El FMLN (Frente) como partido político que lleva la vanguardia de la lucha de la clase trabajadora y de los campesinos en El Salvador por transformar sus precarias condiciones de vida, llegó al Ejecutivo el histórico y heroico 15 de marzo del 2009. Esto lo hizo mediante una amplia estrategia de alianzas con diversos sectores […]
El FMLN (Frente) como partido político que lleva la vanguardia de la lucha de la clase trabajadora y de los campesinos en El Salvador por transformar sus precarias condiciones de vida, llegó al Ejecutivo el histórico y heroico 15 de marzo del 2009. Esto lo hizo mediante una amplia estrategia de alianzas con diversos sectores de la sociedad salvadoreña. Este elemento es necesario mencionarlo porque obviamente cuando se accede a la toma del gobierno de esa forma, los sectores que participaron en esa alianza se agencian el derecho de sentirse representados en ese nuevo gobierno, lo cual así ha sido y por ello tenemos un gobierno de «unidad nacional» tal cual lo ha moteado el Presidente de la República.
Esto de las alianzas tiene sus ventajas y desventajas, porque evidentemente hay una negociación que desemboca y se ciñe a una prelación; y es justamente ese punto el que ha potenciado el hibridismo que caracteriza a este nuevo gobierno, en donde se logra vislumbrar con la debida precisión que el actual gobierno no es un modelo de la izquierda que todos los revolucionarios y socialistas quisiéramos que fuese. Este fenómeno nos preocupa y nos inquieta, lo cual es algo obvio, pero aparejado a estos avatares de la realidad ahora planteados sobre la mesa, debe haber una comprensión y una confianza que en el próximo quinquenio las cosas van a cambiar si la Dirección del Frente diseña una estrategia a corto y mediano plazo.
Además, tenemos ejemplos bastante ilustrativos de modelos de izquierda que fracasaron en América Latina y que también llegaron con una amplia alianza y no hubieron los cambios sustanciales por los cuales votaron las mayorías. Para citar un tan sólo ejemplo, Brasil es uno de ellos. Luiz Inacio Lula da Silva, llegó al poder con un discurso de izquierda, pero en la práctica ahí lo que hay es un neoliberalismo que le presta cierto enfoque a lo social. Y también tenemos el caso de Argentina y de Chile en la recién pasada época de Bachelet. En esos gobiernos la gente pobre recibe y recibió bonos de ayuda económica pero los problemas estructurales continúan. En cambio en Venezuela, Bolivia y Ecuador el modelo es distinto.
En estos países sí tiene una participación activa el pueblo, y se pretende cambiar el sistema pero con la participación popular, porque la presión del pueblo y de las bases son vitales para hacerle ver a los gobiernos de izquierda la necesidad de profundizar los procesos de cambios estructurales encaminados a una redistribución radical de la riqueza que favorezca a las grandes mayorías. Aquí en El Salvador, por ahora la cuestión política es compleja, porque el Frente llegó al gobierno, pero no tiene el poder, y nos referimos aquí específicamente al poder económico. Ello es un lastre para que las mayorías por ahora no estén recibiendo lo esperado. Pero las razones de esta realidad ya se han explicado y son comprensibles.
El Salvador debería de aprovechar la crisis mundial del capitalismo para desligarse de las políticas del Norte y buscar el Sur, porque es un absurdo seguir atado a un país como Estados Unidos, ya que es el causante de la crisis económica que golpea a la inmensa mayoría de la población pobre. Estos gobiernos que se dicen llamar de izquierda como el de Lula en Latinoamérica y el de José Luis Rodríguez Zapatero en España, han utilizado al Estado como un cuerpo de bomberos para apagar el incendio provocado por la crisis del capitalismo. Estos incentivos para el sistema bancario han salido del bolsillo de la gente pobre; y los bancos, en lugar de invertir ese dinero para lo que en verdad les fue entregado, continuaron llevando ese dinero del pueblo al gran casino de la especulación financiera.
