La determinación del gobierno de Colombia del presidente Juan Manuel Santos de viabilizar un proyecto de ley en el Congreso para que este país sea «observador» de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), un instrumento de ofensiva militar a nivel mundial que está bajo la dirección y comando de Washington, constituye una alarma […]
La determinación del gobierno de Colombia del presidente Juan Manuel Santos de viabilizar un proyecto de ley en el Congreso para que este país sea «observador» de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), un instrumento de ofensiva militar a nivel mundial que está bajo la dirección y comando de Washington, constituye una alarma para la seguridad de América Latina, afirma la periodista argentina y analista de temas internacionales, Telma Luzzani.
En su concepto, con esta decisión de Santos, la OTAN y Washington logran consolidar su cerco militar sobre todo el hemisferio, con lo que implica ello para la seguridad de los países latinoamericanos.
Luzzani es una autoridad en este tema por cuanto en su muy bien documentado libro Territorios Vigilados. Cómo opera la red de bases militares norteamericanas en Sudamérica (Debate, Buenos Aires, 2012), da cuenta en forma pormenorizada no solamente de la localización de la bases militares de Estados Unidos en América Latina sino también de las que posee la OTAN en esta región.
Aunque sobra señalar que la OTAN y Estados Unidos constituyen un solo bloque de poder militar en el planeta, el tema cobra actualidad tras la firma del acuerdo de cooperación entre el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos y esta alianza de ofensiva bélica a nivel global que se suscribió en Bruselas el 25 de junio de 2013 y que ahora busca materializar en una ley.
Con este acuerdo que eufemísticamente se denomina de «cooperación», Colombia se consolida como la principal plataforma funcional de operaciones militares de Estados Unidos y la OTAN, y de esta manera se profundiza el cerco y la amenaza imperialista a todo el hemisferio.
En este interesante trabajo bibliográfico, la analista de política internacional devela el alcance bélico de Washington y su instrumento de ofensiva mundial que es la OTAN en una región muy rica en diversidad y recursos naturales como América Latina, logrando trazar fronteras más precisas sobre las bases militares del Pentágono. De esta manera el libro arma dos tipos de mapas: uno grafico sobre la presencia de los marines en Centroamérica y otro que discrimina, con más detalle, las bases del Comando Sur en Suramérica.
«Las bases han sido siempre un eslabón vital para la existencia de cualquier imperio y su eficiencia crece si logran mantenerse -como los espías- bajo el amparo del secreto», explica.
Distribución geográfica de las bases de la OTAN en Latinoamérica
De acuerdo con la detallada investigación realizada por la autora de este imprescindible libro, las bases militares en América Latina de la OTAN o de los gobiernos europeos que pertenecen a esta organización son las siguientes:
· Guayana Francesa: Korou, base aeroespacial
· Antigua y Barbuda: base militar de la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth), ubicada a 8 kilómetros de la capital Saint John´s.
· Aruba: base militar Reina Beatrix, territorio ultramar de Holanda
· Bahamas: base militar Andros de la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth).
· Belice: cuenta con un espacio para entrenamiento de efectivos de Gran Bretaña y de la OTAN.
· Granada: pertenece a la Comunidad Británica de Naciones y cuenta con una base militar con una estación de radar de la OTAN.
· Guadalupe: territorio de ultramar de Francia, posee por lo menos dos bases de la OTAN
· Jamaica: pertenece a la Comunidad Británica de Naciones, tiene una estación de radar y una base aérea de la OTAN.
· Martinica: territorio de ultramar de Francia, cuenta con dos instalaciones militares de la OTAN.
· Fortaleza Malvinas: localizada en Monte Agradable, se montó en 1985, tres años después de la guerra con Argentina. Funciona en red con las bases de control y espionaje de la OTAN y cuenta con armamento nuclear.
Cabe anotar que todas estas bases militares están al servicio del Pentágono, que al decir de Luzzani, asienta su presencia militar y geopolítica en el hemisferio gracias a su extensa red, cuya principal función es garantizar el acceso total e inmediato de las fuerzas comandadas por la Casa Blanca, pero a la vez se encarga de otras funciones como el espionaje, la protección de oleoductos, la vigilancia de los flujos migratorios, el monitoreo político, el control del narcotráfico y, en situaciones particulares como la de Honduras en 2009, las acciones desestabilizadoras.
La periodista argentina analiza las distintas escalas del intervencionismo norteamericano y advierte: «EE.UU. está sembrando otro tipo de bases en el sur, más pequeñas y disimuladas, pero con la logística necesaria para garantizar en pocas horas un gran despliegue de tropas».
