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Grecia

El momento de la verdad para Syriza

Fuentes: A l'encontre

Muchos de nosotros no compartíamos la «conveniente ligereza» del relato pre-electoral de la dirección de Syriza, relato que ha facilitado el empuje ante las urnas pero que, acto seguido, nos colocaba frente a una cuestión: ¿es posible desarrollar un programa radical anti-austeridad sin sobrepasar los límites de la tolerancia de la zona euro y aceptando […]

Muchos de nosotros no compartíamos la «conveniente ligereza» del relato pre-electoral de la dirección de Syriza, relato que ha facilitado el empuje ante las urnas pero que, acto seguido, nos colocaba frente a una cuestión: ¿es posible desarrollar un programa radical anti-austeridad sin sobrepasar los límites de la tolerancia de la zona euro y aceptando los métodos de negociación de las «instituciones» (término que ha sustituido al de Troika)?

Hoy día, conocemos la respuesta: No. La Unión Europea y el FMI intentan aplastar a Syriza colocándolo ante el siguiente dilema: o la integración absoluta en el sistema o el derrocamiento inmediato de este gobierno. Lo hacen por razones económicas, porque una política antiausteridad es incompatible con la actual política de los dominadores. Lo hacen también por razones políticas, porque Europa debe protegerse contra el peligro de «transmisión» del microbio Syriza-Podemos.

El acuerdo del 20 de febrero de 2015 (firmado por el gobierno de Alexis Tsipras) ha sido un gran error, cometido según la trampa que podía contener el «relato» pre-electoral («todo puede hacerse sin grandes dificultades«). El acuerdo implicaba el reembolso de la deuda «por completo y en plazo«. Renunciamos entonces a la «acción unilateral«, en base a nuestro programa, que habría permitido construir una sólida alianza popular, un bloque social, en torno al gobierno de la izquierda. No hemos obtenido nada. La «ambigüedad creativa» (fórmula de Varoufakis) ha actuado y actúa a favor de los poderosos. Después del 20 de febrero, hemos intentado defender las «líneas rojas» [que no podíamos franquear]. Eran menos marcadas y más reducidas que los compromisos adoptados y presentes en la Feria Internacional de Tesalonika (setiembre 2014), que a su vez eran inferiores al programa de la conferencia de Syriza de 2013.

Hoy día, estas «líneas rojas» se difuminan. Sobre las privatizaciones (bandera emblemática del neoliberalismo), discutimos sobre las cantidades demandadas, las modalidades de la venta de las empresas públicas, de la decisión de cuáles sí y cuáles no. Y no sobre la cuestión misma de su venta. En el tema de los impuestos, consideramos que el ENFIA /1 y la subida del IVA constituyen «zonas de concesiones» posibles para los acreedores y no medidas que tienen relación directa con la mejora de vida de las clases populares, con la que estamos comprometidos desde antes de las elecciones. Sobre los seguros sociales y las pensiones, garantizamos las conquistas de los «actuales jubilados«, dejando abierta la posibilidad de una contrarreforma, en ambos terrenos, en lo que se refiere a las futuras generaciones de asalariados-as. En cuanto al mercado de trabajo, pasamos del compromiso de restablecer el poder de los convenios colectivos a la nebulosa fórmula de las «mejores prácticas de Europa«, como las entiende la OIT, corriendo el riesgo de descubrir que estamos hablando, de hecho, de adoptar un corporativismo neoliberal incorporando como criterio para los convenios colectivos la estabilidad financiera y la competitividad en la economía, etc.

Para cualquier persona que quiera examinar efectivamente la situación, es evidente que estamos cogidos en una espiral depresiva: en una negociación donde, en cada fase, estamos obligados a defender nuestro mundo, el de la mayoría popular, descendiendo un escalón cada vez. Es también evidente a dónde nos conduce la pendiente emprendida: a obligarnos a firmar el tercer memorándum que los acreedores se preparaban para firmar con Antonis Samaras (Primer Ministro entre el 20 de junio de 2012 y el 26 de enero de 2015) y Evangelos Venizelos (del Pasok). Además, es evidente el momento en que se intentará la escalada cualitativa del contraataque de los prestamistas: cuando el gobierno se vea obligado a pedir un préstamo para pagar los salarios y las pensiones, y no tramos de la deuda, porque entonces -estiman- el gobierno no dispondrá del poder político para elevar la menor objeción.

La decisión de pagar hasta hoy regularmente las sumas exigidas por los prestamistas (decisión derivada del acuerdo del 20 de febrero) -aunque no den un céntimo de los préstamos prometidos y debidos por los acuerdos anteriores- ha agotado peligrosamente la liquidez pública, haciendo que el momento crítico esté próximo, muy próximo.

Las consecuencias políticas de esta retirada estratégica (porque no es posible hablar de «compromiso») serán inmediatas. Syriza no puede ser transformado en un partido pro-austeridad. Los acreedores no estarán de acuerdo, a medio plazo, en quitar garantes de un acuerdo con el actual gobierno. Exigirán que se pague el coste político de la «aventura» del 25 de enero (elecciones). Ejercerán chantaje para obtener una «ampliación» del gobierno Tsipras y transformarlo poco a poco en un gobierno de unión nacional o incluso para derribarlo. El activismo político de Yannis Stournaras (actual jefe del Banco Nacional de Grecia y antiguo Ministro de Finanzas de Samaras), que acaricia el sueño de un gobierno «técnico», a lo Lucas Papademos (Primer Ministro entre noviembre de 2011 y mayo de 2012), situado en el marco de la Unión Europea, debe ser tomado como una advertencia.

Hay un medio para salir de este círculo vicioso, aunque más difícil cada semana que pase o se efectúa el pago de la deuda en la inacción: paralizar el pago de la deuda a los usureros (defender nuestra «libertad» y escapar del capital); aplicar las decisiones de la conferencia de Syriza en lo que se refiere a los bancos (impuestos sobre el capital y sobre los ricos para financiar medidas anti-austeridad); sostener esta política por todos los medios necesarios, incluyendo un conflicto con la Unión Europea y sobre el euro.

Este corte, que sería normal después del 25 de enero, debería hoy día dejar abierta la posibilidad de un reforzamiento del mandato popular. Elecciones, a condición de que estas opciones sean presentadas de manera clara por el gobierno y dispongan del apoyo del partido Syriza.

En cualquier caso, las cruciales decisiones por tomar no se pueden adoptar en el círculo cerrado de la sede central de un partido, ni con las mejores intenciones. El partido (del Comité central a las secciones locales) debería ser llamado a pronunciarse. El partido debe hacer frente a vientos contrarios que se vuelven cada vez más amenazantes.

Nota

/1. ENFIA, impuesto inmobiliario creado por el gobierno Samaras. Debía ser temporal, pero se ha vuelto permanente. Afecta también a las viviendas y casas vacías. No está relacionado con los impuestos municipales.

Antonis Nvatellos es miembro de la dirección de Syriza y de DEA.

Fuente: http://alencontre.org/laune/grece-le-moment-de-verite-pour-syriza.html