Jörg Schindler entrevistó el pasado 9 de septiembre a Oskar Lafontaine para el diario alemán Frankfurter Rundschau sobre las perspectivas de su partido, La Izquierda (Die Linke), tras el giro a la derecha de la SPD y la vuelta a la dirección de los hombres del ex canciller Schröder y ante la perspectiva de las […]
Jörg Schindler entrevistó el pasado 9 de septiembre a Oskar Lafontaine para el diario alemán Frankfurter Rundschau sobre las perspectivas de su partido, La Izquierda (Die Linke), tras el giro a la derecha de la SPD y la vuelta a la dirección de los hombres del ex canciller Schröder y ante la perspectiva de las elecciones al Parlamento Federal en noviembre próximo.
Señor Lafontaine, se ha ido Bek y vuelve Müntefering. ¿Es eso bueno malo para La Izquierda?
Müntefering es malo para los jubilados y para los trabajadores asalariados. Está a favor de edsmontar el Estado social. Para la Izquierda, es un regalo electoral
¿Y usted lo acepta gustoso?
Nosotros queremos un buen resultado en las elecciones al Parlamento Federal.
¿Lamenta usted la salida de Beck?
Beck ha tratado de corregir la política [de desmontaje del Estado social, iniciada por el gobierno Schröder] de la Agenda 2010. Durante meses ha sufrido muchas deslealtades. Y en esa medida, su decisión es comprensible y respetable. La diferencia entre la SPD y La Izquierda, empero, se ha hecho ahora todavía más clara: Müntefering y Steimeyer [actual ministro de Exteriores en la coalición gobernante CDU-SPD] están a favor de los recortes de las pensiones, de la Agenda 2010 y de la participación de la República Federal alemana en guerras que violan el derecho internacional.
Con el regreso de los schröderianos, ¿se afianza el status de oposición de su partido?
El regreso de los schröderianos le garantiza a la SPD ulteriores derrotas electorales y más pérdidas de miembros del partido. Es lamentable que la SPD no se allana a despedirse de una política de frialdad social. Sólo una nueva mayoría de izquierda puede alterar el curso de creciente desigualdad social en Alemania.
¿Y no podría ser que, a la postre, todo resultara más fácil con Müntefering y Steimeyer, y que se pudiera cerrar con ellos un acuerdo roji-rojo, puesto queninguno de los dos está bajo la sospecha de ser procomunista?
Nunca hay que decir nunca. Si Münterfering y Steinmeyer cambian de idea, nos dejaremos sorprender gratamente.
Cambiar de idea, ¿en qué sentido?
Sobre todo en materia de política sopcial. Un ejemplo: la fórmula actual de la política de ingresos es un escándalo de primer orden. Tenemos a un 25% de los trabajadores asalariados en el sector del salario mínimo, con una esperanza de ingresos en torno a los 400 euros mensuales. No es necesario añadir más.
Con todo, la SPD volverá al menos a estar en condiciones de hacer campaña electoral.
Es posible. Tal vez volvamos a ver lo que vimos en las últimas elecciones federales, cuando Schröder desarrolló una campaña electoral contra su propia política. Tal vez consiga la SPD atraerse a una parte de las electoras y de los electores mareando la perdiz. Pero las electoras y los electores están ya escaldados por el incremento del IVA y por los engaños en la política de ingresos.
¿Qué significará el cambio de dirección en la SPD para estados federados como Hesse?
Nada. La SPD de Hesse sabe que no tiene otra opción, sino la de derribar al gobieno [del democristiano] Koch [con auyuda de La Izquierda]
¿Y no cree usted que Müntefering hará todo lo posible para impedir allí la formación de un gobierno roji-verde-rojo?
El pasado lunes la propia dirección de la SPD de Hesse dejó claro que no toleraría ninguna intromisión de este tipo.
¿Y qué pasará en el Sarre y en Turingia?
Lo que dicen allí los candidatos de la SPD es que, si llegan a la presidencia del gobierno autónomo, harán coalición con La Izquierda, pero que si sacan menos votos que nosotros, no. Entonces se irían a la cama con la CDU. Allí se ve crecer a una generación de carreristas, completamente indiferente a los contenidos políticos.
Póngase la mano en el corazón, señor Lafontaine, y dígame: cuando contempla el actual estado de [su antiguo partido,] la SPD, ¿qué sentimiento predomina, el de la complacencia o el de la compasión?
No puede complacerme que prosiga una política que ha hecho desdichados a tantos seres humanos. Basta pensar en el programa Hartz IV [de «flexibilización» del mercado laboral].