UNASUR debería servir para superar el TIAR
Aprovechando su participación como expositora en una de las mesas de las II Jornadas de Estudios de América Latina y el Caribe que se realizaron en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires a finales del pasado mes de septiembre, el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net la abordó para dialogar sobre este tópico de la seguridad regional.
Luzzani es una periodista de amplia trayectoria, especializada en temas de política internacional, licenciada en Letras y docente universitaria. Actualmente codirige el programa Visión 7 Internacional que semanalmente se transmite por el canal de la Televisión Pública Argentina, es columnista de Radio Nacional y editora de la revista Caras y Caretas de Buenos Aires.
– Después de leer su interesante libro Territorios vigilados que revela cómo nuestro continente está rodeado de más de setenta bases militares de Estados Unidos, y ahora con el anuncio de la nueva doctrina de la OTAN que tiene un aditamento para América Latina y es que Colombia en los actuales momentos por iniciativa del gobierno de Santos está tramitando un proyecto de ley para eufemísticamente convertirse en «observador» de esta Alianza Transatlántica, ¿deben prenderse las luces de alarma en el ámbito de la seguridad regional?
– Si y mucho, porque el tema de Colombia es uno de los elementos que tienden a cerrar la presencia de la OTAN en nuestra América del Sur, por no decir en toda América Latina. No hay que olvidar que en las islas Malvinas se encuentra una base de la OTAN donde en cada tanto tiempo aparecen los submarinos nucleares, los mismo que pueden estar en la base de Escocia y que hace poco justamente los escoceses quisieron librearse de Gran Bretaña; y hay otra base militar de la OTAN en la Guyana francesa. Que quiere decir esto, pues que si se pone a mirar las líneas que se pueden trazar desde la Guyana a las Malvinas y a Colombia se colige que está prácticamente todo el territorio de América del Sur bajo dominio de estas fuerzas, de estos aviones con la tecnología de hoy en día que son capaces de recorrer sin cargar combustible prácticamente desde una punta a la otra del continente. Así que, sin duda, es algo para preocuparse. Yo creo que Estados Unidos como ha venido mostrando hasta ahora trata de que las guerras sean lejos de su territorio y consecuentemente no en su patio trasero. O sea, las guerras pueden ser en las fronteras de Rusia, en África, o en Oriente Medio. Hasta ahora y si se observan los antecedentes, no ha habido guerras largas o permanentes en nuestro territorio que hayan sido generadas por el propio Estados Unidos.
– Pero hay otro tipo de ataques, como el terrorismo financiero…
– Exactamente, esa es parte de la tradición norteamericana de siempre: golpes de Estados, golpes financieros, desestabilización, esa es parte de la tradición. Una acción de guerra como la que se realizó en Libia creo que Estados Unidos no llevaría a cabo en América Latina, aunque no puedo hacer un pronóstico o negar de plano esa posibilidad.
– ¿Llegó el momento de que Latinoamérica supere el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que ha sido un instrumento militar de Estados Unidos en el hemisferio?
– Sí, claro, porque el TIAR quedó totalmente obsoleto aunque todavía hay dificultades para superarlo. Ecuador es uno de los países que encabeza esta idea de ponerle fin al TIAR. Paradójicamente un gobierno como el de Argentina que debería ser el más interesado en apoyar esto no tiene intención de hacerlo en el corto plazo. Pienso que debe ser parte de alguna negociación. Esperemos que la gestión del nuevo secretario general de la Unasur, el colombiano Ernesto Samper sea promisoria en ese sentido porque una negociación sobre la continuidad o no del TIAR en este momento está un poquito engavetado según mi criterio. Para ello falta el impulso que le dieron en su momento a la integración regional Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Lula da Silva.
– En su muy minuciosa investigación bibliográfica señala que alrededor de 70, 75 bases militares estadounidenses rodean el continente americano. ¿Esa circunstancia muestra que dichas bases están directamente relacionadas para consolidar la estrategia de saqueo y expolio de recursos naturales de nuestro hemisferio?
– Sí, las bases quiero hacer énfasis, han crecido sobre todo en Perú, Honduras y Panamá. En esos tres países se ha incrementado el número de bases militares, las cuales están directamente relacionadas con la necesidad de un acceso inmediato a las fuentes de recursos naturales, en el caso de que sea necesario. Si logran por otros medios obtener los recursos naturales que requieren obviamente lo harán, pero sí tienen la posibilidad de lograr el acceso en menos de 24 horas en aquellos lugares donde a ellos les interese estar, procederán.
Fuente original: http://www.cronicon.net/