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Palestina

El eco en la Unión Europea

Fuentes: Rebelión

El eco reproduce los susurros, el rumor de los árboles, el aullido animal y el grito de los seres humanos. Se escucha mejor ante varios accidentes geográficos: un acantilado, un valle, la sabana o junto al mar. El ruido puede repercutir entonces a cientos de kilómetros y el clamor de los pueblos se expande indefinidamente. […]

El eco reproduce los susurros, el rumor de los árboles, el aullido animal y el grito de los seres humanos. Se escucha mejor ante varios accidentes geográficos: un acantilado, un valle, la sabana o junto al mar. El ruido puede repercutir entonces a cientos de kilómetros y el clamor de los pueblos se expande indefinidamente.

¿Qué sucede en cambio cuando algunos clausuran sus oídos, ignoran un eco universal o fingen no escucharlo? Palestina, durante seis decenios padece la apatía, la mirada distante, el hábito televisivo sobre asesinatos impunes, la ambivalencia de los políticos y la inobservancia contumaz de las frecuentes Resoluciones de las Naciones Unidas.

Ahora ante la masacre y el genocidio incrementados en Gaza, por su aliado israelí, la Unión Europea busca fórmulas -en apariencia novedosas- que repiten el ritual de no redimir a las víctimas, muestra las disensiones entre varios gobiernos, contempla como institución la protesta universal, anuncia facilidades para las víctimas, sin condenar radicalmente al Estado agresor.

La floreciente coordinación entre la UE e Israel prosperó en el último quinquenio: en 2002 sus Acuerdos de Asociación ampliaron la cooperación antiterrorista, las investigaciones científicas y la seguridad civil. En diciembre de 2004 el Consejo de la Unión rubricó un Plan de Acción, sustentado en la Nueva Política de Vecindad hacia el Mediterráneo, destinado a «una relación más estrecha que nunca y al esfuerzo entre vecinos para reforzar su interdependencia política y económica». Y aceleró la integración económica, legal, cultural, científica, técnica y la relación comercial, el sistema de navegación satelital y una zona de libertad de servicios, bien financiada.1

Paralelamente las relaciones políticas y militares progresaron: la UE aceptó el «Plan de Desconexión» israelí, para «resolver el conflicto palestino» y ratificó las medidas «democratizantes y pacificadoras» en Gaza y Cisjordania2; concedió al gobierno de Tel Aviv la categoría de observador en EUROPOL3; incluyó en su listado de «organizaciones terroristas» al Hizzbolah libanés y al Hámas palestino -se solidarizó siempre con Israel ante cualquier enfrentamiento; en noviembre de 2004 la Comisaria europea, Benita Ferrero y el laborista británico Gordon Brown, monitorearon junto a Alemania el cruce fronterizo. Su mayor convergencia se materializó en 2008, cuando EE.UU y sus 22 socios europeos de la OTAN permitieron la participación israelita en acciones navales de la OTAN en el Mar Negro, que presagian su futura participación en acciones comunes en el Medio Oriente.

No es idéntica la actitud de los gobiernos de los 27 Estados que integran la UE sobre el «conflicto palestino» u otros del Medio Oriente. Por ejemplo: el gobierno británico logró omitir en 2001 la alusión al arsenal nuclear de Israel del borrador justificativo para invadir a Irak. Dos presidentes franceses sucesivos (Miterrand y Chirac) mostraron «compasión» hacia los palestinos y el último albergó a Yasser Arrafat en vísperas de su deceso. En octubre de 2007 el Primer Ministro israelí se felicitó ante la comunidad judía residente en París «por la firmeza del Presidente galo, amigo sincero y verdadero». La Canciller Federal alemana honró el 60º aniversario del Estado israelita y promovió la firma de sustanciosos contratos de la trasnacional Deutsche Telekom y, el Programa Marco de Cooperación Global convirtió a Berlín en el primer socio europeo de Israel.

La beligerancia sionista contra Palestina se recrudeció en enero. El clamor universal del Movimiento de Países no Alineados, Rusia, China, Turquía, varios gobiernos latinoamericanos, las protestas en capitales del orbe, las críticas de los partidos políticos y el repudio del mundo árabe compelen a detener la agresión israelita. Para la Unión Europea resulta engorroso conciliar una posición que respete el Derecho Internacional, sin lastimar sus privilegiadas relaciones con Israel y Estados Unidos.

La policromía de posiciones adoptadas por la institución y diversos gobiernos comunitarios se refleja en la Resolución del Consejo de la UE adoptada el 30 de diciembre -en plenos festejos navideños- que planteó: el alto al fuego incondicional por ambas partes; la disposición a enviar tropas en colaboración con Egipto, Israel y Palestina para garantizarlo; el envío urgente de ayuda humanitaria, en colaboración con organizaciones no gubernamentales y de la ONU y la preparación de un proceso de paz, negociado entre las partes en conflicto, Egipto y la Liga Árabe.

