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Sobre el referéndum en Fiat Turín

El honor de Ciputti

Fuentes: Sin Permiso

Han votado en Mirafiori todos los asalariados sobre el acuerdo propuesto por Marchionne, el administrador delegado. Todos, un porcentaje con el que no podría soñar ninguna elección política. Y ha sido solamente un 54% el sí y un 46% el no, un rechazo todavía más masivo que el de Pomigliano. Casi un trabajador de cada […]

Han votado en Mirafiori todos los asalariados sobre el acuerdo propuesto por Marchionne, el administrador delegado. Todos, un porcentaje con el que no podría soñar ninguna elección política. Y ha sido solamente un 54% el sí y un 46% el no, un rechazo todavía más masivo que el de Pomigliano. Casi un trabajador de cada dos ha rechazado ese acuerdo unilateral, caído de lo alto con prepotencia, y que exige una verdadera negociación.

Para comprender el riesgo y el desafío de quien ha dicho no, hace falta saber a qué género de chantaje – ésta es la palabra exacta – se obligaba a los trabajadores: o aprobar la voluntad de Marchionne a ciegas, puesto que no hay un plan industrial, no se sabe si habrá dinero, se tiran por la borda todos los derechos precedente y se arrincona al único sindicato que se ha permitido no firmar -la FIOM- o situarse en contra de un patrón que, declarando la novedad y extraterritorialidad del derecho de la joint venture Chrysler FIAT, se considera liberado de todas las reglas y dispuesto a llegar a cualquier represalia. La obrera que ha ido a decirle a [Maurizio] Landini [secretario general de la FIOM-CGIL] «tengo que votar que sí, porque tengo dos niños y un préstamo, pero vosotros los de la FIOM, por favor, seguid adelante» nos da la imagen exacta de la libertad del asalariado. Ante este Golem se ha levantado quien ha dicho no. Más si cabe en la época en que Marchionne, identificándose con el hijo de Dios, ha definido como «después de Cristo», la suya.

Ahora se verá qué hará él, habiéndole hecho la mitad de los empleados lo que en Francia llaman le bras d’honneur [un corte de mangas], algo que quien esto escribe desconoce cómo se dice en Italia, aunque sabe cómo se hace; porque para la provocación hay un límite, o al menos lo había. Nada nos garantiza, ni nos garantizaría aunque hubiese votado «sí» el 80 por ciento de la plantilla, que Marchionne esté interesado en mantener la FIAT, en conseguir que produzca cuatro veces más de lo que produce ahora, en presentar según qué modelos, ni si los venderá en un mercado europeo estancando, en el cual la FIAT se estanca más que los demás. Si tuviera inteligencia industrial o tan solo sentido común, reabriría una mesa de discusión, descubriría sus cartas, afrontaría lo que ha de hacerse con quien deberá hacerlo. Esto es lo que le han ido a decir los trabajadores de Pomigliano y los de Mirafiori.

Solos, sólo ellos. Porque la familia Agnelli, tan amada en la capital saboyana [Turín] por haber llorado en un interminable duelo sobre los despojos del último de la dinastía que aún tenía algún interés productivo, el abogado [Gianni Agnelli] no ha dicho ni palabra. En esta coyuntura, anda desaparecida, no se la ve, no se la oye, piensa en las finanzas.

Tampoco ha dicho nada el gobierno de nuestro descompuesto país, que, sin embargo, cualquiera que fuese su color, derramaba miles de millones sobre la FIAT, pero se deja birlar la última joya en nombre de la verdadera modernidad, que consiste en saber que no se trata de defender ni el patrimonio productivo propio ni a los trabajadores mismos (no vaya a ser, sería proteccionismo, que dejemos que sólo los Estados Unidos, Francia y Alemania se apresten a recoger los huesos de la ex Europa). A nosotros nos queda solamente competir con los salarios de Europa del Este, de la India y probablemente de la peligrosa China.

Todos los oráculos de la prensa italiana han felicitado por ello a Marchionne, que aunque sea sin gloria, y por los pelos, ha pasado.

La izquierda, luego, ha estado incomparable, la izquierda política y las confederaciones sindicales. Tenía de su parte históricamente, pues su única razón de existir, una Constitución que defiende como pocas los derechos sociales en un régimen capitalista. Los imponía – los impone – lo que llaman el modelo renano, un compromiso no sin dudas, keynesiano, entre capital y sociedad, que garantiza en términos ineludibles la libertad sindical. Perfecto que las confederaciones hayan conseguido entre ellas, a través de algún artículo propio de leguleyos del Estatuto de los Trabajadores, aventurarse en acuerdos destinados a dejar fuera a los perturbadores, del estilo de los fatídicos COBAS, [Confederazione dei Comitati di Base, sindicato particularmente radical y combativo] gracias a lo cual nadie se atreve a agarrarse al artículo 39, que – repito – más claro no podría estar. La CGIL ha chillado un poco, pero hubiera preferido que la FIOM pusiera una «firma técnica» en esa obra maestra suicida. En cuanto a los partidos, no se puede más que llorar. D’Alema, al que se le suponían luces, Fassino

[dirigente del PD, aspirante a la alcaldía de Turín], Chiamparino [actual alcalde de Turín, del PD], Ichino [economista especialista en la reforma laboral, también del PD], el PD entero, han declarado que si estuvieran en el lugar de los obreros de la FIAT – situación de la que distan bastante – habrían votado sí sin pestañear. Caray, ¿es que no había mientras tanto 3.500 euros que te daban? ¿Pero qué quiere la FIOM, para la cual se ha acuñado el exquisito oximoron de extremistas conservadores?

Muy bajo anda el honor de Italia, escribía un tal Slataper [2]. Desde ayer, un poco menos. Saludamos con respeto, nosotros que no conseguimos hacer gran cosa, a ese 46% de Cipputi que en Turín, después de Pomigliano, nos permite decir que verdaderamente no todo el país está en la mierda.

Notas del t. [1] Ciputti es un personaje de viñeta humorística, arquetipo del obrero industrial italiano de las últimas décadas del siglo XX, marginado por el proceso de globalización. [2] Scipio Slataper (1888-1915), escritor italiano nacido en Trieste, muerto en el curso de la Primera Guerra Mundial.

Rossana Rossanda , miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO , es una escritora y analista política italiana, cofundadora del cotidiano comunista italiano Il Manifesto. Recientemente ha aparecido en España la versión castellana de sus muy recomendables memorias políticas: La ragazza del secolo scorso [La muchacha del siglo pasado, Editorial Foca, Madrid, 2008].

Traducción para www.sinpermiso.info : Lucas Antón