En el caso de El Salvador, nuestro presidente insiste en continuar esa alianza con Estados Unidos y Brasil, lo cual es una aberrante política exterior. Los voceros del presidente justifican esa continuidad, amparándose en que es nuestro mayor «socio comercial» y que las remesas representan un 18.2 del PIB en El Salvador. Estos son argumentos sesgados y encubiertos con malabarismos conceptuales de ecónomos que siguen apegados a los manuales neoliberales. Si bien es cierto que buena parte de la exportación va hacia Estados Unidos, ya hablando en números interpretativos significan un pobre y miserable argumento. Si existiese en nuestro país una política concreta de soberanía alimentaria, tendríamos mayor margen de maniobra para las exportaciones hacia el Sur o hacia otros países de la periferia, y por supuesto a su vez eso favorecería al consumo doméstico. El presidente del Banco Central de Reserva de El Salvador (BCR), Carlos Acevedo, en una entrevista al periódico digital ContraPunto (www.contrapunto.com.sv), afirma que la situación económica del país «va en recuperación», y que estamos recobrándonos gracias «a la dependencia que tenemos con EEUU»; pero después dice que la crisis nos ha golpeado por esa misma dependencia y que en este año el empleo hispano se va recuperar en esa nación del Norte. Además, se salvaguarda cuando le insinúan que aquí lo que sigue imperando es el modelo neoliberal, afirmando que no, y que por el contrario, lo que en El Salvador hay es un sistema de «economía mercado», cuando todos sabemos que en nuestro país lo que ha prevalecido en los últimos 20 años es la supremacía del mercado frente al Estado. Estas posturas me hacen recordar las sátiras del ya fallecido comediante Mario Moreno «Cantinflas». Josep Stigliz, Nobel de Economía y ex funcionario del Banco Mundial, afirma que el desempleo en EEUU es del 17% y posiblemente aumente, y que lo peor de la crisis se presentará a partir de junio de este año (http://www.voltairenet.org). No se necesita ser gran lego en economía para comprender cuando le están o no mintiendo a la población. Mientras continuemos adheridos al imperio nunca nos recuperaremos; siempre sufriremos el efecto de la época de las vacas flacas, pero no tendremos ni un pizca de participación y beneficios en tiempos de las vacas gordas, si es que las hay nuevamente; debemos desconectarnos del Norte, pero eso pasa por conquistar el poder económico.
¿Cómo se puede conquistar el poder económico? Esto requiere de un enorme esfuerzo. Lo cual demanda el traslado del poder al pueblo. Como medida estructural a largo plazo es necesario terminar con el control privado sobre los medios de producción, del comercio y del crédito, y del mismo modo con los medios de comunicación porque son un elemento de la superestructura estatal que mantiene con alto perfil a las élites económicas. Esto implica recorrer un largo y sinuoso camino. Por el momento, lo viable sería reducir las jordanas de trabajo sin reducción de salarios, y esas 2 o 4 horas vacantes que se las den a la población desempleada. Eric Toussaint señala que el proceso de emancipación social que persigue el proyecto bolivariano del siglo XXI pretende liberar a la sociedad de la dominación capitalista apoyando las reformas de propiedad que tienen una función social: pequeña propiedad privada, propiedad pública, propiedad cooperativa y colectiva. De esa manera es que se obtiene el poder económico.
Uno de los dirigentes del FMLN más consecuentes con el proyecto revolucionario y socialista es José Luis Merino (Ramiro Vásquez), quien ha dado lineamientos políticos de cara al presente año, sostiene que en este año el FMLN debe demostrar quién tiene y lleva la hegemonía en este período, y le hace un llamado a los funcionarios de izquierda dentro de este gobierno a que no los tiente la burocratización, «tenemos que sacudirnos la tentación de la burocracia y pegarnos al pueblo y a su agenda». (www.fmln.org.sv) Esto nos indica que la dirigencia y militancia no deben desconectarse del pueblo, porque la organización es clave en este año, con el objetivo que el FMLN tenga el poder en el 2014.
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