La recién estrenada presidencia semestral checa de la UE contradijo algunas posiciones eurocomunitarias, cuando su portavoz calificó la incursión terrestre israelí en Gaza «más defensiva que ofensiva». La misión de la troika4 que viajó a Tel Aviv, dirigida por el ministro checo de Relaciones Exteriores, Karen Schwarzenberg, no alcanzó resultados y encomendó la solución del conflicto por las Naciones Unidas.

Algunos gobiernos reflejaron tácticas y enfoques diversos: el Presidente del Gobierno español subrayó que «la fuerza de las armas sin atender a los daños enormes e irreparables a la población inocente es un camino sin salida….» Y añadió su «enérgico rechazo a las conductas irresponsables, provocadoras, absolutamente desproporcionadas y contrarias al derecho internacional humanitario». Su Ministro de Relaciones Exteriores acordó con el italiano y el griego un diálogo con las partes involucradas en el marco de la Unión Mediterránea. En este contexto el Presidente palestino viajará a Madrid, al considerarlo una iniciativa eficaz y operativa. El gobierno italiano aprovechó su presidencia temporal del Grupo de los 8 para sugerir la adopción de un corredor humanitario y el control de la zona por una fuerza multinacional. El Rey español y el Presidente italiano han sido conciliadores.

El portavoz alemán culpó a Hámas «por sus ataques y el contrabando de armas destinadas a la Franja de Gaza». La Canciller Federal, negoció telefónicamente con su homólogo israelí y los Presidentes francés y palestino. El Ministro de Relaciones Exteriores sueco, Carl Bildt, sugirió que el Consejo de Seguridad resuelva la seria situación financiera y humanitaria de la población y que ambas partes detengan las hostilidades. La declaración más radical de un gobernante europeo -aspirante a incorporarse a la UE- se atribuye al presidente turco, Recep Tayip Erdogan, quien calificó la ofensiva israelita de «vergüenza» y a los países occidentales de «incapaces para condenar con dureza la operación».

Ante el escándalo Francia -en su condición de presidente de la UE hasta diciembre pasado; con su tradicional diálogo con los palestinos y la nada envidiable presidencia actual del Consejo de Seguridad de la ONU ha multiplicado su diplomacia. Ante el holocausto de Gaza opina que «el impacto de los ataques israelíes es absolutamente desastroso», deplora el bloqueo (que impide mitigar la situación humanitaria de los civiles) y acaba de aprobar un presupuesto de 3 millones de euros para ayuda alimentaria y médica en la zona. Un periplo paralelo al de la Troika emprendido por el Presidente Nicolas Sarkozy simultaneó las conversaciones con dirigentes israelíes, palestinos y del movimiento Hámas (a la que también culpó del sufrimiento); Egipto, Líbano e insiste en que Siria interceda ante la citada organización para el cese al fuego.

Por supuesto, un vocero de la presidencia saliente de Estados Unidos calificó a Francia de «imprudente» por reanudar los contactos con Hámas. La reacción inicial del presidente Simon Peres fue rechazar la tregua y aconsejar a «Europa que abra los ojos». Sin embargo, Israel y la Autoridad Palestina parecen considerar el proyecto franco-egipcio de un cese al fuego en el lapso de ocho días y la apertura de un corredor que permita la ayuda humanitaria a las víctimas. Prosiguen los bombardeos.

El genocidio en Gaza infringe la Carta de las Naciones Unidas, ahonda las heridas de la población civil, bajo uno de los bloqueos más atroces, viola el Derecho Internacional Humanitario, destruye templos, el patrimonio cultural, las viviendas, impide la asistencia médica y la alimentación, ocupa las tierras y el agua. Niega el derecho humano más elemental: el de la vida. ¿Alguien someterá al gobierno israelí a la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad?

Mientras que el Consejo de Seguridad, presidido por Francia, debate una solución «armónica» puede avizorarse que Estados Unidos bloqueará nuevamente cualquier condena a los israelíes, el Reino Unido seguirá sus huellas, la Resolución procurará un alto al fuego de ambas partes y podrían mantenerse la ocupación o repetirse los «excesos» en el tiempo, tal vez 60 años más, cuando las potencias occidentales decidieron otorgar a Israel la tierra prometida que pertenecía a Palestina.

El remordimiento de muchos europeos, causado por el genocidio antijudío de los nazis no es la excusa ideal para el proceder de la Unión Europea. Las amistades peligrosas, tenebrosas y antiterroristas se inclinan hacia el antislamismo.5 Pese a las disparidades en las propuestas para detener la matanza, el comportamiento de la Unión Europea, esta vez, intenta que las llamas no se propaguen por todo el Medio Oriente.

Cuenta la leyenda que Juno condenó a ECO, la ninfa del aire y de la tierra, a repetir las últimas palabras de quienes la interrogaban. Hoy el eco que clama por justicia para el pueblo palestino puede haber alcanzado -al menos ante el público universal- cierta sensibilidad. Sin grandes expectativas, algunos gobiernos de la UE razonan e intentan mediar para que los intereses globales de los desarrollados no desluzcan los cadáveres de la población civil, ni de los niños que ingresarán en las huestes de huérfanos, desplazados y futuros inmigrantes indeseados.