«El modelo actual de agronegocios impuesto por las empresas multinacionales es responsable de la crisis alimentaria y ambiental que sufre América latina. La lógica es obtener la mayor cantidad de alimentos posibles, con la sobreexplotación de grandes extensiones de tierra y el uso de venenos químicos, para satisfacer el consumo extranjero, en base a las […]
«El modelo actual de agronegocios impuesto por las empresas multinacionales es responsable de la crisis alimentaria y ambiental que sufre América latina. La lógica es obtener la mayor cantidad de alimentos posibles, con la sobreexplotación de grandes extensiones de tierra y el uso de venenos químicos, para satisfacer el consumo extranjero, en base a las especulaciones del mercado. Nosotros proponemos un modelo de producción familiar campesina, que produce de manera ecológica, comunitaria y prioriza el consumo local», explica Deolinda Carrizo, líder del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI). Esta idea es la base del VI Congreso Continental CLOC-Vía Campesina, que tiene lugar desde el 10 de abril en Buenos Aires. Unas 90 organizaciones de 21 países de la región se reunieron con el objetivo de definir un proyecto político, planes de acción y retos necesarios que desarrollen una agricultura campesina en la región, ante el avance de las compañías trasnacionales. Hoy, en el Día Internacional de la Lucha Campesina, el congreso cerrará con una movilización y un festival cultural a partir de las 11, en Plaza Italia, donde se leerá un documento que resalta las conclusiones más importantes del encuentro.
El congreso campesino se realizó durante una semana en el Centro Nacional de Recreaciones, en los Bosques de Ezeiza, bajo el lema «Contra el capitalismo por la soberanía de nuestros pueblos, América unida sigue en lucha». Unos 1.200 delegados de diferentes organizaciones campesinas y de pueblos originarios latinoamericanas, agrupadas en la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), se reunieron en espacios de debate alrededor de la agricultura campesina. «Trabajamos temas centrales como la soberanía alimentaria, la agroecología, la reforma agraria y los derechos humanos», detalla Fausto Torres, integrante de la Asociación de Trabajadores de Campo de Nicaragua.
«Luchamos por una reforma agraria que les dé el acceso a la tierra a los campesinos para que puedan trabajarla. Hoy hay una gran criminalización del campesinado, que es reprimido por defender sus territorios. Es una batalla dura que damos contra las empresas y los ministerios de Agricultura de los distintos países», dice Torres. Según comenta sobre su país, Nicaragua, «la propuesta allá es defender la tierra. Con la Reforma Agraria radical del sandinismo en 1981 logramos la propiedad de casi cuatro millones de hectáreas para los campesinos. Al día de hoy, perdimos el 40 por ciento de esas tierras».
Torres señala que estos encuentros sirven para socializar experiencias e informaciones. El primero se organizó en Perú, en 1994. En ese congreso se formó oficialmente la CLOC, representante regional del colectivo a nivel mundial Vía Campesina. La organización dio sus primeros pasos en Latinoamérica a fines de la década del ’80, a partir de la resistencia campesina e indígena ante la celebración del mal llamado descubrimiento de América y contra la concentración del capitalismo, que acentuaba por esos años el desplazamiento violento a los trabajadores de sus tierras.
«Lo que se conoce como agroecología no es más que una forma ancestral de cultivar la tierra. Implicaba una convivencia con la naturaleza para nuestros antepasados», indica Carrizo, quien se desempeña además como secretaria operativa de la CLOC. Torres agrega que «se usan técnicas ecológicas de rotación de cultivos, intercambio de semillas nativas o de producción de acuerdo con la región; no es lo mismo un suelo semiárido que el de la selva. Las empresas usan, por ejemplo, toneladas de productos químicos para engordar más rápido a los pollos. Terminás comiendo hormonas y no alimentos más naturales». En este sentido, los campesinos argentinos alertan sobre un proyecto de ley de semillas que se impulsó el año pasado, el cual, argumentan, posibilitaría la privatización de las semillas y de toda la biodiversidad agrícola, patrimonio colectivo de estos pueblos.
Antes del comienzo formal del congreso el día 14, hubo una asamblea de la juventud rural y otra de feminismo comunitario. «En el campo también existe una cultura patriarcal impuesta en la que impera una visión en la que no cabe discutir decisiones políticas. Además, la criminalización del campesino recae sobre las mujeres. Cuando asesinan a nuestros compañeros, tenemos que hacernos cargo de todas las tareas rurales», advierte Carrizo.
La concentración de hoy será frente al predio de la Sociedad Rural Argentina y finalizará en la Embajada de Estados Unidos, ambos sitios símbolos del modelo capitalista al que se oponen. «El rol de las trasnacionales afecta el desempeño de una nación. Grandes empresas imponen modelos de agronegocios y minería a cielo abierto que no buscan satisfacer las necesidades locales. Para peor, destruyen y contaminan la fauna y la flora de cada territorio», afirma Torres.
«A nivel mundial, los campesinos e indígenas acceden apenas al 24,7 por ciento de las tierras cultivables, pero producen más del 70 por ciento de los alimentos. Si tuviéramos un porcentaje mayor, sería extraordinario. Es necesario no sólo discutir el sistema productivo, sino también el tema de la propiedad de la tierra. Es un debate que queremos dar con toda la sociedad, porque es un problema que nos afecta a todos», sostiene Carrizo.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-270695-2015-04-17.html