El autor explica la ofensiva de los mercados sobre Grecia, Portugal y España, y el proyecto de una estructura económica trasatlántica*.
La crisis del euro se deriva de una decisión política, la de las autoridades de la UE de empeñar la moneda común en lugar de reestructurar la deuda nacional griega. Esa reestructuración habría salvaguardado el euro, pero habría que haber echado mano de los bancos y que estos últimos perdieran en la operación parte de sus créditos pendientes. No obstante, la protección de algunas decenas de miles de millones de euros de las instituciones financieras no justifica que se haya arriesgado tanto. Lo fundamental, haciendo presión sobre la moneda común, es que paguen los trabajadores, y efectuar así una gigantesca transferencia de ingresos de los hogares hacia las empresas, principalmente hacia las instituciones financieras.
El tamaño de esa transferencia es tal, que resulta necesario otorgar todos los poderes a los mercados y a su brazo armado, la Administración estadounidense. La crisis del euro se desencadenó por el ataque concentrado de las agencias de calificación estadounidenses Standard & Poors, Moody’s y Fitch contra la deuda de Grecia, España y Portugal.
Esa ofensiva está destinada a devolver a EE UU los capitales extranjeros necesarios para cubrir el creciente déficit de su balanza financiera. Es una señal de advertencia a países como China, que había empezado a reequilibrar sus reservas de divisas comprando euros en lugar de dólares. Para EE UU, en efecto, es un asunto urgente. Hasta 2009, la financiación de sus déficits y la defensa del dólar estaban garantizadas por el saldo positivo de sus flujos financieros, pero no logró compensar sus déficits en ese ejercicio y se convirtió en un saldo negativo de 398.000 millones de dólares. En el ámbito puramente económico, la ofensiva contra el euro sigue el mismo sesgo que la lucha contra el fraude fiscal iniciada por Obama en 2009. Se trata de devolver los capitales al regazo de Estados Unidos.
El apoyo de Alemania a EE UU
Esa acción táctica viene reforzada por una operación estratégica: un movimiento encaminado al desmantelamiento de la UE en beneficio de una unión económica que abarque los dos continentes, cuya manifestación más visible es el proyecto de creación de un gran mercado trasatlántico. Sólo en función de ese objetivo se puede comprender la actitud de Alemania que, tanto en la lucha contra el fraude fiscal como en el del ataque al euro, ha constituido un apoyo a la ofensiva estadounidense.
La UE se construyó alrededor de Alemania y se estructuró sobre sus intereses. Siendo el país más productivo económicamente en el momento de la creación del mercado común, ha podido, sin limitaciones políticas, sin gobierno económico ni transferencias importantes hacia las zonas desfavorecidas, sacar todo el partido a sus ventajas económicas comparativas. Hasta este año, la zona euro absorbe las tres cuartas partes de las exportaciones alemanas.
Alemania, mediante las declaraciones de sus responsables políticos y de sus banqueros, así como mediante la reiterada exhibición de sus vacilaciones, ha contribuido a la eficacia de la ofensiva contra el euro. Para ese país, los beneficios de dicha acción son inmediatos. La bajada de la moneda común permite aumentar las exportaciones alemanas destinadas al exterior de la zona euro. Además, puede financiar sus propios déficits a mejor precio.
El mercado trasatlántico
La «construcción europea» está en una encrucijada. Aunque hasta ahora ha permitido un desarrollo permanente de Alemania, ese proceso ya no puede continuar en la misma modalidad. La UE no puede salir de la crisis sin instaurar un gobierno económico que dirija una política económica común, una armonización del desarrollo y, para ello, asegurar unas transferencias bancarias consecuentes hacia los países y las regiones desfavorecidas. En lugar de reestructurar la deuda de los países en dificultades, para lo que habría que haber recurrido a los bancos, Europa ha instaurado dos fondos de intervención. El objetivo de los 110.000 millones de euros de ayuda a Grecia, al igual que los 750.000 millones de préstamos y garantías, es someter a los países receptores a las condiciones del FMI, donde EE UU tiene la mayoría de los derechos de voto. Los 750.000 millones de ayuda previstos servirán para reembolsar a los bancos en detrimento del poder adquisitivo del contribuyente, y ese desembolso a las instituciones financieras acrecentará la recesión.
La construcción europea fue impuesta por Estados Unidos que, después de la guerra, la convirtió en una condición para las ayudas del Plan Marshall. Se ha llevado a cabo alrededor de Alemania, cuyos intereses eran complementarios a los de EE UU. El ataque contra el euro y la operación de desmantelamiento de la UE se derivan así de una ofensiva lanzada por EE UU, a quien da el relevo también la primera economía del viejo continente, así como las instituciones de la UE.
La Comisión y el Consejo confirman así su participación en la descomposición de la Unión y en su integración en una nueva estructura política y económica transatlántica bajo dirección estadounidense, papel que ya han desempeñado en las negociaciones de los acuerdos sobre la transferencia de datos personales de la ciudadanía europea a EE UU y las que van encaminadas a la creación de un gran mercado que agrupe los dos continentes.
* Texto traducido del francés por AEIOU Traductores
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/El-factor-Alemania-la-creacion-de.html