Se está desarrollando una concienciación entre algunas instituciones internacionales que habían promovido las políticas de austeridad, tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), de que las políticas de austeridad y de recortes de gasto público que han estado promoviendo e imponiendo no han alcanzado sus objetivos. Un reciente informe del FMI incluso reconoce que, en […]
Se está desarrollando una concienciación entre algunas instituciones internacionales que habían promovido las políticas de austeridad, tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), de que las políticas de austeridad y de recortes de gasto público que han estado promoviendo e imponiendo no han alcanzado sus objetivos. Un reciente informe del FMI incluso reconoce que, en el caso de Grecia, tales políticas han sido más perjudiciales que beneficiosas para aquel desgraciado país. No han reconocido, sin embargo, que tales políticas han sido también perjudiciales para Portugal, España e Irlanda, y ello a pesar de que la evidencia de que estas políticas están dañando a estos países es también abrumadora. Lo máximo que el FMI ha llegado a admitir es que estas políticas de austeridad se han aplicado demasiado deprisa en los países PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España). Todavía no han aparecido dudas, sin embargo, sobre la bondad de las reformas laborales, a pesar de que tales reformas -propuestas por el FMI- han tenido un impacto muy negativo sobre el empleo. En realidad, en el último informe del FMI sobre España continúan exigiendo mayores reformas que, sin lugar a dudas crearán todavía mayor desempleo. Les llevará todavía uno o dos años más para llegar a la conclusión de que también estas reformas laborales que han ido imponiendo han fracasado en todos estos países, como fracasaron antes en Asia y en América Latina cuando se impusieron en aquellos continentes.
La supuesta incompetencia del establishment europeo, es decir, el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo.
Frente a esta situación, la reacción del establishment europeo es más que decepcionante. A lo máximo que ha llegado a admitir es que las políticas de austeridad por sí solas son insuficientes. Tienen que complementarse -se nos dice- con políticas de estímulo que deben alcanzase a base de reformas. Y cuando se analizan estas reformas se ve que, como bien ha dicho Dani Rodrik, son las mismas reformas que han hecho tanto daño, recicladas en un nuevo envase. Así, las supuestas medidas para estimular el crecimiento económico son profundizar las reformas del mercado de trabajo que en realidad significa eliminar cualquier tipo de protección social al empleado y trabajador. Las últimas declaraciones del Comisario Joaquín Almunia subrayando la necesidad de no parar las reformas del mercado laboral (y de las pensiones) ahora y continuar profundizándolas a fin de aumentar la competitividad, es un ejemplo de ello.
Lo que el Comisario Joaquín Almunia y la sabiduría convencional que él reproduce ignoran es que estas reformas -que tienen como objetivo disminuir los salarios- están agudizando más y más la crisis, obstaculizando la recuperación económica de los países del sur de Europa e Irlanda. Por lo visto Joaquín Almunia y los otros comisarios (como el finlandés Olli Rehn, Vicepresidente de la Comisión, y el propio Presidente Barroso) no han entendido nada de la situación en Grecia. Su fe en un dogma, impermeable a los datos, está llevando a la ruina a Grecia y a todos estos países. Y utilizo esta expresión de dogma porque escuchando a Joaquín Almunia me da la impresión de que se cree lo que dice, lo cual es sorprendente para un personaje que está donde está debido al apoyo que le ha dado y continúa dándole un partido socialista, el PSOE.
Dudo, sin embargo, de que el Sr. Draghi, Presidente del Banco Central Europeo, se lo crea. Draghi está imponiendo estas políticas a fin de conseguir el desmantelamiento del Modelo Social Europeo, tal y como ha explicado y reconocido en varias ocasiones. Este banquero ha dicho lo que la comunidad de banqueros cree: el modelo social europeo es un obstáculo para el desarrollo de sus intereses, que asumen son los intereses generales de la Eurozona, y ello a pesar de que toda la evidencia muestra precisamente lo contrario. Uno de los mayores problemas que tiene la Eurozona, causa de su recesión, es el excesivo poder de las instituciones financieras en la Eurozona, comenzando por las alemanas. De nuevo, la evidencia es sustancial.
Por esta razón, aún cuando la incompetencia es generalizada en la Comisión Europea, su mayor problema no es esta incompetencia, sino los hilos que la mueven y que no son otros que los del capital financiero. Su constante referencia a que los gobiernos acepten los recortes y las reformas laborales (a lo cual añaden ahora la privatización de las pensiones) para calmar los mercados financieros es un ejemplo de ello. Cuando el Comité de Expertos sobre las pensiones, compuesto de profesionales próximos a la banca y a las compañías de seguros, propuso el recorte más brutal de las pensiones en España que un país haya conocido en la Eurozona (ver mi artículo «Los errores y falacias del llamado Comité de Expertos sobre las Pensiones Públicas» Público 17.06.13), la Comisión, incluido el supuesto socialista, el Comisario Almunia, lo aplaudió, y la Agencia Moody’s también. Y así vamos. Está claro que ningún país de los PIGS podrá salir de la crisis continuando dentro de esta zona monetaria controlada por el capital financiero. Aquellos que se oponen a que estos países dejen la Eurozona tendrían que explicar cómo creen que van a salir de este estancamiento. Sólo algunas voces patológicamente optimistas están indicando que el establishment de la Eurozona está cambiando. Les pregunto, ¿cómo?
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