimos: secular) organizado, a desprestigiar y combatir las ideas comunistas. Todo alentado desde que en 1937 se publicará la encíclica Divini redemptoris de Pío XI sobre el comunismo ateo.
Siendo que en dicho documento, el pontífice asevero que el comunismo era intrínsecamente perverso, por lo que, no se podría admitir que colaborasen con él en ningún terreno, aquellos que quisieran salvar la civilización cristiana.
De ahí, la jerarquía mexicana así como los sectores más conservadores de las clases medias y altas del país, adoptarán la lucha contra el comunismo puesto que era un peligro para sus privilegios.
De manera que, terminando la guerra, la jerarquía católica mexicana ataca de forma sistemática al Partido Comunista Mexicano, así como a sus militantes y a los funcionarios estatales que, a su parecer, simpatizaban con la Unión Soviética o tenían ideas comunistas. Encontrándose en el centro de los ataques eclesiásticos el líder sindical Vicente Lombardo Toledano, los líderes magisteriales Dionisio Encinas, Luis Chávez Orozco, Luis Álvarez Barret y Gaudencio Peraza, entre otros.
Además de que, de forma simultánea, se enarbolará nuevamente el argumento tradicional respecto a la identificación entre catolicismo y mexicanidad, argumentando que la contribución de la Iglesia en la creación de la nacionalidad mexicana era fundamental además de estar esencialmente ligada a la historia nacional. Así, atacar al catolicismo será hecho aparecer por la Iglesia como una traición a la patria [8].
En tal sentido, la Conferencia Episcopal definió su postura por medio de su presidente el cardenal José Garibi Rivera, arzobispo de Guadalajara, quien escribió una «Exhortación de la Asamblea Episcopal al pueblo católico de México«, con motivo del inicio de año mariano. Documento en el que afirmará que el país vivía un momento complicado por la creciente presencia del comunismo en la sociedad.
De forma análoga se elaboraron y divulgaron folletos como Comunismo en México, en el que se afirmaba que el comunismo no era algo nebuloso e intangible que apareciera hace mucho tiempo en Rusia. Si no que el comunismo estaba aquí. Viviendo sus agentes en nuestras ciudades, tratando de pervertir a nuestros hijos, a partir de los libros que ellos escribían y obligarían a estudiar a los muchachos en sus escuelas.
Mientras que el sacerdote jesuita David Mayagoitia, que en su opinión, la barbarie soviética había cubierto de sangre y de ruinas a pueblos enteros, tales como Polonia, Hungría y más recientemente Cuba, se había lanzado al asalto de nuestra patria. Publica, en 1951, un folleto titulado ¡Definámonos! o católico o comunista, que para 1961 llegaría a nueve ediciones con un tiraje total de 360 000 ejemplares.
Además de ello, la Gaceta Oficial del Arzobispado de México, en el número de mayo de 1961, publicaría una carta dirigida a todos los sacerdotes, firmada por el padre Pedro Velázquez, director del Secretariado Social Mexicano (SSM). Misiva en la que convoca a una reunión de directores nacionales de obras de inspiración cristiana, en la que se habló sobre el comunismo, y tras dicha reunión se llega a dos conclusiones: la primera, iniciar una campaña de oración por Cuba así como por los países comunistas y la segunda, lanzar por todo el país la afirmación; «¡CRISTIANISMO SÍ, COMUNISMO NO!«.
Acciones a las que se les sumara una actuación primordial por parte de los movimientos laicos católicos, quienes publicaron escritos anticomunistas, y utilizaron los órganos de difusión de sus asociaciones para propagarlos.
Ejemplo de ello sería el Boletín de la Junta Central de la Acción Católica Mexicana (ACM) que publicó un «Mensaje a los cristianos de México«, en el que se exhortaba a la familia cristiana a hacer oración para evitar el avance del comunismo además de pedir la realización de acciones concretas. Aseverando de forma tajante: «declaramos que sólo desaparecerá definitivamente el comunismo, cuando los cristianos obremos como tales en la cuestión social» [9].
Postura de la Iglesia católica mexicana en contra del comunismo que también cobraría bríos a partir del macartismo, periodo llamado así porque el senador republicano Joseph McCarthy, perseguirá sin cuartel en los Estados Unidos a los comunistas, reales o supuestos. Tras afirmar tener en su poder una lista de 205 nombres de comunistas infiltrados en el Departamento de Estado que trabajaban ahí con la anuencia del propio Departamento.
Acusaciones que tendrían respaldo popular al ocurrir la guerra de Corea, en la cual el enemigo a vencer sería el comunismo, y exacerbaría la fiebre anticomunista desatada por McCarthy, misma que estaría plagada de calumnias y ataques infundados que disminuirían conforme llegaría el fin de esa guerra, en 1953. Y pese al desprestigio en el que caería el senador republicano, llevándolo a su caída, el anticomunismo estadounidense no terminó, simplemente se cambiaría de táctica.
