Beatriz Boza, ex funcionaria del gobierno fujimorista y socia de EY (ex Ernst & Young), una de las mayores consultoras empresariales del país y del mundo, presentó estos días el libro «Empresarios: 14 decisiones empresariales que han transformado al Perú». La publicación pasaría inadvertida como tantos otros libros de negocio que a diario aparecen intentando […]
Beatriz Boza, ex funcionaria del gobierno fujimorista y socia de EY (ex Ernst & Young), una de las mayores consultoras empresariales del país y del mundo, presentó estos días el libro «Empresarios: 14 decisiones empresariales que han transformado al Perú».
La publicación pasaría inadvertida como tantos otros libros de negocio que a diario aparecen intentando satisfacer las ansias de ejecutivos y empresarios por conocer las claves del éxito, sino fuera porque trae novedades, en particular para los trabajadores que tienen la oportunidad de conocer a través de sus páginas, cómo piensan y actúan los mayores empresarios del país, y cuyas secuelas los viven los trabajadores en sus propios pellejos.
Entre los 14 empresarios elegidos como los más exitosos, figura el poco conocido Jesús Zamora, presidente del Grupo Enfoca, empresa administradora de fondos de inversión (gestiona dinero ajeno en proyectos empresariales), que ha fabricado una gigantesca fortuna en una decena de años.
Enfoca cuenta en su portafolio la gestión de empresas como Frecuencia Latina y la Corporación Celima-Trébol. Sus sonados éxitos se revelan con un solo caso: hace algunos años adquirió por un valor menor a los 100 millones de dólares, la mayoría de las acciones de las tiendas Maestro; y el 2014 vendió estas mismas tiendas al grupo Sodimac por 450 millones de dólares, ganando en la operación 3.5 veces su inversión inicial. Un negocio redondo.
En la publicación se pretende demostrar que el éxito empresarial, como el de Zamora, es producto de la constancia, el esfuerzo y el ingenio. Su mensaje es que la fortuna está al alcance de cualquier individuo. Como Zamora.
Nadie ha dicho que los empresarios, en especial los ejecutivos con cargos de responsabilidad, son holgazanes; al contrario, trabajan para hacer plata. Lo contrario ocurre con los trabajadores: trabajan para vivir, o sobrevivir. Es evidente que para el «éxito» no basta el esfuerzo y la dedicación. Una cosa es lo que hace un obrero, que se esfuerza a diario por un salario, y otra lo que hace el empresario que se esfuerza a diario para rentabilizar su capital, esto es, para obtener el mayor beneficio del trabajo obrero. Este es el esfuerzo, con éxito reconocido, a la que se dedica Zamora y su empresa.
El trabajo es la única fuente generadora de valor. Por su trabajo al obrero le pagan un salario que generalmente apenas alcanza para vivir, mientras el valor que crea es tantas veces mayor como tantas veces se optimiza su productividad, creando una valorización que constituye la fortuna que se apropia el empresario y a la que se la identifica como expresión del «éxito».
Zamora, con su equipo de especialistas en negocios, gestiona la corporación Celima-Trébol-Comiccsa-Cassinelli en su integridad: coloca al frente de ella a gerencias competentes, optimiza sus resultados y proyecta sus planes de crecimiento para el corto, mediano y largo plazo; y trabaja con un plan a, b y c para minimizar sus riesgos. En función de estos planes que deben sustentar una rentabilidad por encima del promedio del mercado, capta inversionistas. El rendimiento del negocio debe optimizarse para pagar a los accionistas principales (la familia Belmont), a los eventuales fondos de inversión que administra y dejarle a él, como gestor del negocio, otra parte. Esto es: es un rentista.
Así, Zamora, pintado como un laborioso e inteligente ejecutivo arquetipo para las nuevas generaciones, en realidad está en la cúspide de la corporación optimizando al máximo el producto del trabajo obrero. Belmont, siendo el dueño de la mayoría de las acciones, actúa como algunos empresarios mineros que entregan toda la operación de sus minas a un tercero, mientras ellos, tranquilamente, desde algún lugar soleado, dedican su tiempo a contar y gastar «su» plata.
Así, todo lo que ocurre en las diferentes empresas del grupo no puede ser visto como casual; al contrario, debe ser vistos como producto de un mismo plan empresarial monitoreados desde un centro que capitanea Jesús Zamora.
Su reconocido éxito debe ser leído, entonces, a través del maltrato que sufren los 4 mil obreros de la corporación, con pliegos sin solución, con despidos frecuentes, con enfermedades profesionales por doquier y con una infinidad de abusos.
