Un año después de que una profunda crisis económica obligara a la renuncia del Ejecutivo italiano y a la designación de un Gobierno tecnócrata para hacerle frente, el panorama del país transalpino permanece igual de complejo. Si en noviembre de 2011 el entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, dimitió de su cargo bajo la presión popular […]
Un año después de que una profunda crisis económica obligara a la renuncia del Ejecutivo italiano y a la designación de un Gobierno tecnócrata para hacerle frente, el panorama del país transalpino permanece igual de complejo. Si en noviembre de 2011 el entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, dimitió de su cargo bajo la presión popular y el peso de las demandas de la Unión Europea (UE), el 2012 culmina con una nueva crisis política que muestra incierto el futuro de la tercera economía de la eurozona.
Mario Monti, quien asumió la jefatura del Gobierno tras el desplome del Ejecutivo anterior, advirtió recientemente que renunciará a su puesto antes de Navidad, luego de la aprobación en el Parlamento de la Ley de Presupuestos, lo que probablemente obligue a adelantar las elecciones generales para febrero de 2013.
La dimisión se produjo un mes después de que su Gobierno celebrara un año a la cabeza de Italia, el cual estuvo signado por la aplicación de fuertes políticas de austeridad y planes de recortes encaminados a enfrentar el déficit presupuestario.
Cuando en noviembre se cumplieron 12 meses de su gestión técnica, el primer ministro se mostró satisfecho con lo realizado durante ese tiempo, al considerar que los esfuerzos de su administración no solo habían salvado la nación, sino que, incluso, habían evitado la desaparición de la zona euro.
En un documento de 17 páginas titulado Apuntes de viaje, el Gobierno aseguró que durante este año el país ha sido saneado y se ha evitado que Italia, debido a su peso, determine un cambio en el escenario europeo, e incluso mundial, de los eventos económicos y financieros.
Sin embargo, mientras Monti recibía elogios de Europa y la elite económica deseaba que pudiera repetir al frente del Ejecutivo, miles de italianos salieron una y otra vez a las calles a manifestarse en contra de las consecuencias directas de las políticas de austeridad.
Uno de esos efectos fue el incremento del desempleo, que en octubre alcanzó la cifra récord de un 11,1 por ciento de la población activa, lo que significó un aumento de 0,3 por ciento respecto a septiembre y de 2,3 por ciento en comparación con el décimo mes de 2011.
Susanna Camusso, líder de la Confederación General Italiana de Trabajadores, el principal sindicato del país, ha declarado que el problema del Gobierno es la falta de atención hacia el aumento de la desigualdad social, con políticas de austeridad encaminadas en la misma dirección que las de Berlusconi.
Para la sindicalista, cuyo gremio protagonizó varias movilizaciones multitudinarias el presente año, las medidas del primer ministro son una conjunción de recortes y aumentos de impuestos que afectan a los trabajadores y frenan el consumo.
Todo ello es el resultado de la gestión de un Gobierno que, centrado en cumplir las exigencias de la UE para combatir sus problemas financieros y defender la moneda común, aprobó en sus comienzos un plan de ajuste por valor total de 25 mil millones de euros en tres años.
Desde el inicio de su mandato, el 16 de noviembre de 2011, Monti redujo las pensiones y los ingresos de los municipios, diputaciones y autonomías, aumentó diferentes impuestos, cambió los criterios del gasto central, local y del fisco, y en general, transformó la forma de gestionar el dinero público.
Con la aplicación de esas medidas el Ejecutivo logró estabilizar a los inversores, y la prima de riesgo que en tiempos de Berlusconi había alcanzado los 450 puntos -límite de intervención en países como Irlanda, Portugal y Grecia-, se colocó de inmediato por debajo de los 300 puntos básicos.
Ese resultado no detuvo la política austera, sino que llegó a acelerarla, con la aprobación en julio pasado de un paquete adicional de recortes por 26 mil millones de euros, divididos en cuatro mil millones para ser ahorrados en la segunda mitad de 2012, 10 mil 500 millones para 2013 y 11 mil millones para 2014.
Pero las medidas que frenaron el peligro italiano de necesitar un rescate, y que llevaron a los principales líderes comunitarios a alabar la gestión de quien fuera comisario europeo, provocaron tanto la reacción popular como el descontento de medios de prensa y especialistas.
De acuerdo con las consideraciones de varios estudiosos, la maniobra de Monti al frente de Italia condujo a la destrucción de la economía real -riqueza, trabajo y producción-, el incremento de la inflación, así como resultados fuertemente negativos en las finanzas públicas con respecto al trienio precedente.
Por eso, el pasado 24 de noviembre estudiantes, trabajadores precarios, docentes y sindicalistas volvieron a manifestarse contra la austeridad, la disminución del nivel de vida, la destrucción de la escuela pública y los planes de recortes en educación.
Menos de un mes después de esos acontecimientos, las perspectivas de una crisis política en Italia a raíz de la futura dimisión de Monti vuelven a impulsar los costos de endeudamiento del país y las tensiones en la zona euro tras meses de calma en los mercados de bonos.
Berlusconi, a quien muchos consideran responsable de la crisis italiana, regresa como actor político con su candidatura para los próximos comicios y causa alerta entre banqueros y analistas, quienes temen que pueda aprovechar el desencanto con las reformas de Monti para retomar el poder.
La principal preocupación entre los inversores no es la celebración anticipada de elecciones, sino el resultado de tal consulta, consideró Wolfango Piccoli, responsable de prácticas europeas en la firma de investigación de riesgos políticos Eurasia Group.
Probablemente surja un Parlamento fragmentado, que conduzca a la creación de un Gobierno de coalición, cuya capacidad de impulsar las reformas estructurales requeridas será seriamente limitada, añadió.
Hasta el momento, la plataforma electoral del conocido como Il Cavaliere se ha centrado en atacar las medidas de austeridad de Monti, al que acusa de llevar a Italia a una espiral de recesión, y a las políticas impuestas por el bloque comunitario, lo que le agencia numerosos detractores entre los líderes europeos.
Su partido Pueblo de la Libertad, de centroderecha, es superado por el centroizquierdista Partido Demócrata en al menos 16 puntos porcentuales según los sondeos de opinión, y también va rezagado frente al movimiento antisistema Cinco Estrellas, encabezado por el comediante Beppe Grillo.
A pesar de eso, el magnate de los medios de comunicación ha logrado en el pasado dar la vuelta a las encuestas, y los especialistas esperan el empleo de una retórica demagógica contraria al euro para agenciarse más apoyo y hacer difícil la mayoría de la centroizquierda.
Ante esa realidad, empresarios italianos como el presidente de la compañía Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo, y los propios dirigentes de los 27, son partidarios de un nuevo mandato de Monti que garantice la continuidad de las reformas estructurales destinadas a garantizar la supervivencia de la UE.
Si bien acostumbrados en cierta medida a conflictos de este tipo, los italianos despiden 2012 en condiciones similares a las que cerraron el año anterior, con incertidumbre económica, crisis política, luchas de poder entre las altas cúpulas del país, y peores condiciones de vida para la ciudadanía.
*Periodista de la Redacción Europa de Prensa Latina
Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&idioma=1&id=814211&Itemid=1