Estados Unidos ocupó Puerto Rico contra la voluntad de su pueblo en 1898 y hasta hoy lo mantiene en condición colonial. Ha hecho cuando ha podido por despojarlo de sus raíces culturales, su idioma, su sentimiento nacional y su autoestima y por reprimir o ningunear a quienes reivindican estos derechos. Sin embargo, la identidad puertorriqueña […]
Estados Unidos ocupó Puerto Rico contra la voluntad de su pueblo en 1898 y hasta hoy lo mantiene en condición colonial. Ha hecho cuando ha podido por despojarlo de sus raíces culturales, su idioma, su sentimiento nacional y su autoestima y por reprimir o ningunear a quienes reivindican estos derechos. Sin embargo, la identidad puertorriqueña ha sido más resistente que el poderío económico, político y militar de Washington.
De tanto en tanto, y por sobre banderías político-ideológicas, creencias religiosas y diversidades esa identidad estalla en rebeldía desde lo profundo del alma nacional. Entonces a Puerto Rico lo une una causa común que desafía al opresor y no hay fuerza en el mundo capaz de quebrarlo. Ocurrió en la victoriosa batalla por sacar a la marina yanqui de Vieques y en la lucha por la libertad de sus presos políticos en los setentas y los noventas. En la unánime condena en 2005 al premeditado asesinato por la FBI del líder independentista Filiberto Ojeda y sus posteriores honras fúnebres, comparables con las del venerable prócer Pedro Albizu Campos en 1965. En ambos casos, la isla se paralizó y les rindió su más sentido tributo.
Hoy ocurre igual con el reclamo por la libertad del también militante por la independencia puertorriqueña Oscar López Rivera, el preso político más antiguo de América Latina. El 29 de mayo Oscar cumplió 32 años tras los inclementes barrotes de las cárceles de Estados Unidos.
Ese día cientos de personalidades en San Juan y otras cuatro ciudades de Puerto Rico se encerraron simbólicamente en celdas diseñadas por el pintor Nick Quijano, iguales en sus diminutas dimensiones a la que ocupa Oscar. Dijeron presente representantes de todas las tendencias políticas, entre ellos connotados independentistas como Carlos Gallisá o Martha la viuda del finado líder Juan Mari Bras, el ex gobernador Aníbal Acevedo Vilá, las alcaldesas de San Juan Carmen Yulín y de Ponce María Meléndez así como sus pares de otros municipios, René Martínez el Residente de Calle 13, otros relevantes artistas e intelectuales, conocidos periodistas, la presidenta del Colegio de Abogados Ana Irma Rivera, peloteros de grandes ligas, universitarios, obispos y líderes de todas las iglesias, activistas de la comunidad LGBT, diputados, senadores, empresarios, eminentes médicos y abogados. El cantante Ricky Martin envió un cálido mensaje de solidaridad desde Australia y el gobernador Alejandro García Padilla expresó que su excarcelación es un asunto de «justicia social, humanidad y compasión» por lo que la había reclamando al presidente Barak Obama.
Nacido en el pueblo de San Sebastián, los padres de Oscar lo llevaron a vivir a Chicago intentando huir de la pobreza. Combatiente condecorado de Vietnam, allí comenzó su toma de conciencia anticolonial. Al regreso de la guerra a la ciudad de los vientos devino un dinámico activista por la educación descolonizadora, la cultura puertorriqueña, contra la discriminación racial y por la independencia de su patria.
Acusado de pertenecer a las independentistas Fuerzas Armadas de Liberación Nacional la fiscalía gringa le levantó el difuso cargo de conspiración sediciosa(«intento de derrocar por la fuerza al gobierno de Estados Unidos en Puerto Rico»). El premio Nobel Desmun Tutu -una de muchas personalidades internacionales que piden su liberación- ha dicho que lo que el cargo quiere decir es «conspirar para liberar a su pueblo de la justicia imperial». Negado a aceptar la jurisdicción de los tribunales yanquis, Oscar se declaró prisionero de guerra en una lucha anticolonial y rehusó cooperar con el proceso. Aunque no pudieron probarle ninguna acusación y su conducta como recluso ha sido ejemplar, la exorbitante sentencia impuesta expiraría en 2023.
Mantenido en confinamiento solitario 12 años, no salió de su celda más que unas pocas horas a la semana, nunca vio la luz natural y se le impidieron las visitas. Cuando las pudo recibir fue al otro lado de un cristal antibalas. Su hija se hizo mujer sin poder tocarlo y su nieta sólo lo pudo abrazar siendo una adolescente. Ha sufrido constantes tratos inhumanos y degradantes incluyendo negativa de asistencia médica, debidamente documentados. La ONU ha pedido su liberación.
Hombre de gran sensibilidad, ha hecho una notable obra pictórica y epistolar en prisión. Nací boricua, seguiré siendo boricua y moriré boricua, ha dicho. Apoyémoslo para que así sea, pero en su patria y libre. ¡Viva Puerto Rico libre!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.