De tal modo, la Iglesia católica lograría durante los dos primeros años de la década de los sesenta que el anticomunismo tuviera una fuerza y una coherencia que no se había visto antes. Particularmente en la ciudad de México, a partir de organizar concentraciones masivas en repudio al comunismo, en las que los oradores se sucedían de forma ininterrumpida para hablar de los horrores de ese sistema. E inundándose las calles con la leyenda «Cristianismo sí, comunismo no«, mediante las parroquias, las ventanas de casas y automóviles.
Expresión de ello sería la concentración realizada el 15 de mayo de 1961, en la Basílica de Guadalupe, que reunió a miembros de muchas organizaciones de laicos católicos, calculándose más de cincuenta mil personas.
Acto organizado por el Secretariado Social Mexicano, que supuestamente tenía como objetivo celebrar el aniversario de las encíclicas Rerum novarum y Quadragesimo anno, pero que se convirtió en el más vigoroso rechazo al comunismo. Afirmando el padre Pedro Velázquez, que el comunismo era el mayor cáncer que la humanidad hubiera sufrido en todos los tiempos, siendo la síntesis de las herejías [10].
Pero más aún, dicho periodo sería un momento histórico en el que la Iglesia se aliará a las elites económicas, políticas y sociales para contrarrestar el comunismo internacional.
Ejemplo de dicha alianza sería la creación de la Conferencia de Organizaciones Nacionales (CON), confederación de organismos católicos independiente de la jerarquía, que se formaría a principios de la década de los sesenta, por un grupo de seglares, que serían asesorados por el padre Pedro Velázquez. Y cuyo objetivo principal era formar un frente común católico para evitar la posible implantación del comunismo en México [11].
Así como la alianza establecida con el Partido Acción Nacional, de inspiración cristiana y los sucesivos gobiernos priistas que apoyaran la restauración de la Iglesia.
Y siendo que la Iglesia magnificaría el componente religioso del anticomunismo mexicano, la lucha adquiriría el carácter de cruzada respecto a la defensa religiosa, donde uno de sus símbolos más poderosos sería la virgen de Guadalupe.
Dentro de tal marco, uno de los actos más aberrantes ocurrido sería la Masacre de San Miguel Canoa, ocurrida la noche del 14 de septiembre de 1968 en el pueblo de San Miguel Canoa, junta auxiliar del municipio de Puebla ubicado en las faldas del volcán de la Malinche.
Ahí, fueron linchados cinco trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla que iban de excursión a la Malinche, pero al ser sorprendidos por la noche y la lluvia, tuvieron que quedarse a dormir en el pueblo, en la casa de un habitante que tenía problemas con sus vecinos y con el sacerdote del lugar.
De acuerdo a varias versiones, los habitantes del pueblo, instigados por el sacerdote, acusaron a los jóvenes de ser comunistas y de intentar instalar una bandera rojinegra en la iglesia del lugar en el contexto del Movimiento estudiantil de 1968, a dos semanas de que ocurriera la matanza de Tlatelolco.
Así, los habitantes del pueblo fueron despertados y, armados con machetes, palos y antorchas, se dirigieron a la casa en donde estaban hospedados los jóvenes, asesinado a tres de los cinco, así como al dueño de la casa.
Sin embargo, no hubo detenciones masivas ni se detuvo a los principales instigadores del linchamiento. Mientras que, los pocos que fueron encontrados culpables salieron de la cárcel al no poder demostrarse su participación en los hechos [12]. Evento que sería contado en la película Canoa de Felipe Cazals en 1975.
Impunidad que tendrá su explicación en el hecho de que, el anticomunismo se convirtió en la piedra de toque para la colaboración entre el Estado y la Iglesia en la preservación del statu quo, con base en un cuerpo de valores tradicionales que transmitían la obediencia a la autoridad, el respeto a las jerarquías de una sociedad desigual, machista y paternalista, el conformismo y la resignación.
Además de que, la intensa y amplia campaña emprendida por la Iglesia para denunciar el peligro comunista también sería un catalizador para la reconciliación entre el Estado y las clases medias, que el cardenismo había enajenado. Poniéndose fin así a la vieja hostilidad de los conservadores mexicanos hacia Estados Unidos, el gran vecino protestante [13].
La participación de la prensa en el combate al comunismo
En la lucha contra el comunismo, la prensa también tendría una participación importante, por medio de periódicos como el Fort Worth Star-Telegram, se advertía al público sobre el establecimiento del socialismo en Cuba, como la punta de lanza moscovita para esparcir el comunismo.
Mientras que el periódico Novedades de Nicaragua «encendía» los focos rojos» respecto a un supuesto plan comunista para derribar los gobiernos democráticos en el continente americano. De manera que, de acuerdo con el Novedades, Moscú, dirigía todo un plan comunista a nivel continental para derribar a todos los gobiernos democráticos.
