M.H.: Una situación política compleja en Brasil, por el proceso de impeachment (destitución) contra Dilma Rousseff. Ricardo, me gustaría conocer tu opinión. R.A.: La situación brasilera hoy es de una crisis muy profunda, económica, social y especialmente política. El gobierno de Dilma fue incapaz de hacer un nuevo gobierno luego de ser electa en octubre […]
M.H.: Una situación política compleja en Brasil, por el proceso de impeachment (destitución) contra Dilma Rousseff. Ricardo, me gustaría conocer tu opinión.
R.A.: La situación brasilera hoy es de una crisis muy profunda, económica, social y especialmente política. El gobierno de Dilma fue incapaz de hacer un nuevo gobierno luego de ser electa en octubre del año pasado, frente a la denuncia de corrupción, por un lado, y frente a la crisis económica, por otro.
Hay un nuevo elemento que es la ruptura de Dilma con el PMDB que siempre fue una especie de partido del centro, que garantizaba el poder para el PT sin exigir mucho, solo cargos en la alta burocracia estatal, ministerios, etc. Pero en este momento hay una ruptura inminente entre el vicepresidente del PMDB y la presidenta Dilma, y esta ruptura aumentó la tensión en la Cámara de Diputados, que hace unos minutos eligió una comisión a través del voto secreto, donde la derecha está muy organizada y muy fuerte, y consiguió la mayoría para formar parte de la Comisión del impeachment. Entonces, en este momento la situación es la siguiente: Dilma tiene 199 votos y el otro grupo 272 votos, es una diferencia importante. Hoy los 199 votos imposibilitan que se decrete el impeachment, pero esta comisión va a empezar los trabajos bajo el control de Eduardo Cunha, un político profundamente corrupto que oscila entre la derecha y la extrema derecha.
Por parte de Dilma hay un desgaste natural, la base del PT perdió mucho apoyo de las clases trabajadoras, hoy depende de muchos que están a la izquierda de Dilma, que no defienden su gobierno, que hacen oposición, como el PSOL y otros partidos de izquierda, pero que están en contra del golpe.
Hay dos puntos muy importantes, uno es que el gobierno de Dilma, en la opinión de la izquierda, es pésimo, pero el golpe es una articulación de la elite política dominante brasileña con la intención de eliminar al PT del gobierno e introducir un gobierno de derecha, similar al golpe paraguayo de hace poco tiempo atrás que depuso al presidente Lugo.
En Brasil hay un equilibrio inestable
M.H.: La mayoría de los gobernadores se pronunciaron en contra del juicio, fueron 27, más el gobernador del Estado Federal de Brasilia. Sin embargo, la Bolsa de San Pablo al anunciarse el día viernes el impeachment contra Dilma subió un 4%.
R.A.: Los gobernadores que acaban de hacer la reunión con Dilma son los del Nordeste, de otras partes de Brasil, incluyendo Minas Gerais, que es un gobernador del PT y Santa Catalina, pero no cuentan con el apoyo del gobernador de Río Grande do Sul ni el gobernador de San Pablo, aunque sí cuentan con el apoyo del gobierno de Río de Janeiro. Lo que pasa es que en el plano de los gobiernos de los estados, el PT y su base aliada tiene una cierta mayoría, pero hay también partidos de oposición en los gobiernos de varios Estados que están haciendo clara oposición a Dilma.
Por otro lado, en las clases dominantes, en la alta burguesía financiera industrial, del agronegocio y servicios, hay una situación de duda, una parte de ella teme que una crisis política abierta con el impeachment pueda paralizar por completo la economía brasileña, lo que sería peor, pero otra parte de la burguesía empieza a mirar la posibilidad de que el impeachment sea inevitable.
Entonces, entre las clases dominantes hay dudas. Una revista económica de Inglaterra publicó hace días que era muy arriesgado deponer a Dilma. Por otra parte, la banca brasilera no ve la alternativa de la destitución como la única posible, hay un cuadro de inestabilidad.
Lo que es una tragedia completa es que esta articulación política para la destitución por la derecha del gobierno de Dilma está siendo liderada por Eduardo Cunha, que es un político marcado por una corrupción en el nivel más alto posible, entonces hay, como diría Gramsci, un equilibrio inestable hoy en Brasil, una parte de las clases dominantes está a favor del impeachment y otra no, una parte de las clases populares está a favor y otra no, a otra parte de las clases populares no le gusta el gobierno de Dilma, pero sabe que con un gobierno de derecha la situación va a ser peor. Y las clases medias también están muy divididas, las tradicionales de los barrios ricos o la más conservadora están en la primera línea a favor del impeachment, pero las capas medias más intelectualizadas, las profesiones universitarias saben que la situación es muy compleja.
Si Dilma es cazada por el impeachment, el PMDB está completamente involucrado con la corrupción, si el vicepresidente fuera cazado también, el primer sucesor en la línea es Eduardo Cunha, el más corrupto de todos. Fijate la ironía para comprender la tragedia brasilera, la única que no es personalmente corrupta, es Dilma y la población pobre lo sabe.
Dilma hizo un pésimo gobierno para los sectores pobres y trabajadores, pero saben que no robó, el PT está involucrado en la corrupción profundamente, pero Dilma no y hay una ley establecida constitucionalmente que dice que puede sufrir un impeachment cuando un presidente está involucrado en un acto de corrupción administrativa durante su mandato, que no es el caso de Dilma.
Hace pocas semanas escribí un artículo en la revista Herramienta, los oyentes pueden obtener más información ahí, la realidad es que nosotros no sabemos qué va a ocurrir mañana ni pasado mañana si Dilma continúa, si sufrirá el impeachment o se va a recuperar. No lo sabemos.
El último punto, el vicepresidente, el primero en la línea sucesora, también firmó «pedaleos» fiscales. O sea, Dilma está siendo cazada porque firmó pedaleos fiscales, la utilización indebida de fondos públicos, pero sin robar, hizo lo mismo el vice, lo que crea una situación política muy compleja.
M.H.: Quisiera que nos comentaras cómo fue el recibimiento al presidente electo Mauricio Macri por la Federación Industrial de San Pablo, porque tenemos entendido que fue recibido con grandes honores.
R.A.: Sí, hay un sentimiento en Brasil, de los sectores burgueses, especialmente el industrial, que festeja la liberalización de los negocios entre Brasil y Argentina con Macri. Durante el gobierno de Kirchner se mostraba muy descontenta la burguesía brasileña con las barreras y limitaciones que imponía. Uno de los principales países que adquieren los productos industriales brasileros es Argentina, la reducción de la venta de esos productos causaba un descontento muy profundo.
Ahora la burguesía industrial imagina que tendrá más liberalismo, que habrá menos barreras, menos impuestos y más posibilidades de hacer buenos negocios, por eso apoyan a Macri y su victoria que supone la introducción de más elementos neoliberales en la política argentina que afectarán positivamente a la economía brasileña.
M.H.: ¿Cómo evaluás los resultados de la elección legislativa en Venezuela?
R.A.: Pienso que estamos viviendo una situación, no solo a nivel latinoamericano sino a nivel global, teniendo en cuenta la elección de Marine Le Pen en representación de la extrema derecha en Francia el pasado domingo, y con la elección de la centroderecha en Venezuela, hay un desgaste muy grande en América Latina de los gobiernos llamados de izquierda o de centroizquierda.
Es muy diferente lo que fueron los gobiernos de Lula y Dilma a lo que fue Chávez, lo que es Evo Morales y lo que fue Kirchner, pero sabemos que toda la derecha llama a esos gobiernos como «de izquierda», que en mi opinión no es correcto.
Hay un segundo punto en Venezuela, que la revolución bolivariana tenía una fuerza popular muy ligada a la figura personal de Chávez. El chavismo era un brazo latinoamericano que combinaba un movimiento social de masas y la figura del líder. La precoz desaparición de Chávez abrió una crisis profunda, porque los avances de la revolución bolivariana no fueron suficientes para crear nuevos líderes que estuvieran al nivel de sustituir a Chávez. Maduro no tiene ni un centésimo de la fuerza que tuvo Chávez.
Por otro lado, es muy importante comprender que las derechas, aquéllas que tienen la propiedad de los recursos, juegan con el desabastecimiento, paran de producir alimentos, comienzan a boicotear, cuando eso sucede y la gente no puede acceder a los productos, aumenta el descontento popular que alimentó esta derrota de la revolución bolivariana.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.