Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
«Los hombres y mujeres de Grecia, con un profundo sentido de la dignidad y deber patriótico hemos tomado la decisión de no traicionar nuestras esperanzas y aspiraciones… Quienes se manifestaban a favor del rescate querían sencillamente que apoyáramos a un gobierno que se disponía a imponer más austeridad, querían que acatáramos unas medidas que no harían sino aumentar la pobreza y la desesperación. No estamos dispuestos a hacerles ese favor.» (Alexis Tsipras, presidente de la Coalición de Izquierda Radical -Syriza-).
Ya tenemos a la vista la partida final de Grecia. Los intentos para formar un gobierno de unidad han fracasado y la oposición a las medidas de austeridad sigue creciendo. La incierta situación política ha disparado el pánico bancario, lo que hizo que solo el lunes se sacaran casi 900 millones de dólares de los depósitos de los bancos griegos. Los asustados griegos están sacando su dinero del país temiendo un impago que colapse el sistema bancario o un inesperado regreso a la dracma que reduzca sus ahorros a la mitad. Las retiradas están haciendo que los rendimientos de los bonos del mercado federal alemán bajen a niveles históricos como señal de creciente ansiedad. Una vez desaparecido el programa de Asistencia a la Liquidez de Emergencia del Banco Central Europeo (ELA, por sus siglas en inglés), el sistema bancario griego habría implosionado ya tragándose a los acreedores en Alemania, Inglaterra y Francia. La ayuda del BCE no va a durar siempre ni es incondicional. Si las partes que están en contra de las medidas de austeridad toman el poder en Atenas, los rescates se acabarán, el capital volará y el sistema bancario se vendrá abajo.
Nadie puede decir con certeza cuál va a ser el impacto del impago griego, pero los analistas estiman que las pérdidas para las instituciones financieras podrían alcanzar los 400.000 millones de euros. Eso significa que es posible que el BCE tenga que desplegar fondos de emergencia para sujetar a los tambaleantes bancos que pudieran verse desbordados por la marea de tinta roja. Si el Banco Central se niega a actuar como prestamista de último recurso o a intervenir con otra ronda de compras de bonos, las cosas se deteriorarán velozmente mientras los países golpeados por la deuda se deslizan hacia otra crisis aún más profunda. Los economistas temen que el virus griego se extienda a otros países que ya están viéndose golpeados por un alto desempleo, un crecimiento negativo y progresivos aumentos de la deuda de los gobiernos. Un impago en Grecia enviaría un mensaje a los inversores de que los responsables de la Eurozona ya no se sienten comprometidos con el euro-proyecto. Si esa creencia enraizara, el éxodo del capital aumentaría las posibilidades de que la Unión de 17 miembros se disolviera. Hay ya señales de que este proceso está en marcha y los bancos de España e Italia están viendo un repunte veloz de retiradas de sus depósitos.
El lunes 14 de mayo, la cancillera alemana Angela Merkel y el recién elegido presidente francés Francois Hollande prometieron que «iban a tomar en consideración una serie de medidas que estimularan el crecimiento en Grecia», dado que Grecia sigue aún cumpliendo los términos de sus acuerdos de rescate. Aunque Hollande trató de mostrar un tono más comprensivo que el de Merkel, apoyó completamente sus políticas de línea dura diciendo que «es necesario adherirse a la medidas de austeridad». Hollande no exigió que Merkel enmendara su política para incluir algún elemento «a favor del crecimiento» como había prometido en su campaña presidencial. De hecho, no se ha desviado en absoluto de las recomendaciones de la política de Merkel, lo que sugiere que las diferencias entre los dos dirigentes son meramente de estilo. Como señalaba el Financial Times en un artículo del día 14 de mayo, Hollande está tan comprometido con la consolidación de la deuda y el equilibrio presupuestario como su homóloga alemana. Según el asesor económico de Hollande, Philippe Aghion, el presidente francés defiende también la economía que busca fortalecer la industria y la producción (la no «keynesiana») y que es también un firme partidario de las «reformas laborales», lo cual significa, en clave, acabar con los sindicatos. En resumen, la plataforma de Hollande, con cierto estilo liberal, parece haber sido en gran medida un fraude utilizado para ganar las elecciones. Grecia tendrá que cumplir sus objetivos de déficit mediante la devaluación interna, un proceso espantoso que no ha conseguido poner fin a la depresión que dura ya cinco años.
