En raras ocasiones un día de acción y huelgas provoca reacciones tan negativas por parte de los medios de comunicación y los empresarios. Una editorial de un periódico regional acababa con las siguientes palabras: «Resumiendo, las huelgas del lunes son malas para nuestra economía y no conseguirán nada. Todo el mundo lo sabe, todos lo […]
En raras ocasiones un día de acción y huelgas provoca reacciones tan negativas por parte de los medios de comunicación y los empresarios. Una editorial de un periódico regional acababa con las siguientes palabras: «Resumiendo, las huelgas del lunes son malas para nuestra economía y no conseguirán nada. Todo el mundo lo sabe, todos lo entienden, con la excepción de los sindicatos. ¿Es que estas personas viven en un planeta diferente?»
Las organizaciones de empresarios también se negaron a mostrar la más mínima «comprensión» por las acciones sindicales del lunes 6 de octubre. El día posterior al anuncio del día de acción por parte de los dirigentes de los sindicatos socialista, cristiano y liberal, los empresarios comenzaron una ofensiva brutal. Karel Van Eetveld, líder de UNIZO, la organización empresarial de la pequeña y mediana empresa, insistía en la necesidad de aumentar la semana laboral de 38 a 48 horas. También se mostraba favorable a la eliminación de la escala móvil salarial y dijo a los sindicatos que no existía el más mínimo margen para un aumento salarial.
Por supuesto, debemos recordar que hace sólo unos meses los empresarios decían que en Bélgica no existía un problema real de pérdida de poder adquisitivo. Para ellos sólo se trataba de un problema de la materia gris entre nuestros oídos, es decir, una cuestión psicológica, una «histeria» repentina, como les gusta describirlo. En realidad, hacían referencia a sus propios… beneficios.
La verdadera «realidad» que viven cotidianamente los trabajadores, los desempleados y los jubilados es bastante diferente. Algunos aspectos del aumento de la pobreza son ya preocupantes. Menos personas pueden permitirse comprar sus medicinas. Algunos incluso tienen que pedir un crédito al farmacéutico. Un número creciente de padres jóvenes no pueden comprar la leche en polvo para sus bebes. La cuestión del declive de los ingresos une a la población por encima de las fronteras lingüísticas. El 88 por ciento de la población flamenca piensa que la vida es más cara que el año pasado. Más de la mitad de los balones dicen que no ganan suficiente para garantizar sus condiciones básicas de vida. Mientras tanto, los líderes políticos de casi todos los partidos están totalmente absorbidos por la «reforma del Estado» diseñada para devolver más poderes estatales a las regiones. El abismo entre los belgas corrientes y los políticos es inmenso.
Acciones contra los bancos y los monopolios energéticos
El día de acción es la continuación de la oleada de huelgas y manifestaciones que se vienen produciendo desde principios de año. El sindicato socialista decidió convocar una huelga general de 24 horas, pero en nombre de la «unidad» con los demás sindicatos, se convirtió en un «día de acción», un nuevo disparo de advertencia, donde cada uno de los distintos sindicatos industriales y regionales podía darle un contenido diferente.
Es importante que todos los sindicatos del transporte público (ferrocarriles, autobuses, tranvías y metro) convocasen un paro total del sistema. Fue todo un éxito conseguir, por sí solos, una parálisis parcial del país. En el sur del país casi todo el transporte público y privado quedó paralizado. En el norte el sector combativo del sindicato socialista de Trabajadores de la Petroquímica y el Petróleo (AC Antwepen-Waasland) organizó un paro de toda la actividad industrial portuaria. Se organizaron bloqueos de carreteras en todas las principales rutas que llevaban a las zonas industriales. Muchos supermercados en las grandes ciudades cerraron sus puertas. Los trabajadores del textil y sus sindicatos organizaron una manifestación masiva en la ciudad de Ghent. La sangría de empleos (1.600 despedidos) en menos de cinco semanas en la industria textil fue utilizada por la dirección sindical para desconvocar algunas huelgas. El día de acción, indudablemente un éxito, podría haber sido mayor si los distintos dirigentes sindicales no hubiesen decidido sabotear desde dentro la solidaridad sindical.
