El precio de lo que han llamado «rescate» consiste en austeridad para la clase trabajadora. Este plan choca contra la resistencia de las partes más militantes de dicha clase en Europa. La huelga general del 5 de mayo fue muy significativa. Grecia es un país donde las huelgas generales ocurren a menudo, pero esta última […]
El precio de lo que han llamado «rescate» consiste en austeridad para la clase trabajadora. Este plan choca contra la resistencia de las partes más militantes de dicha clase en Europa. La huelga general del 5 de mayo fue muy significativa. Grecia es un país donde las huelgas generales ocurren a menudo, pero esta última no fue solo una buena huelga general. Tenía las cualidades de una insurgencia real de los y las trabajadoras.
En la plaza de la Constitución, en el centro de Atenas, grandes multitudes de gente se enfrentaron a la policía antidisturbios cuando intentaban entrar en el parlamento.
La lucha se está moviendo más allá del punto en el cual una huelga general de un día, o la sucesión de unas cuantas, es suficiente para expresar la rabia de los trabajadores y trabajadoras.
La magnitud de los ataques es tal (recortes en los servicios públicos, en los puestos de trabajo y las pensiones; el aumento de la edad de jubilación) que el nivel de lucha tiene que elevarse para detenerlos.
Más huelgas generales de un día no son suficientes. La lucha necesita moverse hacia huelgas indefinidas de esos grupos de trabajadores que estén más amenazados.
Los trabajadores del sector energético pueden ponerse en huelga pronto. Si esta huelga tuviera un seguimiento masivo, tendría el potencial para parar Grecia.
Pero hay un problema grave en la lucha. Aunque Grecia posee la izquierda radical más grande de Europa, sus fuerzas dominantes no se están movilizando para hacer frente al reto.
El Partido Comunista Griego es enorme, pero muy sectario. Su estrategia consiste en decir a la gente: «votadnos, que nosotros tenemos las respuestas a la crisis».
La coalición de la izquierda radical, Syriza, siempre ha vivido en la ambigüedad de combinar políticas oportunistas con la retórica revolucionaria. Y esta ambigüedad no se puede sostener.
El SEK, la organización hermana del Socialist Workers Party*, está dentro de una coalición anticapitalista, Antarsya, la cual ha atraído fuerzas más poderosas y está teniendo mayor efecto en la lucha. Se está desplegando una situación muy interesante.
Vulnerables
Si damos un paso atrás y nos alejamos de Grecia, podemos ver como la crisis en este país ha provocado que los programas de austeridad vayan propagándose por toda Europa. Los gobiernos vulnerables han adoptado programas cada vez más severos para calmar a los mercados.
Esto es lo que ha ocurrido en el Estado español y en Portugal, y está sucediendo también en el Reino Unido.
Ilusiones como que la crisis, en esencia, ya ha pasado, o que la cuestión económica clave para nuestros líderes es cómo abordar la recuperación, se han evaporado.
Los mercados se han dado cuenta de cuán frágil es la situación; los ricos están preocupados por la posibilidad de una recesión en forma de «w».
Esta es la perspectiva más temible para la clase capitalista. La larga recesión de los años treinta duró diez años, y pasó por una sucesión de fases diferentes. La crisis actual se puede comparar con la de aquel momento.
Su fase actual está dominada por el que se ha llamado problema de la deuda estatal. Esta es la deuda que los gobiernos han acumulado, y que está llevando a una crisis en la eurozona en particular.
Los gobiernos han pedido préstamos y han gastado a escala masiva para intentar esquivar la crisis. Esto ha incrementado la deuda de los gobiernos. En la eurozona, esta crisis general de la deuda pública se combina con defectos estructurales, de los cuales dos son muy importantes.
El primero es que el euro se basa sólo en una unión monetaria, pero no fiscal. La UE no tiene ninguna autoridad para implementar a nivel global los intereses o las políticas de gasto, de modo que la tarea de hacer frente a la crisis recae sobre los estados.
El segundo: el euro pone en el mismo saco a Alemania, una gran máquina exportadora, junto con otras economías mucho más débiles. Estas importan muchos bienes alemanes y han pedido grandes sumas en préstamo para poderlos pagar, sobre todo a los bancos alemanes y franceses.
El «rescate» de Grecia es esencialmente un esfuerzo para rescatar a los bancos franceses y alemanes. Si Grecia no paga, el golpe será duro para unos bancos que ya están debilitados a causa de la crisis general.
Estos defectos en la eurozona producen una combinación tóxica.
*Organización de la Corriente Socialismo Internacional de la que también forma parte En lucha.
Alex Callinicos, es profesor de teoría social en el King’s College de Londres, autor de «Un manifiesto anticapitalista» y miembro destacado del Socialist Workers Party.
Artículo publicado en Socialist Worker, periódico del Socialist Workers Party, organización hermana de En lucha/En lluita en Gran Bretaña.
Traducción de Alba Dedeu.