El presidente del BCE Mario Draghi ha evitado comentar los recientes desarrollos políticos en Grecia, pero la posición del Banco aparece muy clara en este extracto de un documento de orientación política titulado » A Fiscal Compact for a Stronger Economic and Monetary Union» [Pacto fiscal para una unión monetaria y económica más fuerte]:
«… el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) no logró asegurar la disciplina fiscal. Los buenos momentos económicos anteriores a la crisis no se emplearon en conseguir posiciones presupuestarias sostenibles. Los ingresos inesperados se gastaron en vez de utilizarlos para promover la consolidación fiscal y solo lentamente se corrigieron las violaciones de los criterios de déficit, ignorando en gran medida los criterios sobre la deuda. Esto se debió a que el PEC, que trataba de reforzar las normas fiscales mediante presiones sociales, solo se puso en marcha desganadamente.
La crisis de la deuda soberana ha demostrado que las políticas macroeconómicas, financieras y fiscales de cualquier miembro de la Unión Económica y Monetaria se amplifican las unas a las otras y afectan a otros países de la Eurozona a través de efectos de arrastre negativos. Esto, a su vez, pone en peligro la estabilidad financiera de la Eurozona como un todo. Como consecuencia, el BCE exigió repetidamente un «salto espectacular» en la estructura de la gobernanza económica de la UE para asegurar la estabilidad y un funcionamiento sin problemas de la Unión Económica y Monetaria.» («Super SGP coming – ECB: «A stronger and stricter fiscal Framework is required»)
Es decir, el BCE y otros miembros del establishment gobernante de la Eurozona siguen tan empeñados como siempre en la austeridad; el agudo descenso en la actividad económica y el alto desempleo no les han enseñado nada. Prefieren aguachirle y cilicio hasta donde alcance la vista.
El martes 14, el BCE dejó de hacer préstamos a los cuatro bancos griegos diciendo que quería «limitar sus riesgos» y preservar «la integridad de nuestro balance general». La medida se produjo después de que su presidente Mario Draghi admitiera por vez primera que Grecia podría abandonar la unión monetaria. Algunos analistas piensan que Draghi está utilizando su poder para coaccionar y conseguir el resultado político que quiere, que es más apoyo a la austeridad y los rescates. La creciente oposición a las medidas de austeridad en Grecia, especialmente por la subida de la Coalición de Izquierda Radical (Syriza), está poniendo en riesgo esa política. Esta puede ser la vía por la que el BCE le dispare a Syriza a fin de recordarles el precio que van a pagar por su resistencia.
Hay un documento recientemente publicado por Goldman Sachs sobre lo que sucederá si la troika (el BCE, la Comisión Europea y el FMI) suspende sus préstamos a Grecia y el gobierno ya no puede financiar sus operaciones o pagar salarios. Aquí va un extracto del mismo:
«Este ‘parón’ en los pagos precipitaría una caída inmediata en la actividad económica, dada la necesidad de cerrar bruscamente el déficit fiscal primario… Si el gobierno no consigue pagar los atrasos, los suministros a las compañías del sector público… y los hospitales, se interrumpiría y su producción y actividades se reducirían. En este contexto, la inflexibilidad de los salarios griegos causaría un mayor desempleo… Que el sistema bancario consiga mantenerse en funcionamiento dependería en gran medida de la reacción del BCE ante cualquier decisión de la troika de suspender los pagos a Grecia.» (Límite cero)
Así pues, los bancos cerrarán, la actividad se paralizará y el país se hundirá aún más en la depresión. Y, sin embargo, esta parece ser la dirección a la que Grecia se encamina, las medidas de austeridad solo han servido para profundizar la depresión. Según Der Spiegel: «La producción económica se ha reducido en una quinta parte, el desempleo llega a casi el 22% y el paro juvenil supera el 53%. Las filas de desempleados crecieron en un 95% entre marzo de 2008 y marzo de 2011». Incluso después del «descuento de la deuda» sin precedentes de Grecia, que rebajó drásticamente en un 75% las reclamaciones sobre los bonos griegos, la deuda de la nación sigue aún representando un insostenible 160% del PIB. Lo desesperado de la situación les trae sin cuidado a los políticos de Frankfurt, Bruselas y Berlín, que parecen estar preparándose todos ellos para la salida de Grecia de la eurozona.
