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El momento latinoamericano

Fuentes: Rebelión

Aunque no nos guste, parece que hay un péndulo en las tendencias políticas de América latina; a poco más de una década de un ciclo de gobiernos de corte popular, el imperio y la derecha han realizado un contraataque, que, hasta ahora, le ha resultado favorable. Hay que tener claro que estos gobiernos no eran […]

Aunque no nos guste, parece que hay un péndulo en las tendencias políticas de América latina; a poco más de una década de un ciclo de gobiernos de corte popular, el imperio y la derecha han realizado un contraataque, que, hasta ahora, le ha resultado favorable.

Hay que tener claro que estos gobiernos no eran consecuentemente antineoliberales, significaron un retorno del Estado a la economía con medidas de beneficio popular. No tocaron el gran poder de la oligarquía, se apoyaron en un ciclo de altos precios de los productos primarios y limitaron la movilización popular, sus políticas sociales tuvieron tendencias clientelistas.

Cuando tocaron algún resorte del poder oligárquico imperial, retrocedieron o no pudieron avanzar (los impedimentos por parte del Poder Judicial para aplicar la Ley de Medios en Argentina y la movilización de los exportadores de soya que lograron incorporar a los trabajadores contra el impuesto a las exportaciones, son ejemplo de ello).

La ruptura de las mallas de la dependencia no pasó de la intención, hay que tener en cuenta que el sistema de relaciones económicas internacionales ha recibido modificaciones que benefician aún más a los países del centro capitalista.

Además el imperialismo ha perfeccionados métodos para cooptar – utilizar sectores de la sociedad que impidan el cambio, tal es el caso del Poder Judicial, mayoritariamente conservador.

No se puede obviar el papel de los grandes medios de difusión y de la industria del entretenimiento en crear matrices de opinión. Los primeros llegan a jugar el papel de partidos políticos en determinadas coyunturas.

Otro de los instrumentos es la mercantilización de la política, no solo el financiamiento por parte de grandes empresas de candidatos a cargos públicos, también la corrupción de funcionarios y políticos. El objetivo es el desencanto de la política que se expresa en la desmovilización social y el abstencionismo electoral.

Pienso que la corrupción es una piedra de toque. Cuando se descubre la corrupción de un personaje de la derecha, es apenas una noticia que no tarda en desaparecer, cuando es de un personaje de la izquierda se amplifica extraordinariamente. La resultante es que de forma larvada o abiertamente se va creando el fenómeno del desencanto de la política: ¿Para qué votar si todos son iguales? En la raíz del abstencionismo que presentan los procesos electorales en el continente se encuentra este elemento.

Personalmente creo que es la hora de que la lucha contra la corrupción sea una bandera de la izquierda, tanto al interior de sus integrantes, como de toda la sociedad. Hay muchas reservas morales en el pueblo que acompañarían esta campaña. Quizás sea hora de desenterrar la consigna: Vergüenza contra dinero.

Estas son algunas ideas sobre el momento continental.

José Bell Lara es doctor en Ciencias Filosóficas. Licenciado en Sociología. Máster en desarrollo social caribeño. Profesor titular y profesor consultante de la Universidad de la Habana.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.