Y para lo cual se presumía que la Unión Soviética había destinado millón y medio de dólares, además de que había estableciendo un premio de cien mil dólares para aquellos grupos que, siguiendo los intereses de Moscú, tuvieran mayor éxito en la creación de zozobras, angustias, perturbaciones del orden, actos de terrorismo, violencia anarquizante y sacrificio de algunas células con el fin de obtener «mártires» [14].
Mientras que, The Washington Post, de igual modo afirmaría que los diplomáticos cubanos eran enviados a todo el hemisferio «con el objetivo de instigar la subversión y la revolución», y dada su cercanía con Cuba, México era un blanco inmediato del comunismo.
Pero además, siendo que la revolución cubana ganó la simpatía de algunos sectores de la sociedad mexicana, como estudiantes e intelectuales, así como de parte de la izquierda. Ello representaría un gran reto para el gobierno de Adolfo López Mateos, pues en lo interno el descontento de sectores de trabajadores sería terreno fértil para la propagación de ideas reivindicativas.
De suerte que, dada la situación de conflicto que el país vivía, producto de sus propias contradicciones internas y por la influencia de la Revolución cubana, en la prensa extranjera se alertaba sobre el plan de los comunistas de derrocar al presidente López Mateos e incluso, se llegó a afirmar que «los rojos» tenían el plan de sentar en la silla presidencial al general Lázaro Cárdenas con un gabinete de marxistas, entre los que David Alfaro Siqueiros fungiría como ministro de Educación.
Dentro de tal contexto además, la negativa de México a romper relaciones diplomáticas con Cuba y a votar a favor de la expulsión de este país en la OEA, favorecería los rumores de que el comunismo ya se había infiltrado en el gobierno mexicano.
En tal sentido en 1962, el diario peruano La Prensa, aseguraba que México era un país estratégico para los comunistas, porque confiaban en aprovecharse de las diferencias existentes entre los Estados Unidos y México, para acentuar la penetración hacia el corazón de América que ganaron en Cuba.
Así como se aseguraba que en México la Unión Soviética había levantado un centro de propaganda, con más colaboradores y más fondos que en todos los otros países latinoamericanos. E indicaban que en México había en funcionamiento poderosas y bien dotadas agencias subversivas, como las embajadas rusa y cubana [15].
La democracia y la lucha contra el comunismo en América Latina
Este hemisferio es nuestro hogar.
Aquí vivimos. Esta gente [los latinoamericanos]
son nuestros vecinos. Si no podemos hacer que funcione
[el modelo estadounidense] aquí donde vivimos, entonces
¿cómo podemos esperar que funcione en cualquier otra parte?
Lyndon Johnson, 1967.
De la mano de lo expuesto anteriormente, podremos observar en el siglo XX que, además de lo ideológico, después de 1945, Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría, incurrirá de manera sistemática en el intervencionismo directo, hasta desarrollarlo de manera global.
Abarcando tanto a Europa occidental como a varios países de Asia, África y América Latina. Regiones de las cuales, la última, sufriría entre 1954 y 1967, el injerencismo, primero sobre Guatemala, después sobre Panamá, Cuba, Brasil y la República Dominicana.
Hechos en los que si bien, como hemos tratado de destacar, históricamente Estados Unidos ha recurrido a diferentes instrumentos para intervenir en la política interna de sus vecinos latinoamericanos: desde la manipulación del reconocimiento diplomático, hasta el envío de tropas o buques de guerra para presionar al país con la amenaza de una invasión, así como al bloqueo comercial y al financiamiento clandestino de la oposición.
La característica esencial de los gobiernos latinoamericanos en el siglo XX, será la fabricación de revoluciones y dictaduras, desde lo EE.UU, así como el fomento de golpes militares, a partir de la defensa de la democracia.
No obstante que, en cada discusión a propósito del orden regional se enfatizará el compromiso con el principio de no intervención, pues según los latinoamericanos la condición «sine qua non» del nuevo orden debía ser, la aceptación irrestricta, por parte de Estados Unidos, del principio de no intervención.
De manera que, la defensa y promoción de la democracia, que eran el leitmotiv de la Doctrina Truman, solo resulto ser (y continua resultado ser) una buena cubierta para que los Estados Unidos intervinieran en los asuntos internos de los países en los que se sospechaba habían caído bajo la influencia del comunismo.
Así, Washington intervendría entre 1945 y 1970, en la vida interna de los países latinoamericanos. Para lo cual recurrió a instrumentos diplomáticos tradicionales como el reconocimiento de gobiernos hasta el bloqueo económico, pasando por operaciones encubiertas, campañas de propaganda y financiamiento de partidos políticos afines.