Los dirigentes alemanes en particular nunca han sentido que Grecia perteneciera a la unión monetaria y recientemente han estado haciendo preparativos para el peor de los escenarios posibles. Aquí va un extracto del Der Spiegel que explica lo que está sucediendo entre bambalinas:
«Desde el pasado año, un ‘Grupo de Trabajo para Grecia’ organizado por el ministro alemán de finanzas Wolfgang Schäuble ha estado desarrollando una solución ante la posible salida. Aislado del resto del ministerio alemán de finanzas, el grupo está desarrollando modelos y escenarios sobre las potenciales consecuencias de esa salida, tanto para el resto de países de la Eurozona como para la misma Grecia.
La conclusión más importante del grupo de trabajo es que una gran porción de la deuda griega está ahora en manos de acreedores públicos, sobre todo del BCE. Según las autoridades del ministerio de finanzas, los órganos de control monetario con base en Frankfurt tienen entre 30.000 millones y 35.000 millones de euros de bonos del gobierno griego.
Estos holdings se volverán peligrosos si Grecia deja de pagar esas deudas al no recibir más dinero de los fondos de rescate europeos. Por esta razón es por la que los expertos de la crisis en Berlín han fantaseado con una solución particularmente astuta al problema. No quieren cancelar completamente los tramos de los paquetes de ayuda que los griegos deberían recibir. En cambio, a propuesta suya, el país se quedaría sin la porción de la ayuda que debería fluir hacia las arcas del gobierno para cubrir los pagos de las pensiones, los salarios del sector público y otros gastos. Pero los miles de millones destinados al servicio de los bonos en poder del BCE deberían pagarse en una cuenta especial, evitándole así problemas al Banco Central. A cambio, el BCE ha señalado ya su intención de reanudar su programa de compras de bonos gubernamentales a otros países agobiados por la deuda en caso de que empiecen a sufrir presiones tras la retirada griega del euro.
El mecanismo supone esencialmente que el European Financial Stability Facility (EFSF) pague hasta 35.000 millones de euros de la deuda soberana de Grecia. El último bono en posesión del BCE vence en 2030.» («Time to Admit Defeat – Greece Can No Longer Delay Euro Zone Exit», Der Spiegel)
Así pues, hay un plan en marcha para abordar la salida de Grecia de la Eurozona. Los políticos alemanes han hecho cuanto han podido para protegerse y asegurarse que Grecia no se convierta en el próximo Lehman Brothers. Las contrapartidas y tenedores de bonos han sido compensados, el BCE está en «stand by» con los fondos de emergencia, y -si fuera necesario- el banco central reanudaría sus compras de bonos soberanos para mantener los rendimientos dentro de un nivel sostenible. Hay incluso un plan para ayudar a Grecia en la transición de su vuelta a la dracma, aunque los detalles aún no se han publicado. Lo único que le queda a Grecia es negarse a cumplir los acuerdos sobre su rescate, lo que implica rechazar el programa de ajuste estructural diseñado en el vilipendiado Memorandum de Entendimiento de 43 páginas. La troika utilizará esa decisión como excusa para cancelar todos los créditos futuros y echarles a patadas de la Unión.
El destierro es cuanto le queda a Grecia: porque rechazó recortar aún más las nóminas y las pensiones, porque gastó «demasiado» en medicinas para salvar vidas o por que no aceptó levantar las restricciones a la venta de comida infantil no adecuada, o porque protegió sus empresas de propiedad estatal, o porque no desmanteló lo suficientemente rápido la seguridad social ni aplastó sus sindicatos con suficiente brío o subastó sus tesoros nacionales al capital extranjero en seguimiento del plan trazado. Ahora, después de dos duros años de castigos, pillaje y saqueo, se echará a Grecia de la Eurozona y allá se las compongan como puedan.
Mike Whitney vive en el Estado de Washington. Ha colaborado en el libro : Hopeless: Barack Obama and the Politics of Illusion (AK Press). Hopeless está asimismo disponible en Kindle edition. Puede contactarse con él en [email protected].
Fuente: http://www.counterpunch.org/2012/05/17/the-plan-to-kick-greece-out-of-the-eurozone/