Oficialmente, el día de hoy marca el final de la campaña militar británica en el norte de Irlanda. La Operación Estandarte llega a su fin después de 38 años, y Londres cumple con su compromiso de desmilitarización auspiciado por el Acuerdo de Viernes Santo. La infraestructura militar en el norte de Irlanda se ha reducido, […]
Oficialmente, el día de hoy marca el final de la campaña militar británica en el norte de Irlanda. La Operación Estandarte llega a su fin después de 38 años, y Londres cumple con su compromiso de desmilitarización auspiciado por el Acuerdo de Viernes Santo. La infraestructura militar en el norte de Irlanda se ha reducido, como lo ha hecho el número de tropas, a una cuarta parte de los efectivos presentes al inicio del proceso. La desmilitarización da paso a la normalización.
En la medianoche de hoy, 31 de julio, el Ejército británico dará por terminada la operación militar más longeva y oscura de su historia, la Operación Estandarte (Operation Banner), nombre operativo del apoyo militar británico a las fuerzas policiales norirlandesas que se inició en 1972 -aunque la presencia de tropas británicas data de 1969-, en el contexto de los disturbios causados por la ofensiva lealista contra la población católica norirlandesa.
El ministro británico de las Fuerzas Armadas, Bob Ainsworth, anunció oficialmente en el Parlamento británico la pasada semana que el miércoles 1 de agosto se daría terminada la campaña militar británica en el norte de Irlanda, con el mantenimiento de tropas para intervenir en caso de «desorden público extremo» y para la desactivación de explosivos.
Mucho ha llovido desde la llegada de los primeros contingentes militares británicos al norte de Irlanda, donde inicialmente fueron muy bien recibidos por los nacionalistas, que confiaban en que su presencia significara el final de su sufrimiento a manos lealistas. Sin embargo, en pocos meses, los católicos norirlandeses se dieron cuenta de que los que habían recibido como sus salvadores eran, en realidad, una herramienta más de opresión y represión. Como apoyo a la nefasta RUC, hasta que en 2001 la fuerza policial norirlandesa fue rebautizada como PSNI, los soldados británicos se esforzaron en hacer enemigos entre aquellos que les habían recibido con té y galletas a su llegada.
Por ello la demolición progresiva de torretas de vigilancia, barracones, cuarteles y otros puestos operativos del ejército ha sido celebrada por los nacionalistas. Y por eso las tropas británicas fueron uno de los objetivos de la campaña militar del IRA, que se cobró la vida de 763 soldados e hirió a otros 6.100.
En números, la conclusión de la Operación Estandarte significará una reducción hasta cinco mil desde los 20.000 efectivos británicos presentes en el norte de Irlanda cuando el proceso de paz dio sus primeros pasos. Cualitativamente, marca la desaparición del Regimiento Real Irlandés, RIR, que nació del Regimiento de Defensa del Ulster, una de los grupúsculos militares más odiados por la población nacionalista, por su identificación con múltiples actos de connivencia llevados a cabo por paramilitares lealistas.
La desmilitarización del norte de Irlanda -o «normalización», como gustan de decir británicos y unionistas- es una de las claves del Acuerdo de Viernes Santo. Clave, porque sin un proceso de desmilitarización hubiera sido imposible para el movimiento republicano otorgar credibilidad a este documento. Central, porque la presencia de las tropas británicas ha sido en sí misma uno de los elementos de desestabilización social y política en el norte de Irlanda. Esencial, porque es un reconocimiento de que la negociación política es la única estrategia válida en la resolución del conflicto.
Los otrora más que habituales efectivos militares que vestidos de camuflaje y cargando sus metralletas patrullaban a pie por las calles de las principales ciudades norirlandesas eran bastante poco frecuentes en los últimos años. Sin embargo, hubo que esperar hasta las negociaciones de Weston Park y las propuestas de los gobiernos británico e irlandés, derivadas de este encuentro, para que se presentaran planes concretos de desmilitarización en el norte de Irlanda. El 1 de agosto del 2001, Londres y Dublín presentaron las cuestiones de la Policía, el decomiso, la desmilitarización y la estabilidad de las instituciones como cuestiones a ser tratadas individualmente, intentando de esta manera poner fin a la estrategia unionista de imponer el decomiso del IRA como precondición a cualquier avance en la implementación del Acuerdo de Viernes Santo.
En el documento conjunto británico-irlandés se establece que la desmilitarización norirlandesa dependería del paso de implementación del Acuerdo de Viernes Santo, así como de la evaluación de la situación de seguridad por parte del jefe de la policía norirlandesa. Ya entonces, el Ejecutivo británico establecía que los niveles de «normalización» se referían «al abandono, devolución o demolición de la mayoría de las bases militares, la demolición y abandono de las torretas de vigilancia y el fin de la presencia del Ejército en las comisarías de Policía y el uso de helicópteros del Ejército exclusivamente para entrenamiento».
Inicialmente se anunció que si el jefe de Policía daba su visto bueno al inicio del proceso, se acometería la demolición del helipuerto de Newtownhamilton, de las barracas de Magherafelt y de la torre de observación de la montaña Sturgan, y una de las torres de Camlough.
Setiembre de 2005
Sin embargo, el inicio del plan de desmilitarización británica no se produjo hasta setiembre del 2005. Fue entonces cuando el secretario de Estado británico, Peter Hain, anunció su plan de «normalización» de los niveles de seguridad en tan sólo dos años en respuesta al anuncio por parte de IRA de que había abandonado su campaña militar y destruido su armamento. Entonces, los unionistas expresaron su disgusto y oposición ante los planes de desmilitarización del norte de Irlanda. Hoy será un día de celebración para los nacionalistas y de reflexión para los unionistas, ya que en muchos casos su relación con las fuerzas de seguridad ha sido realmente simbiótica.
Es el caso de Jeffrey Donaldson, diputado del DUP en la Asamblea de Belfast y ex miembro del UDR, quien en los últimos días quiso homenajear a todos aquellos soldados que han estado estacionados en el norte de Irlanda y, particularmente, a aquellos que «murieron en acto de servicio».
Sinn Féin, por su parte, ha celebrado la llegada del anuncio del final del proceso de desmilitarización británica. El ministro de Agricultura, el republicano Conor Murphy indicó que «la ocupación británica de los Seis Condados ha sido una plaga para las comunidades por casi cuarenta años», mientras que Gerry Kelly recordó los abusos cometids por las tropas y valoró como un paso en la buena dirección su acantonamiento «sin misión específica».