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El impacto de la CELAC en el sistema mundo

Fuentes: Rebelión

Los días 2 y 3 de diciembre tienen un carácter fundacional. Después de una larga travesía histórica y política, los Presidentes y Jefes de gobierno de 33 países latinoamericanos y caribeños dieron su consentimiento para formalizar un sueño anhelado que es una legítima aspiración de la región: la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos […]

Los días 2 y 3 de diciembre tienen un carácter fundacional. Después de una larga travesía histórica y política, los Presidentes y Jefes de gobierno de 33 países latinoamericanos y caribeños dieron su consentimiento para formalizar un sueño anhelado que es una legítima aspiración de la región: la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), cuyo nacimiento presagia un trascendental impacto para «Nuestra América» y las Relaciones Internacionales, en su conjunto.

Un grupo de razones de peso apuntalan esa predicción. La CELAC es un nuevo foro político de los países de América Latina y el Caribe, sin la presencia de los Estados Unidos y Canadá, lo que constituye un hecho sin precedentes al conmocionar las relaciones hemisféricas, porque, entre otras cosas, desplaza a la inoperante Organización de Estados Americanos (OEA), célebre «ministerio de colonias», conocida por su nefasta labor al servicio de los intereses de la política exterior de los Estados Unidos y por constituir un estorbo para el progreso de los pueblos latinoamericanos.

Asistimos ahora a un parto histórico diseñado por los próceres latinoamericanos y caribeños. Es la reivindicación de los ideales libertarios del libertador Simón Bolívar, quien con la convocatoria en 1824 del Congreso de Panamá, a fin de crear una federación de repúblicas con las naciones que se habían independizado de España, vislumbró la integración política regional, como única fórmula de instaurar la independencia y la soberanía de los países de América Latina y el Caribe.

Con la CELAC, se ha sellado un ciclo histórico y nace un nuevo actor progresista en las relaciones hemisféricas e internacionales. En el año del Bicentenario el ideario bolivariano, martiano, fidelista, chavista, guevariano, de tantos otros héroes, y de nosotros mismos, irrumpe en el escenario del sistema mundo para batallar por la transformación de las actuales relaciones Norte-Sur, y hacer de los vínculos Sur-Sur un verdadero paradigma de la unidad solidaria, de la cooperación y la complementariedad, en un planeta amenazado por guerras -incluso nucleares- y complejos problemas globales que solo podrán resolverse con el concurso de todas las naciones, para, por supuesto, salvar a la humanidad de su autodestrucción.

La fundación de la CELAC refleja las reiteradas advertencias del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, sobre la capacidad de los pueblos para resistir y vencer todas las dificultades. A continuación de la aciaga noche neoliberal y de siglos de dominación colonial e imperialista, en América Latina se constata la tendencia creciente hacia un despertar de la conciencia revolucionaria de los pueblos que, extendida al Caribe, ha sido acelerada por la grave crisis estructural del sistema capitalista y el surgimiento de líderes progresistas deseosos de trabajar en beneficio de todos los sectores populares y por el bien de todos en el continente.

Muchos son los desafíos futuros para la CELAC, pero su nacimiento es una clara contribución al equilibrio del mundo y al mejor funcionamiento de las Relaciones Internacionales. Desde ahora, la CELAC es un freno considerable a las políticas hegemónicas de los Estados Unidos y sus aliados europeos. Símbolos de una civilización en crisis económica, política y social con síntomas de decadencia y descomposición.

 

La CELAC es otro paso hacia un sistema mundo pluripolar y pluricultural que, desde su conformación, asesta un duro golpe a la imposición de un único polo de poder global y a la perspectiva de multipolaridad concebida como la prolongación de un pensamiento político (teórico-práctico) centrado en las relaciones de poder y de dominación de unos Estados por otros en la Política Internacional.

 

Si con la CELAC nace un mundo diferente portador de una nueva ética en las Relaciones Internacionales, entonces le damos la bienvenida a ese nuevo mecanismo o foro de concertación para la integración de los pueblos, en un escenario internacional ensombrecido por el fantasma de la guerra.

En suma, la CELAC es la nueva esperanza para la paz, el desarrollo socio-económico y la integración solidaria entre los pueblos de América Latina y el Caribe. Y, para el bien de la humanidad toda, que sus motivaciones irradien con esa misma fuerza en otras latitudes.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.