Hechos que a su vez, a diferencia de lo que ocurrió en el bloque socialista, llevarían a que el sistema democrático no se haya impuesto hasta la fecha en América Latina, ni en su modalidad estadounidense, no obstante se realizaran tímidos esfuerzos en esa dirección, que en los primeros años de la posguerra recibieron el apoyo del Departamento de Estado.
Siendo así porque, el combate al comunismo en muchos países de la región, en realidad afianzaron el poder de las oligarquías locales en su lucha contra la clase trabajadora, y en su búsqueda de ganancias, más que democracias lo que han necesitado históricamente han sido gobiernos autoritarios y dictaduras.
En tal sentido, el presidente Eisenhower estaba convencido de que el comunismo ejercía una gran influencia en los países latinoamericanos, por lo que, decidió apoyar a dictadores que eran «predecibles y eficientemente anticomunistas».
De suerte que, al fortalecer a las oligarquías nacionales, podía esperar la represión de los comunistas, el control del movimiento obrero y la interrupción de relaciones con la Unión Soviética [16]. Tal como ocurriera en Europa, donde Estados Unidos apoyo y fortaleció a la burguesía, ante la amenaza de que ésta perdiera su fisonomía capitalista.
Todo lo cual ha llevado a que, los grupos económicos más poderosos estadounidenses han sido el pivote para aumentar el poder global del bloque capitalista, así como el poder mismo de los Estados Unidos [17].
La contrainsurgencia en América Latina [18]
Uno de los factores que marcara de manera definitiva, y hasta la fecha, la vida de América Latina será la aplicación de la contrainsurgencia.
Política militar represiva que se aplicara contra a la clase trabajadora latinoamericana principalmente, esbozándose desde los Estados Unidos, después de que el presidente Milton Eisenhower, en 1958, realizará una gira por nuestro continente y tras ello, elabora un segundo informe en el cual describe que para él, la verdadera amenaza eran la pobreza y el subdesarrollo.
Además, Milton consideraba que la región estaba «al borde de un gran sobresalto», resultado de una demanda creciente de revolución social. Revolución que para Eisenhower tenía una de sus causas en la insatisfacción existente en las relaciones con Estados Unidos. Análisis que sería confirmado en enero de 1959, tras el triunfo de la Revolución cubana, que estableció un poderoso reto al orden hemisférico.
Orden que también se vería afectado por la caída del gobierno del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz. Donde participó activamente la administración Eisenhower, causando indignación en toda América Latina, e hiriendo de forma perdurable las relaciones interamericanas [19].
Así como por la conmoción ocurrida en la opinión pública estadounidense y en Washington, tras la violenta acogida que enfrentó el vicepresidente Richard Nixon, en mayo de 1958, en una gira que hizo en América Latina.
En tal contexto, Washington vería el futuro de la región en una disyuntiva entre reforma o revolución. Aceptando la administración Eisenhower que era urgente una nueva política hacia América Latina, donde el principal problema era el bajo nivel de vida de la población. Por lo que, una de las primeras expresiones de cambio sería el anuncio por parte del secretario del Tesoro, Douglas Dillon, sobre la creación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que sería un agente de financiamiento del desarrollo y un impulsor de reformas institucionales.
Sin embargo, quien realmente pondría en marcha la nueva política hacia América Latina sería el presidente Kennedy, después de que el 13 de marzo de 1961 anuncia al Congreso la creación de la Alianza para el Progreso (Alpro), programa de asistencia económica que prometía a América Latina 20,000 millones de dólares en donativos y préstamos para obras de infraestructura, educación, salud, agricultura y desarrollo industrial.
Mientras que los gobiernos receptores de dicha «ayuda», se verían comprometidos a introducir reformas institucionales que garantizaran que los avances derivados del programa beneficiaran a toda la población. Teniendo por objetivo primordial, evitar otra revolución cubana.
Así, la Alpro sería la fórmula intervencionista más ambiciosa que hasta ese momento hubieran realizado los Estados Unidos e interpretada por el presidente Kennedy, como un amplio esfuerzo de cooperación, sin paralelo en magnitud y nobleza de propósito, para satisfacer las necesidades básicas de los latinoamericanos de vivienda, trabajo, tierra, salud y escuelas [20].
Sin embargo, después de la Alpro, que modifica los equilibrios internos de las sociedades latinoamericanas, en menos de cuatro años, nuevamente se pasará a apoyar a los grupos locales que defendían el statu quo, pero esta vez reforzando la represión obrera mediante la contrainsurgencia.
Para lo cual, la administración de Kennedy modificara permanentemente las relaciones con los militares latinoamericanos, a partir de apoyar la reorientación de las fuerzas armadas hacia la seguridad interna y el combate al llamado enemigo interno.
Aspectos dentro de los cuales cada vez más se recurrirá y perfeccionaran las operaciones encubiertas, mediante criminales, que vinculados con agentes del Estado como militares y demás, darán cuerpo a los llamados grupos de paramilitares, que a su vez darán forma a la llamada época de la Guerra Sucia en América Latina, y que aún pervive en nuestro continente.
