El colonialismo tiene formas diversas e intereses variados, pero el objetivo es el mismo: obtener del país colonizado todo el beneficio económico, militar y político posible y hacer creer a los colonizados que los explotadores son indispensables para su supervivencia. Desde la invasión de 1898 Estados Unidos ha estado golpeando a Puerto Rico. La primera […]
El colonialismo tiene formas diversas e intereses variados, pero el objetivo es el mismo: obtener del país colonizado todo el beneficio económico, militar y político posible y hacer creer a los colonizados que los explotadores son indispensables para su supervivencia.
Desde la invasión de 1898 Estados Unidos ha estado golpeando a Puerto Rico. La primera acción política de los invasores fue tronchar las aspiraciones libertarias que comenzaban con la recién aprobada Carta Autonómica. A nivel económico, devaluaron la moneda nacional en un 60%, lo que llevó a miles de boricuas a la ruina y a terratenientes y comerciantes a vender sus propiedades a latifundistas extranjeros. Convirtieron la Isla en un inmenso sembradío de caña de azúcar, y a su vez sembraron bases militares a vuelta redonda. Años más tarde consiguieron azúcar a mejores precios y cerraron operaciones. De ahí en adelante la historia se repite: la industria de la aguja, la manufactura, las petroquímicas, las farmacéuticas y, más recientemente, los centros comerciales y las cadenas de megatiendas.
En el 1898 la participación de la fuerza laboral de los puertorriqueños en nuestra economía era del 85%. Hoy día es de menos del 40%. Aquellos vientos trajeron estas tempestades. Los cuatro indicadores de desarrollo de un país son educación, salud, economía y seguridad ciudadana. No vamos a abundar sobre el estado de estos cuatro indicadores. El país se encuentra en caída libre y lo triste es que gran parte de la población cree que la salida es convertirnos en parte del país explotador. Sin embargo, ahí está la clave para desarrollar un proyecto de país que entusiasme y motive al pueblo a trabajar para conseguir, en el transcurso de una generación, los cambios necesarios para redefinir nuestras aspiraciones como pueblo.
Tenemos que empezar por la educación. El problema de la deserción escolar, que ronda en el 40%, y del bajo aprovechamiento en las pruebas de proficiencia en materias básicas es escandaloso. El proyecto de país que propulsamos requiere de una revolución en el sistema educativo. Convertir la escuela en un aliado del estudiante, en un instrumento de su desarrollo y de convivencia es el reto. Los invitamos a leer la propuesta del MINH titulada «Propuesta de Educación Hostosiana».
La Salud Pública es un desastre. Los indicadores de calidad -mortalidad infantil, embarazos en adolescentes, expectativa de vida, enfermedades crónicas, obesidad, etc.- van en picada y se gastan miles de millones de forma desarticulada y sin resultados. Es imprescindible establecer la salud como un derecho humano fundamental, sacar a los mercaderes del templo y organizar un Sistema Universal de Salud en el que todos y todas tengamos acceso a los mismos servicios de salud.
En cuanto al desarrollo económico los independentistas tenemos mucho que aportar para defendernos del «golpe» de los invasores. Se trata de rescatar la productividad de nuestro pueblo y revertir la situación actual, en la que sólo 4 de cada 10 personas trabajan. Ahí están las empresas agrícolas familiares y comunitarias; las cooperativas de producción; las microempresas y todo lo que contribuya a la producción de bienes de consumo. De otra parte, tenemos que combatir y derogar la llamada Ley de Cabotaje, que nos obliga a transportar todo lo que viene o sale de aquí en la marina mercante de EEUU, la más cara e ineficiente del mundo.
Sobre las cadenas de megatiendas, el MINH, junto al MUS y otras organizaciones, nos proponemos desarrollar una campaña de apoyo al comerciante nacional: queremos involucrar a los dueños de farmacias de la comunidad, ferreteros, colmados y otros negocios que han sido afectados adversamente por las Walgreen, los Walmart, Costco, Sams y todo tipo de invasor que se caracteriza por desplazar nuestros comerciantes y transferir el producto de sus ventas todos los días al extranjero, creando desempleo y ausencia de capital para nuestro desarrollo. Eventualmente tendremos la capacidad de articular un boicot a las megatiendas extranjeras y propiciar el resurgimiento de la economía nacional.
Algunos podrán pensar que con estas medidas estamos colaborando con el régimen colonial. Nada más lejos de la verdad. Con un sistema de educación que fomente el orgullo patrio, la lealtad a nuestra nación, la solidaridad ciudadana, nuestros vínculos con el Caribe y América Latina y nuestra verdadera historia, tendremos la base para perder el miedo a la libertad. Un Sistema Universal de Salud, además de mejorar la calidad y cantidad de esos servicios, sacaría ese importante renglón de la política partidista y nos acercaría a la medicina socializada.
De ser exitosa la campaña de apoyo al comerciante de aquí -lo que implicaría la formación de un importante frente de ferreteros, farmacias de la comunidad y colmados- hay que ver la respuesta de los invasores. Pero lo que es irreversible es la voluntad de lucha de nuestro pueblo. Más aún, si logramos visibilizar la opción independentista como una alternativa alcanzable y a nuestras manos.
Difundir, de otra parte, las ventajas económicas que traería ser miembro pleno de la CELAC, PetroCaribe y la integración de nuestra economía a la del continente suramericano, es una tarea impostergable del movimiento independentista. Ésa es nuestra propuesta para neutralizar «el golpe» que nos ha propinado el colonialismo durante los pasados 116 años. El Movimiento Independentista Nacional Hostosiano se prepara para desarrollar una campaña por todos los medios a su alcance. Te invitamos a ser parte de la misma.
Héctor L. Pesquera Sevillano es médico y Copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH).