Al primer ministro griego Alexis Tsipras le viene como anillo al dedo el adagio que expresa, no se pueden pedir peras al olmo, pues al llegar al poder se encontró como herencia un país envuelto en una enorme crisis económica, financiera y política. Aunque ha tratado de esquivar los constantes ataques de los acreedores nacionales y […]
Al primer ministro griego Alexis Tsipras le viene como anillo al dedo el adagio que expresa, no se pueden pedir peras al olmo, pues al llegar al poder se encontró como herencia un país envuelto en una enorme crisis económica, financiera y política.
Aunque ha tratado de esquivar los constantes ataques de los acreedores nacionales y extranjeros, en un intento por estabilizar el país y ayudar a la mayoritaria población empobrecida, no ha podido lograrlo.
Tsipras enfrentó desde un principio las enormes presiones de la troika (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea) pero ha tenido que ceder ante las amenazas de suspenderle los rescates financieros que paralizarían todo el país.
Esas son las consecuencias del establecimiento de políticas neoliberales mediante las cuales las poderosas transnacionales y los países más desarrollados van controlando económica y hasta políticamente a las naciones más débiles sin que éstas puedan zafarse de esas ataduras.
El primer ministro ha tenido que frenar su programa preelectoral que planteaba renegociar la deuda, suspender los pagos hasta la recuperación de la economía, aumentar los empleos, así como una política a favor de las capas sociales más afectadas.
La pasada semana se desbloqueó la deuda griega tras entregar el gobierno heleno 2.000 millones de euros al Mecanismo Europeo de Estabilidad como parte del proceso de recapitalización de la banca, además de aceptar Atenas nuevas reformas sociales a partir de 2019, una vez realizado el tercer rescate financiero, lo que deja nuevamente la puerta abierta a las presiones del Fondo Monetario Internacional.
Aunque el Gobierno aseguró que las medidas que se aprueben no representarán un solo euro más de austeridad, la troika para alcanzar un acuerdo definitivo pidió reformas adicionales por 3.600 millones de euros que representan un 2 % de su Producto Interno Bruto (PIB).
En la fuerte disputa el FMI tuvo que aceptar que Grecia restablezca los convenios colectivos antes de que finalice el actual rescate en agosto de 2018, mientras que la Comisión Europea accedió a que se excluyan del cálculo del superávit primario los costos de un programa de creación de 100.000 empleos en los próximos dos años y medio por un valor de 3.000 millones de euros que el país negocia con el Banco Mundial en cooperación con instituciones europeas.
En 2016 más del 75 % de los hogares helenos sufrieron la reducción de los ingresos; una de cada tres personas tenía a un miembro de la familia en paro y casi la mitad de la población redujo los gastos en alimentación. Pagar las facturas de electricidad y teléfonos se ha convertido en extremo difícil.
A la par se incrementó el número de personas que malviven en las calles y surgieron grupos de voluntarios de lavandería como Itaca, que tiene unidades móviles con dos lavadoras y dos secadoras las cuales recorren las calles para higienizarles las ropas a quienes lo han perdido todo. También hay algunas manos amigas que sirven un plato de comida por algunos sitios de las ciudades.
En estos momentos Grecia ocupa el tercer puesto entre los países más pobres de la Unión Europea, solo detrás de Bulgaria y Rumania.
En 2004 Grecia comenzó a padecer graves problemas económicos con un déficit del 6 % del PIB y una deuda de 48.000 millones de euros que a principios de 2015 se elevó a 330.000 millones de euros.
A partir del 2005 el país fue sometido al control fiscal de la Comisión Europea y en 2009 la troika inició los multimillonarios rescates a los bancos y la implantación de violentas medidas de austeridad aplicadas con intransigencia las que llevaron al país al hundimiento de su sistema político y económico.
La táctica neoliberal utilizada para continuar el saqueo de los países que caen bajo su égida es la de entregar los rescates financieros a los bancos privados para que estos, a su vez, paguen las deudas que el Estado ha adquirido con otros bancos, lo que provoca un mayor endeudamiento al adicionar los altos impuestos acordados.
Para la entrega de los empréstitos la troika impone leoninas medidas de ajustes y austeridad con el «derecho» a supervisarlas permanentemente, con lo cual los países pierden la soberanía financiera, política y social.
Después de la profunda crisis económica mundial de finales de 2008, que tuvo su comienzo en Estados Unidos, Grecia ha dependido de miles de millones de euros de préstamos internacionales para mantener a flote su deprimida economía.
A Alexis Tsipras le ha sido sumamente difícil maniobrar para evitar que la población siga sufriendo por la profunda crisis financiera, económica y social que le dejaron los anteriores gobiernos, unido a los constantes reclamos de los acreedores.
Veamos el cuadro general que presenta la nación helena: la deuda que ha sido reestructurada en tres ocasiones, asciende a 312 700 millones de euros.
Al FMI se le adeudan 21.000 millones; al Banco Central Europea, 27.000 millones; a los gobiernos de la Eurozona (Alemania, Italia, Holanda, Francia, España, Bélgica, Gran Bretaña) 53.000 millones. Al Fondo Europeo de Estabilidad 131.000 millones y a los inversores privados 80.700 millones de euros.
Pese a que Atenas paga actualmente intereses superiores al 10 % por la deuda y el programa de recortes económicos se cumple según lo acordado con los acreedores, estos no están satisfechos y exigen nuevos ajustes.
En los últimos cinco años el PIB ha caído un 26 %, el paro se ha disparado hasta el 26,5 %, la cifra más alta de toda la Unión Europea y el desempleo juvenil aumentó hasta el 50 %.
De todas formas y ante las enormes presiones que padece, hay que reconocer que Tsipras ha realizado grandes esfuerzos para no declarar al país en default, obtener los empréstitos y sobre todo no afectar aun más a los ciudadanos de poder adquisitivo medio y bajo.
Cabría preguntarse: ¿Qué más quiere el sistema neoliberal de la endeudada y empobrecida Grecia?
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