El líder del sindicato socialista de trabajadores metalúrgicos flamencos encabezó el frente contra la huelga. Ya es conocida su posición nacionalista flamenca y en parte es responsable de la ruptura del sindicato en líneas lingüísticas. «No es un buen momento para la huelga», es lo que pudieron leer los trabajadores metalúrgicos perplejos en los periódicos del fin de semana. «Hay muchos problemas económicos e ir a la huelga sería malo para la economía». Inmediatamente fue felicitado por la organización empresarial flamenca, el sector más rabioso de la burguesía belga. «Hay un sindicalismo responsable». No obstante, el líder metalúrgico anunció acciones «simbólicas», en realidad se trataba de no hacer ningún tipo de acción el 6 de octubre. El honor del sindicato fue salvado cuando todos los sindicatos con mezcla lingüística de la fábrica de Audi (ex – Wolkswagen) desafiaron la convocaría de ‘no huelga’ y paralizaron totalmente la planta. Sobre todo debido a la ausencia de una dirección alternativa, el resto del sector continuó trabajando. Pero el descontento poco a poco se acumula en las filas del sindicato.
Discusión sobre la nacionalización
Otros dirigentes sindicales siguieron el mismo camino. El líder del sindicato socialista de profesores declaró en la prensa unos días antes de la huelga que «su sindicato participaba sólo porque los estatutos internos le obligaban a seguir a los demás sindicatos». ¡Es difícil imaginar una forma menos convincente de preparar una huelga nacional! Como resultado de esta actitud una de las secciones más grandes del sindicato, en la Universidad Flamenca de Bruselas, aprobó una moción criticando la actitud de la dirección y exigía una discusión amplia dentro de sus filas. Estos son los primeros síntomas de un período de diferenciación interna similar al que se ha abierto dentro del Partido Socialista.
El objetivo de muchas acciones y manifestaciones por todo el país fueron las oficinas de la principal empresa energética, Electrabel, o «Electro-efectivo» como la llaman los trabajadores. No es sorprendente porque en un año la factura eléctrica ha subido un 20 por ciento, el gas un 50 por ciento y la gasolina un 60 por ciento. Mientras tanto, Electrabel (parte del grupo Suez) ha conseguido unos beneficios de miles de millones. Aunque las exigencias de los sindicatos con relación al sector energético se limitan a reducir el IVA del 21 al 6 por ciento, la idea de la nacionalización del sector energético está ganando popularidad. El ala de izquierdas del Partido Socialista, donde los marxistas juegan un papel clave, fue la primera en plantear esta reivindicación.
Resulta sintomático que otro objetivo fueran los bancos importantes. El día de acción se celebró en una coyuntura especial para la vida política y económica del país. Una semana antes se había realizado la primera nacionalización parcial de un banco «belga» en el siglo XXI. Bélgica, es una de las economías más abiertas y por tanto más expuestas del mundo, detrás de Luxemburgo, no ha podido escapar al tsunami financiero procedente de EEUU. Bélgica se ha convertido en un eslabón muy débil en la cadena del capitalismo europeo. Fortis, el primer banco del país y el quinto de la eurozona, agonizaba y estaba al borde del colapso justo antes de que el gobierno belga inyectara una masiva cantidad de dinero mediante la nacionalización parcial, junto con Francia y Holanda. Una semana después el gobierno invirtió más miles de millones de euros para salvar al banco Dexia.
Los trabajadores se sorprendieron con la velocidad con la que el gobierno «financió» esta cantidad (12.000 millones de euros) mientras ellos luchaban para llegar a fin de mes y ¡sólo habían conseguido 100 millones de euros para la defensa del poder adquisitivo de los trabajadores! Se extendió la indignación contra esta ayuda a los bancos. El banco Fortis se formó como resultado de la privatización del antiguo banco público ASLK, hace diez años. ¡El ASLK se creó con dinero público y con los depósitos de la mitad de la población belga! Una vez privatizado generó 27.000 millones de euros en beneficios, de los cuales 12.000 millones se distribuyeron entre los accionistas. Pero cuando cambió la marea el Estado tuvo que llegar a su rescate y salvarlo con el dinero de los contribuyentes. ¡Esto representaba una transferencia enorme de dinero de los pobres a los ricos! Después de una semana de caos, Fortis fue desmantelado totalmente (naturalmente) con las maniobras depredadoras de los capitalistas holandeses y franceses, y de sus respectivos gobiernos. Lo que queda es un cascarón con algo de efectivo y activos, pero nadie sabe cuántos de ellos son «tóxicos». Medio millón de accionistas, muchos de ellos «honrados padres de familia», han visto como han desaparecido los ahorros de toda su vida en el espacio de unas pocas semanas al derrumbarse el valor de las acciones.