En el presente, una muestra de dicho actuar en nuestro país se ha presentado en la región fronteriza, particularmente en Tamaulipas, región de donde han sido desaparecidas en el presente año 23 personas, por policías federales.
Al respecto, el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU), Zeid Ra’ad Al Hussein, ha dicho que, las personas desaparecidas habrían sido detenidas por personal uniformado mientras caminaban o manejaban por carreteras, encontrándose en varios casos vehículos al lado del camino, que fueron quemados y baleados.
E informándose que, muchas de las personas agraviadas, habrían sido detenidas arbitrariamente y desaparecidas mientras realizaban su vida cotidiana, además de que al menos cinco de las víctimas han sido menores de edad, tres de ellas de tan solo 14 años [21].
Y dentro de la misma lógica, el 16 de febrero de 2002, un grupo de soldados torturaron sexualmente y violaron a Valentina Rosendo Cantú, mientras se encontraba lavando su ropa en un riachuelo de la comunidad de Barranca Bejuco, municipio de Acatepec, en el corazón de la Montaña en Guerrero.
Así como, el 22 de marzo, tres soldados abusaron sexualmente de Inés Fernández Ortega, en Barranca Tecuani, en Ayutla de los Libres, municipio vecino. Todo mientras los militares se encontraban realizando tareas de erradicación de enervantes.
No obstante, la realidad es que, ambas agresiones forman parte de las agresiones que las comunidades me’phaa y na’savi de la Montaña y la Costa Chica de Guerrero han sufrido a raíz de la militarización de sus territorios desde 1994, y que como hemos indicado es una herencia de la guerra sucia de la década de los años 70 del siglo pasado.
Resultando entonces que, la lista de agresiones castrenses a la población civil ha sido enorme. Tan sólo en 1994 la indígena Teresa de Jesús Catarina y otras cuatro mujeres fueron violadas por militares. Así como en 1998, una brigada médica de la Secretaría de Salud esterilizó con engaños a 30 indígenas de La Fátima, Ojo de Agua, Ocotlán y el Camalote. En tanto que, en 1998, 10 personas fueron masacradas por el Ejército en El Charco.
Todo lo cual se ha enmarcado dentro de la operación Azteca 21, diseñada por el Ejército desde la 35 Zona Militar, misma que designo al 41 batallón de infantería para que supuestamente se enfocara a la erradicación de plantíos de amapola, así como aplicará de la ley federal de armas de fuego y explosivos [22].
Mientras que en países como Honduras, después del golpe de Estado, que en 2009 derrocó al entonces presidente Manuel Zelaya, se generó una violación masiva de derechos humanos.
A partir de que, paulatinamente la represión pasó de ser masiva y generalizada a ser selectiva y dirigida en perjuicio de personas consideradas por el gobierno de facto como desestabilizadoras del régimen golpista.
Así, el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh), ha considerado que resurgió la desaparición forzada «como una herramienta de control social y político, donde las víctimas se han diversificado«.
Además de que denuncia que el habeas corpus [23] sigue siendo un «instrumento ineficaz para rescatar con vida a la víctima de la desaparición forzada», y que el «marco jurídico orientado a evitar este crimen, es deficiente».
Señalando al respecto que, han sido 13 las personas detenidas desaparecidas en forma forzada en los últimos años, en su mayoría defensores de derechos humanos y miembros de la resistencia contra el golpe.
Casos que, en ninguno de los cuales se han juzgado a los responsables materiales e intelectuales. Y a los que se agregan el del joven de 23 años Manuel de Jesús Bautista Salvador, detenido y luego desaparecido en el marco de la crisis post-electoral del año pasado [24].
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El Financiero. Reino Unido quiere a México como su socio. 22-05-2018.
La Jornada. Martes 22 de mayo de 2018
La Jornada. Miércoles 23 de mayo de 2018.
DOCUMENTOS DE TRABAJO IELAT. Nº 38 – Mayo 2012. Entre dominación europea y estadounidense: independencia y comercio exterior de México (siglo XIX). Por: Walther L. Bernecker.
Revista CIDOB d’Afers Internacionals, núm. 91, p. 197-220. La política exterior neoconservadora en Estados Unidos Cambios, continuidades y perspectivas. Por: Mariano Andrés Guida.
Universidad de Alcalá / ACISAL. 1898 EN EL CONTEXTO DEL INTERVENCIONISMO NORTEAMERICANO EN HISPANOAMÉRICA. Por: Carmen Pumar Martínez.
