Algunos parlamentarios oficialistas se rebelaron y no votaron la medida. Afuera del recinto los estudiantes se manifestaron con consignas antigubernamentales. Atacaron el auto en el que viajaban el príncipe Carlos y Camilla.
Mientras la policía chocaba con los estudiantes que manifestaban en violentas escenas afuera del Parlamento, los votos de los legisladores liberales demócratas aseguraban la aprobación del plan del gobierno de coalición para permitir que las universidades inglesas aumentaran la matrícula a 14.200 dólares. Nick Clegg no logró convencer a la mayoría de sus 57 parlamentarios que apoyaran la controversial medida anoche, mientras 21 liberales demócratas votaron en contra y otros ocho se abstuvieron o no votaron para nada, y sólo 28 votaron a favor. Fue la mayor rebelión contra el liderazgo liberal demócrata desde que se formó el partido en 1988.
La revuelta en el recinto se endureció durante el debate de cinco horas, contra un telón de fondo de choques afuera. Se informó que los manifestantes furiosos atacaron el automóvil donde viajaban el príncipe Carlos y su mujer Camilla en Regent Street, cuando se dirigían al Royal Variety Performance en el London Palladium. El auto escapó a toda marcha.
Después de que barreras de metal fueran lanzadas contra la policía afuera del Parlamento, la policía metropolitana dijo que nueve oficiales resultaron seriamente heridos, seis de ellos enviados al hospital y uno con serias heridas en el cuello. Veintidós manifestantes resultaron lastimados. Diez personas fueron arrestadas y hubo críticas a las tácticas policiales de acorralar a los manifestantes en la Plaza del Parlamento.
Después del voto, los manifestantes destrozaron ventanas a prueba de bombas con piedras y palos mientras trataban de ingresar al edificio del Tesoro. Según estimaciones, los estudiantes que hacían oír su reclamo eran más de 30 mil. Los jóvenes lanzaron proclamas contra Clegg y su partido pero también otros reclamos. «Educación para las masas», gritaban.
Después de un apasionado debate, los Comunes aprobaron el alza de la matrícula por 323 votos a 302, mientras la mayoría del gobierno de 84 estuvo recortada a sólo 21, su número menor desde que se formó la coalición. Dos legisladores liberales demócratas, Mike Crochart y Henny Willott, y uno conservador, Lee Scott, renunciaron a sus puestos como secretarios privados parlamentarios porque no podían apoyar el aumento en las matrículas. Seis conservadores se opusieron y otros se abstuvieron.
El debate llevará a que las universidades cobren por lo menos 14.200 dólares al año para algunos cursos. Fue también un hito para los liberales demócratas. Los aliados de Clegg esperan que marque su transición de un partido de protesta a un partido serio del gobierno. Pero sus críticos internos temen que su decisión de abandonar el compromiso del partido de abolir las matrículas es una traición de la que no se podrán recuperar.
El laborismo señaló que la mayoría de 21 del gobierno hubieran sido borrados sin los votos de Clegg y sus 27 colegas. Ed Miliband, el líder del laborismo, lo llamó «un mal día para la democracia». Añadió: «No sólo daña la confianza en los liberales demócratas; francamente daña la confianza en la política en general. Pudieron pasar sus propuestas, pero la idea de que son un partido confiable desapareció; la idea de que pueden ser un partido progresista se ha ido».
Aaron Porter, presidente del sindicato nacional de Estudiantes, dijo: «Demasiados políticos decidieron que tienen interés en su carrera política. Queremos que se enfrenten a la gente a la que le han mentido. Francamente, esa gente no merece estar en política y está bien que los estudiantes usen su proceso democrático para quitarlos del poder inmmediatamente».
Benjamin Ramm, editor de la revista The Liberal, se sumó a la catarata de críticas: «Esta legislación debilita el liberalismo y el modelo democrático, y daña a los liberales. Para el partido que se autoproclamó ‘la alternativa real’, hoy (por ayer) es su peor capitulación y lo peor, una traición. En esta coalición, los liberales son la capa que esconde el puñal».
La mayoría de los vicerrectores respiraron con alivio por el efectivo extra que recibirán por la suba de las cuotas. El temor más grande era que el aumento se frustrara mientras continuaban los recortes del 85 por ciento a los presupuestos educativos.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.