¿Plata? Allí están los 14 casos de éxito que demuestran que con ingenio y esfuerzo es fácil hacerlo. Ingenio y esfuerzo para explotar y obtener el máximo de los trabajadores que se explotan.
EL CASO TRÉBOL: LOS ABUSOS COMO PAN DEL DÍA
Ray Putapaña, secretario general del Sindicato de Trabajadores de Corporación Cerámica S.A. Trébol, denuncia las atrocidades que viene cometiendo su empleadora contra los trabajadores, a fin de despedirlos o propiciar su renuncia masiva, luego de haber enfermado a una mayoría de ellos con diversos males por la irresponsabilidad cómo la empresa realiza sus operaciones. Putapaña, dice: «la patronal nos trata como una mercancía, cuando no nos necesita nos desecha». Así lo demuestran todos los hechos que nos describe.
En enero de este año la empresa de forma arbitraria y abusiva trasladó a un grupo de obreros de la planta 1 (ubicada en San Martín de Porres) a la planta 2 (ubicada en el Callao, Av. Argentina); en su mayoría afiliados al sindicato, dirigentes, miembros del Comité de Seguridad y Salud en el Trabajo y casi todos con diversas lesiones como hernias, lesiones lumbares, etc., males en su mayoría incapacitantes adquiridos en el trabajo.
Apenas realizado el traslado la empresa apresuró un acuerdo con el sindicato para cerrar los tres pliegos que venían sin ser atendidos desde el año 2012 y adelantó el cierre del pliego del 2016. El acuerdo tuvo el claro propósito de que el sindicato desistiera de cualquier acción de lucha para aislar a los trabajadores de Celima, que en esos días se aprestaban a iniciar una huelga indefinida, y atarles las manos al sindicato para continuar aplicando su plan de despidos.
Por ello, apenas firmado este acuerdo, mandó de vacaciones a todos los trabajadores de la Planta 2 y luego procedió a cerrarla. Con el cierre de esta Planta forzó a todos los trabajadores, que ya venían de ser reubicados arbitrariamente en esta planta, a trasladarse esta vez a Lurín, a más de 35 km. de Lima.
La corporación Celima-Trébol desarrolla una moderna Mega planta en Lurín con la proyección de concentrar allí sus labores en los próximos años. Pero los trabajadores de Trébol no fueron trasladados a esta planta sino a otro local alquilado como almacén, donde no existen máquinas, y en la que fueron arrimados con el fin de aburrirlos y cansarlos para forzarlos a que renuncien.
La mayoría de los trasladados viven en distritos del cono norte (Ancón, Puente de Piedra, Zapallal, Ventanilla, SMP, Comas, El Callao), por lo que tienen que dedicar un promedio de 3 horas para ir y otras 3 horas para volver a sus hogares, además de gastar un promedio de 30 soles por día en pasajes. Para mayor complicación los turnos y horarios han sido cambiados: de 5 am a 3.15 pm. y de 9 pm a 5.15 am.; es decir, toda una odisea para cumplir su labor. Además, por esta reubicación los trabajadores han perdido una serie de beneficios, como el incentivo por producción que equivale al 50% de sus salarios.
La SUNAFIL, en una inspección realizada identificó la infracción que comete la empresa, como el hecho de que dicho almacén no ofrece las mínimas condiciones de trabajo ni de salubridad; pero ésta ni se inmuta.
Hoy la escala continúa. 10 trabajadores que quedaron en el almacén de productos terminados de la Planta del Callao, que en el mes de noviembre tuvieron vacaciones forzadas, han sido desplazados también a Lurín; son trabajadores con más de 25 años de servicios. Y ahora han mandado de vacaciones a todo el personal de la planta principal, bajo la amenaza de ser enviados también a Lurín.
Ante todo esto que merece el repudio de todos los trabajadores, la hipocresía de la empresa no tiene límites: otorga vales para celebrar la navidad con un cuarto de pollo, junto a toda la «familia Celima-Trébol».
Ante todo esto el sindicato esta accionando mediante diversas demandas e inspecciones. Pero sabemos de la lentitud y complicidad de las autoridades, y de la asesoría de millonarios estudios de abogados que protegen sus intereses. Por ello el sindicato ha elaborado un plan de lucha para poner nuevamente en pie de lucha al sindicato. El dirigente Putapaña, nos manifiesta: «que la patronal nos escuche: los trabajadores del Sindicato Trébol vamos a pelear con uñas y dientes hasta lograr que se nos respete, carajo».