Notas
[1] La administración francesa fue la primera en dotarse de un organismo específico en tiempos de paz para desarrollar esas políticas al crear en 1920 el Service des Oeuvres Françaises à l’Étranger, fruto de la reconversión de la Maison de la Presse, el servicio que había dirigido la propaganda bélica en el exterior desde 1915 10. La división del SOFE en tres grandes secciones, dedicadas, respectivamente, a la política universitaria y escolar, la política artística y literaria, y la de turismo y deportes, ya ponía de manifiesto unas prioridades, unas divisiones administrativas y unos repertorios de acción que han caracterizado la política del Quai d’Orsay durante gran parte del siglo XX.
Alemania también incluyó en el organigrama de la Wilhelmstrasse, desde 1920, una Dirección de la Germanidad en el Extranjero y de Asuntos Culturales, reducida más tarde al nombre de Dirección de Asuntos Culturales (Kulturabteilung), encargada de la política cultu ral, especialmente de la atención a la emigración y del apoyo a las escuelas alemanas en el extranjero 11. El ministerio de Estado español se sumó a esa corriente, impresionado por la enorme actividad que desplegó el SOFE desde sus inicios, y trató de emularlo creando en 1922, a título experimental, una sección de Relaciones Culturales, el embrión de lo que sería a partir de 1926 la Junta de Relaciones Culturales, dotada de presupuesto propio y amplias competencias 12. Italia comenzó a abrir Institutos de Cultura Italiana en el extranjero desde 1926, y en 1938 creó en Roma un Instituto Nacional de Relaciones Culturales con el Extranjero (IRCE). En el Reino Unido no se tomó ninguna iniciativa en materia de propaganda cultural hasta una fecha relativamente tardía, 1934, cuando la amenaza de la Alemania nazi se hizo evidente. Ese año se creó un British Commitee for Relations with other Countries, una comisión que originalmente debía sostenerse con las contribuciones de los particulares y con el apoyo sólo moral de diversos departamentos ministeriales, cuya misión era «hacer más conocido en el extranjero la vida y el pensamiento de los pueblos británicos». Ése fue el antecedente del British Council, constituido definitivamente en 1940, ya comenzada la guerra, para contrarrestar la propaganda alemana. Extraído de: Uso y abuso de las relaciones culturales en la política internacional. Por: Antonio Niño. Universidad Complutense de Madrid. PDF
[2] El gobierno soviético, por su parte, fue maestro y pionero en el arte de utilizar la propaganda como un instrumento normal de su política exterior. La debilidad de los bolcheviques en los primeros momentos de la guerra civil les impulsó a usar intensivamente su influencia sobre la opinión en otros países para paralizar la intervención aliada en su contra. Más tarde crearon la Internacional Comunista como una organización de propaganda internacional permanente y a gran escala. También ellos se dotaron de un organismo encargado específicamente de la propaganda cultural, el VOKS (Sociedad Panunionista para la Amistad y las Relaciones Culturales con los Países Extranjeros) fundado en 1925, y que tan eficaz labor desempeñaría en la movilización de los intelectuales extranjeros contra los pretendidos planes de «intervención imperialista» en la Rusia soviética. Extraído de: Uso y abuso de las relaciones culturales en la política internacional. Por: Antonio Niño. Universidad Complutense de Madrid. PDF
[3] Uso y abuso de las relaciones culturales en la política internacional. Por: Antonio Niño. Universidad Complutense de Madrid. PDF
[4] Niño Antonio y Montero José Antonio (eds.) GUERRA FRÍA Y PROPAGANDA Estados Unidos y su cruzada cultural en Europa y América Latina. Siglo Veintiuno, 2012. PDF Cap. 5.
[5] Espéculo. Revista de estudios literarios . Universidad Complutense de Madrid. El cine de terror norteamericano de los 40 y 50 como instrumento de propaganda anti-comunista. Por: Javier Martín Párraga. http://www.ucm.es/info/especulo/numero46/.html
[6] ESTADOS UNIDOS Y LA CONTENCIÓN DEL COMUNISMO EN AMÉRICA LATINA Y EN MÉXICO. Por: Soledad Loaeza. PDF.
[7] ESTADOS UNIDOS Y LA CONTENCIÓN DEL COMUNISMO EN AMÉRICA LATINA Y EN MÉXICO. Por: Soledad Loaeza. PDF.
[8] ¡Cristianismo sí, comunismo no! Anticomunismo eclesiástico en México. Por: María Martha Pacheco. PDF.
[9] ¡Cristianismo sí, comunismo no! Anticomunismo eclesiástico en México. Por: María Martha Pacheco. PDF.
[10] Por los campesinos hablaría Gumersindo Magaña y por los obreros Antonio Jardón; declarando ambos dirigentes que la mayoría de sus colegas eran católicos y que no les convencía el comunismo por ser una «doctrina del odio», atea y mentirosa.