De repente, el concepto de nacionalización (de los bancos) también se ha convertido en un tema de las conversaciones cotidianas. La siguiente anécdota lo revela. Durante el día de acción, los trabajadores en huelga viajaban en autobús por Bruselas y se bajaron por error frente a las oficinas del banco ING. Los sindicalistas se volvieron al conductor y le dijeron: «Este no es el banco correcto. Se supone que debemos manifestarnos frente al Banco Nacional». Otro trabajador le interrumpió y dijo: «Podríamos ocupar este banco y declararlo nacionalizado en nombre del sindicato», lo que provocó muchas risas.
Los dirigentes socialistas desorientados
Esta situación subrayaba la cuestión de las reivindicaciones muy limitadas de los sindicatos (menos IVA para la energía, moratoria para los créditos de los trabajadores con menos ingresos, etc.,) en un momento de profunda crisis del capitalismo. El nuevo presupuesto presentado esta semana por el gobierno federal es un intento de calmar al movimiento de los trabajadores. Incluye medidas pequeñas pero insatisfactorias como un pequeño aumento de las pensiones, moratorias de créditos y ayudas a la energía, el objetivo es calmar las demandas de los sindicatos. Puede que eso sea suficiente para calmar a los dirigentes sindicales pero no servirá para la amplia base. Será muy difícil abrir una nueva ronda de negociaciones salariales con los empresarios. Si se atreven a atacar la escala móvil salarial la reacción de la clase obrera sería explosiva. Lo más probable es que los empresarios obtengan grandes concesiones (flexibilidad, jornadas laborales más largas, etc.,) a cambio de mantener la escala móvil salarial. Al día siguiente de la jornada de lucha los empresarios comenzaron a chantajear a los trabajadores diciendo que la elección era entre mantener sus ingresos o sus puestos de trabajo. El siguiente paso de los sindicatos debería ser la convocatoria de una huelga general de 24 horas por salarios más altos, la defensa de la escala móvil, pero también por la nacionalización del sector energético y la banca.
Al Partido Socialista flamenco le ha pillado totalmente por sorpresa esta crisis financiera y también la determinación de los trabajadores a luchar por mejores salarios. Aunque en la oposición, la dirección se ha negado a apoyar las acciones sindicales que pretendían presionar al gobierno. Cuando se enfrentó a la decisión de apoyar el día de acción en Antwerp, el presidente nacional se negó y maniobró para que no se votara. Frente a la crisis bancaria, la posición de la dirección era una cacofonía de declaraciones contradictorias, no había realmente ninguna crítica fundamental ni siquiera un atisbo de alternativa socialista. Después de 16 meses en la oposición, el PS ha conseguido algo asombroso: su popularidad es más baja que antes, sólo un 14,3 por ciento de los votantes le apoyan. No es casualidad, la dirección de los partidos socialistas está totalmente desarmada políticamente en esta situación. Cuando a un viejo dinosaurio del partido, el actual alcalde de Leuven, le preguntaron en televisión cómo podía explicar las pérdidas en las encuestas en este momento (en época de crisis del capitalismo) donde lo que se podría esperar son aumentos de la popularidad, él respondió: «nuestro partido carece de visión y perfil».
Algo se está preparando
En el mejor de los casos, la dirección está buscando más regulación para controlar los bancos. Pero no es la falta de regulación lo que ha provocado esta crisis, y cientos de funcionarios del partido han abrazado esta idea. En el espacio de una semana el presidente del PS ha presentado al partido primero como «progresista», después como una formación de «centro-izquierda», pero ¡nunca como un partido socialista! En este contexto se abren nuevas puertas para los marxistas y la izquierda socialista. En una declaración a la prensa, Erik De Bruyn, portavoz de SP.a Rood (el ala de izquierdas del PS), defendió la nacionalización de los bancos y apareció en los principales periódicos. Sobre esta base, sindicalistas y jóvenes estudiantes han reaccionado muy bien a nuestra propaganda y explicaciones.
Aunque la recesión aún no es oficial, la economía real ha comenzado a sentir los efectos. Sólo en el norte del país, la zona «más rica y dinámica» de Bélgica, se han perdido desde el 1 de octubre 2.200 empleos. Desde principios de verano se han perdido 5.000 puestos de trabajo y los empresarios han anunciado 70.000 despidos por todo el país para el próximo año. Esta oleada de despidos podría, aunque no es en absoluto seguro, frenar temporalmente la línea ascendente de lucha de los trabajadores belgas, sobre todo si la dirección reformista de los sindicatos no da una dirección y aprieta firmemente los frenos. Independientemente de lo que hagan, el fermento político dentro de la clase obrera y la juventud no desaparecerá. Esto sólo puede suponer un nuevo período de luchas obreras pero, más importante aún, una búsqueda sin precedentes de explicaciones e ideas socialistas.