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El Pacto Verde Europeo y las perspectivas de América Latina

Fuentes: Alainet

Se trata de una estrategia ambiciosa de transformación de la economía y de la sociedad europea con el objetivo de conseguir la neutralidad climática y con pretensiones de colocar la UE como líder mundial de este proceso.

Uno de los temas centrales del debate contemporáneo es la sustentabilidad del planeta frente a la gigantesca devastación ambiental acumulada y los continuos fracasos, o ínfimos avances -como prefiera el lector- de la comunidad internacional en la construcción de una agenda global capaz de desacelerar y frenar el cambio climático. El tema ambiental adquiere aún más relevancia en un momento en que la humanidad atraviesa por una de las mayores crisis de los últimos tiempos, generada por la pandemia del COVID 19 pero que ha impactado todas las dimensiones de la vida social y económica, e incluso paradigmas y visiones de mundo. La forma diferenciada en que la crisis está impactando regiones, países y pueblos, muestra con mayor nitidez los límites del sistema de acumulación global y la necesidad de construir un amplio consenso planetario de defensa de la vida en todas sus formas y del medio ambiente como principios de un nuevo orden internacional multilateral y democrático.

Actualmente han ganado visibilidad tres grandes proyectos de descarbonización de la economía: el Pacto Verde Europeo, el Green New Deal de Estados Unidos y los planes estratégicos que viene desplegando China en el desarrollo de nuevas tecnologías para la producción de energía limpia. En este artículo nos referiremos al primer proyecto y sus impactos geopolíticos a nivel global y, principalmente, en relación con América Latina.

Se equivoca quien piensa que el Pacto Verde Europeo es apenas una política restringida al tema ambiental. Se trata más bien de una estrategia ambiciosa de transformación de la economía y de la sociedad europea con el objetivo de conseguir la neutralidad climática y con pretensiones de colocar la UE como líder mundial de este proceso, dispuesta a establecer relaciones estratégicas con Asia, principalmente China, África y América Latina, a través de la denominada “Diplomacia por el Pacto Verde”.

Esta estrategia multidimensional se coloca como el eje articulador de las diversas políticas de la UE en todos los sectores. Por lo tanto, tiene implicaciones científico tecnológicas, de seguridad y defensa y un potencial impacto geopolítico a nivel global. Sus principales metas son:

  • Modernización y transformación de la economía para obtener la neutralidad climática en 2050, es decir, una reducción drástica de emisión de gases de efecto invernadero a niveles equivalentes a los que la tierra es capaz de absorber;
  • Transformación del sector industrial en todas sus cadenas de valor en los próximos 5 años. Esto ciertamente, significará la destrucción o reconversión de complejos industriales completos, que serán substituidos por nuevos complejos industriales que dependerán, a su vez, de nuevos ciclos tecnológicos;

Joseph Schumpeter analizó en detalle esta dinámica que denominó “la destrucción creadora” que coloca la innovación como elemento central del capitalismo contemporáneo y que obliga a las empresas a incluir, permanentemente, innovaciones tecnológicas en los procesos productivos como condición de sobrevivencia en el mercado. Este proceso produce la obsolescencia tecnológica de complejos industriales que dependen de ciclos tecnológicos que entran en desuso y son substituidos por nuevas tecnologías y nuevos parques industriales.

  • La Comisión de la UE prepara una Estrategia Industrial y un nuevo Plan de acción económica circular que busca establecer “derechos de reparación ambiental”, colocar un “coto a la obsolescencia programada” por las empresas y establecer prácticas de “uso compartido de productos y servicios”;
  • Creación de un sistema de financiamiento a partir de diversos instrumentos y productos financieros con fondos del presupuesto del bloque y los Estados miembro e inversiones privadas (InvestEU, Fondo de Innovación del Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la EU, etc.). Además, la Comisión ha propuesto que el 25% del presupuesto de todos los programas de la UE sea destinado a la dimensión climática. Se estima que, a lo largo de 10 años, el bloque destine al menos 1 billón de euros a la transición ecológica.
  • El desarrollo de tecnologías de vanguardia en sectores industriales claves. Entre las áreas prioritarias se contemplan: la producción de hidrógeno limpio, pilas de combustible y otros combustibles alternativos, así como el almacenamiento de energía, y la captura, almacenamiento y utilización de carbono.
  • Creación de un sistema de tarifación a los procesos económicos que no atiendan las demandas y directrices del Pacto Verde y/o que dependan intensivamente de la energía fósil;
  • Creación de sistemas de información y bases de datos actualizadas para la toma de decisiones de empresas, gobiernos en todos los niveles, inversionistas, científicos, académicos y ciudadanía;
  • Protección del llamado “capital natural” europeo, que incluye biodiversidad, recursos hídricos, pisos ecológicos, etc.

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Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/212225