En representación de los estudiantes hablaría Manuel Ignacio Ulloa; por la ACJM Miguel Ángel Portillo, y por el Movimiento Familiar Cristiano, el licenciado Roberto Ibáñez, quien afirmó que la tesis del comunismo era herética y bárbara, porque estaba inspirada por Satanás, quien quiere aplastar la verdad fundamental de que el hombre está hecho para conocer, amar y servir a Dios».
Además, dentro la misma campaña participaron personajes como Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca y presidente en ese momento de la Comisión Episcopal para la Educación y la Cultura, quien afirmaba que los padres debían de participar en las organizaciones de padres de familia para contrarrestar la acción comunista en las escuelas de sus hijos. Así como el obispo Samuel Ruiz, quien advirtió a sus feligreses del peligro comunista.
Destacando también el activismo de los dirigentes de los movimientos católicos laicos, empezando por los líderes de las cuatro ramas de la Acción Católica Mexicana y de todas sus asociaciones filiales.
Otra expresión del mismo anticomunismo sería el conflicto que tuvo lugar en Puebla, cuyo principal campo de acción sería la Universidad Autónoma de Puebla (UAP). Después de que, en abril de 1961 un grupo de estudiantes organizará una manifestación de repudio a la invasión de Bahía de Cochinos.
A partir de ahí, los sectores conservadores de Puebla, entre los que estaban el Frente Universitario Anticomunista (FUA) y parte de la jerarquía católica, calificaran a la UAP como un reducto comunista. Por lo que pedirán la reforma de dicha institución, pidiendo la renuncia de los funcionarios pro comunistas, así como demandaron cambios en la Ley Orgánica de la Universidad.
Eventos que serían la oportunidad ideal para que la Iglesia poblana hiciera una serie de declaraciones y concentraciones masivas apoyadas por el Comité Coordinador Permanente de la Iniciativa Privada, organismo creado a raíz del conflicto con el objetivo de representar a los padres de familia pertenecientes a los sectores bancario, empresarial y comercial de Puebla.
Así, en el conflicto participara de forma muy activa el arzobispo poblano Octaviano Márquez y Toriz, quien publicó el 15 de mayo una pastoral para que fuera leída y explicada por partes en todas las misas que se oficiaran en su arquidiócesis durante los tres domingos siguientes a su recepción. Condenando en dicho documento, de manera enérgica al comunismo, el cual según decía, entre otras cosas, afectaba «todo el orden de nuestra civilización cristiana y mexicana y [los comunistas] lo amenazan de total destrucción».
El problema de Puebla pudo ser mantenido por el gobierno federal dentro de los límites de la UAP, y hacia octubre de ese mismo año la prensa nacional dejó de informar sobre el asunto.
Extraído de: ¡Cristianismo sí, comunismo no! Anticomunismo eclesiástico en México. Por: María Martha Pacheco. PDF.
[11] La CON agruparía a asociaciones católicas que irían desde la Venerable Orden Tercera de San Francisco hasta el Club Dios y Montaña, pasando por el Movimiento Familiar Cristiano. Así, en el año de 1962 la CON contaría con 46 asociaciones afiliadas y para 1968 ya serían 53.
El documento principal de la CON sería Información básica, y en él se encontraría una visión compartida por muchos católicos, contra las actividades comunistas en México, así como la estrategia anticomunista que se pretendía seguir.
Así, Información básica establecía que el fin último de la CON era la «instauración del orden social cristiano en México» y sus fines inmediatos la «afirmación cristiana para impedir la implantación del Estado comunista en México» y la «transformación de las instituciones». Además de «fortalecer por todos los medios, la Unión de Padres de Familia», principalmente.
Mientras que en lo referente a los medios educativos, aseguraría que los comunistas estaban presentes en las escuelas normales; en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Enseñanza; en la Universidad Nacional, principalmente en las escuelas de Economía, Ciencias Políticas y Sociales y Filosofía y Letras; en el Instituto Politécnico Nacional; en el Instituto de Antropología e Historia y en posiciones clave de la Secretaría de Educación Pública, en donde según la CON, el texto único obligatorio le era propicio a los comunistas, puesto que controlan su orientación.
Extraído de: ¡Cristianismo sí, comunismo no! Anticomunismo eclesiástico en México. Por: María Martha Pacheco. PDF.
[12] Daniel Hernández (13 de septiembre de 2013). «A 45 años del linchamiento en Canoa, nunca se hizo justicia«.
[13] ESTADOS UNIDOS Y LA CONTENCIÓN DEL COMUNISMO EN AMÉRICA LATINA Y EN MÉXICO Soledad Loaeza. PDF.
Para un observar con más detalle las relaciones entre el empresariado y la iglesia se puede consultar: México arde al calor empresarial, de mi autoría, en Rebelión.
[14] Guerra Fría, propaganda y prensa: Cuba y México ante el fantasma del comunismo internacional, 1960-1962. Por: Gabriel López López. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. PDF.
[15] Guerra Fría, propaganda y prensa: Cuba y México ante el fantasma del comunismo internacional, 1960-1962. Por: Gabriel López López. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. PDF.
[16] ESTADOS UNIDOS Y LA CONTENCIÓN DEL COMUNISMO EN AMÉRICA LATINA Y EN MÉXICO Soledad Loaeza. PDF.
[17] Silva Michelena José A. Política y bloques de poder. Crisis en el sistema mundial. Siglo Veintiuno, decimocuarta edición, 2007. Pág. 57.
[18] Para más datos al respecto se pueden consultar algunos trabajos de nuestra autoría en Rebelión.
[19] La relación de Estados Unidos con la región sufriría intensamente los efectos del trabajo conjunto de John Foster Dulles, y de su hermano, Allen Dulles, en las decisiones de política exterior, uno a la cabeza del Departamento de Estado y el otro como director de la CIA, cuya influencia se acrecentó, y con ella se extendió el recurso a las operaciones encubiertas.
Por ejemplo, en 1953 concluyeron con éxito una operación de desestabilización del gobierno nacionalista de Mossadeg en Irán; después pusieron la mira en Guatemala, donde el presidente Arbenz había emprendido una reforma agraria, entre otras, que afectaba los intereses de la gran corporación estadounidense, United Fruit.
No obstante, el principal argumento en contra de este gobierno era la participación de comunistas como titulares de carteras ministeriales, así como la creencia de que el propio Arbenz y su esposa eran miembros del partido comunista.
La importancia de este episodio estriba en que estableció un patrón de acción para la desestabilización de gobiernos que podían transmitir el contagio comunista en la región; al que habrían de recurrir los sucesores de Eisenhower, John Kennedy, Lyndon Johnson, Richard Nixon y Ronald Reagan.
Los primeros pasos de la operación contra Arbenz estuvieron a cargo del secretario Dulles, quien en la X Reunión de Consulta de la OEA en Caracas, celebrada el 28 de marzo de 1954, presionó a los miembros de la organización para que emitieran una declaración que condenaba al comunismo como una amenaza al hemisferio.
Unas semanas después un oficial del ejército guatemalteco, Carlos Castillo Armas, inició desde Honduras la invasión de su país a la cabeza de grupos paramilitares financiados por la CIA.
En el contexto de la época este golpe fue una advertencia para todos los países latinoamericanos, así como el origen de la tragedia guatemalteca de la segunda mitad del siglo xx.
En mayo de 1958 el vicepresidente Nixon y su esposa realizaron una gira por varios países de América del Sur, la cual, de manera inesperada, concluyó en lo que la prensa estadounidense calificó como una debacle.
Sorpresivamente, en Lima el vicepresidente enfrentó a una multitud rabiosa, formada sobre todo por estudiantes universitarios que lo encararon para reclamarle la explotación de los recursos naturales peruanos; en Caracas una turba embravecida bañó con escupitajos a la pareja Nixon y atacó con furia el coche en el que viajaban, el cual hacían brincar con tal violencia, que el vicepresidente creyó que los iban a matar. A gritos le reprocharon el descuido de Estados Unidos y la complicidad con el dictador Marcos Pérez Jiménez, a quien el presidente Eisenhower acababa de condecorar.
La interpretación de la mayoría de los medios de opinión en Estados Unidos fue que estas demostraciones de hostilidad habían estado inspiradas, si no es que organizadas, por los soviéticos; y, de nuevo, afirmaban que formaba parte de un plan que involucraba a otros países en Europa y en Medio Oriente.
Sin embargo, no dejaron de reconocer que la indignación de los latinoamericanos tenía justas razones: desde el deterioro de los términos de intercambio hasta el apoyo a las dictaduras militares. Extraído de: ESTADOS UNIDOS Y LA CONTENCIÓN DEL COMUNISMO EN AMÉRICA LATINA Y EN MÉXICO. Por: Soledad Loaeza. PDF.
[20] ESTADOS UNIDOS Y LA CONTENCIÓN DEL COMUNISMO EN AMÉRICA LATINA Y EN MÉXICO. Por: Soledad Loaeza. PDF.
[21] El País. Naciones Unidas denuncia la desaparición de 23 personas en Nuevo Laredo a manos de fuerzas federales. 30-05-2018.
[22] La jornada. Valentina Rosendo Cantú: la hora de la justicia. Por: Luis Hernández Navarro. Martes 5 de junio de 2018.
[23] Procedimiento jurídico mediante el cual cualquier ciudadano puede comparecer inmediatamente ante el juez para que este determine sobre la legalidad del arresto.
[24] Rebelión. La desaparición forzada en Honduras. Cofadeh pide nuevo marco normativo y fiscalía especial. Por: Giorgio Trucchi. Rel-UITA. 07-06-2018.
Ramón César González Ortiz es Licenciado en Sociología y Maestro en Estudios Políticos por la UNAM.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.