La presente entrevista fue realizada con anterioridad a las elecciones en Italia de ayer domingo
M.H.: Vamos a tratar de analizar la situación Italiana, en particular el próximo proceso electoral el 4 de marzo. Pero antes te quería preguntar por el hecho protagonizado por Luca Traini de 28 años, que disparó una pistola desde su automóvil en marcha contra extranjeros en la ciudad de Macerata hiriendo a 6. De alguna manera este hecho constituyó una suerte de presentación de la campaña electoral del 4 de marzo, de la presencia de un extremismo, una derecha antidemocrática que crece en la sociedad italiana pero no solo en Italia sino también en Europa. ¿Qué reflexión te merece este hecho?
A.I.: Sobre todo tenemos que explicar que no disparó sobre extranjeros, no le disparó a ingleses, franceses o estadounidenses; le disparó a negros inmigrantes. Abrió una caza al negro al mejor estilo del Ku Klux Clan racista de Norteamérica.
Es un hecho increíble, porque fue condenado por todos los partidos políticos que participan en las elecciones, con matices, por supuesto. Pero encontró un consenso tácito dentro de la sociedad civil italiana. El racismo que siempre fue latente en la sociedad civil italiana ahora está emergiendo, apareciendo con fuerza, porque encuentra partidos políticos que lo pueden manejar.
Después del episodio de Macerata, en Roma una viejita golpeó con un paraguas a un negro solo por ser negro. A pesar de que el negro era un ciudadano italiano.
M.H.: Esto es expresión en Europa de una serie de movimientos nacionalistas que vienen de la mano de separatismos.
A.I.: Aquí en Europa hablamos de populismo. Yo sé que en Argentina el término no es tan negativo como aquí. Pero se entiende que no se puede dejar al pueblo, en el peor sentido, la posibilidad de manejar la política, de decidir. En realidad de nacionalismo no se habla mucho, estamos dentro de un proceso de integración europea, así que la idea de que Italia, Francia o Alemania un día van a desaparecer como Estados, que no estaría mal, no es tan mal vista por la sociedad civil.
Aquí se habla de cultura occidental, de un cristianismo que está por ser agredido por el Islam. En particular el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, está en la primera línea de esta política de defensa del Occidente y en Italia encuentra un gran consenso por la Liga Norte, dirigida por Matteo Salvini, a pesar de que la Liga Norte antes de que Salvini fuera elegido Secretario quería la escisión del norte de Italia.
Así que se ve que el populismo es manejar ideas para generar consensos para la toma del poder. Este es el problema. Imaginate si ganara un partido populista en Alemania que es el país que más ventajas tiene por la unidad europea, sería una locura total, la tercera gran catástrofe de Alemania.
M.H.: El pasado 22 de enero se cumplió un nuevo aniversario del nacimiento de Antonio Gramsci. Sé que sos un lector fino de Gramsci. ¿Cuál sería su pensamiento acerca de esta situación que estamos analizando de surgimiento de nacionalismos y separatismos en Europa?
A.I.: Gramsci por la experiencia que tuvo con el fascismo sería el primero en dar la alarma ante esta situación. La verdad es que estamos en una gran dificultad. Todos los intelectuales que más o menos se manejan en el ámbito de la política están alarmados. Gramsci estaría del lado de los inmigrantes negros africanos que llegan a Europa, en particular llegan a Italia por la posición geográfica del país. Estaría del lado de las víctimas para luchar contra la marginación, la discriminación, que la globalización impone al planeta entero.
M.H.: Vamos al análisis del próximo proceso electoral, quisiera que nos comentaras esta suerte de renacimiento de Silvio Berlusconi.
A.I.: Eso es lo que más divierte en cuanto al proceso electoral. Italia es un país cómico. Naturalmente ver por cuarta vez a Berlusconi en el primer nivel de las encuestas electorales es increíble. Un tipo que no puede ser elegido porque está condenado, a pesar de que tiene una historia increíblemente desafortunada en el campo político es por cuarta vez el candidato más votado por los italianos. El partido de Berlusconi que se llama Forza Italia probablemente no será el primer partido, el primero será el de las Cinco Estrellas.
M.H.: De otro cómico.
A.I.: Que fue fundado por otro cómico que cómicamente está largando el partido que él mismo fundó, porque el partido es propiedad privada de Gianroberto Casaleggio que entró en polémica con Grillo y éste se fue del partido. Ahora no se puede hablar más de «grillini», pero se puede hablar de Cinco Estrellas. Ellos probablemente serán el partido que reúna el 27% de los votos. Pero Berlusconi que tendrá más o menos un 21% de los votos, según las encuestas, junto con la Liga Norte de Salvini, llegarán a un 35-37% de los votos. Con la nueva Ley electoral si llegan al 40% ganarán la mayoría de los estrados parlamentarios. Esta Ley fue pedida por Renzi, el secretario del Partido Democrático que pensaba llegar tranquilamente al 40% y ahora está cerca del 22%, un poco más que el partido de Berlusconi. Sería la segunda fuerza de Italia, pero no va a ganar.
El panorama que muy probablemente se va a delinear después de las elecciones puede ser de dos maneras, la primera es volver a votar en el mes de junio, la segunda, que haga una alianza el partido de Berlusconi y el Partido Democrático. Claramente la Liga no quiere esa alianza y tampoco los partidos de la extrema izquierda. El Cinco Estrellas tiene como programa quedarse solos, quieren que los otros partidos lo voten sin entrar al gobierno, solo por las ideas que proponen a los electores.
Una situación de particular confusión. Italia es un país cómico, ridículo, que se está presentando de una manera difícil de entender no solo para los electores italianos, sino también para nuestros compañeros europeos. Piensa que el primer partido en Italia es el partido de la abstención, el 50% de los italianos no van a votar. Hay un problema de legitimidad. ¿Puede ser legítimo un partido que representa el 40% del 50% de los italianos para decir que están cerca del 25-30% de los ciudadanos? Qué valor de legitimidad tiene. Esa es la pregunta que yo hago.
M.E.: Esta nueva Ley electoral de carácter marcadamente antidemocrático, ¿no es una expresión de la crisis del sistema político italiano? ¿Ese intento de tratar de convertir a las pequeñas minorías en mayorías parlamentarias para que formen gobierno como por arte de magia, por decreto?
A.I.: Tu discurso es correcto. Pero sería más correcto si el sistema electoral fuera totalmente proporcional. El primer partido puede hacer una alianza con los otros y hacer gobierno, como era en la época de la Democracia Cristiana, de la llamada Primera República en Italia. Después de 1958 no tomó más la mayoría absoluta, pero tenía la mayoría relativa de los diputados y podía hacer alianzas y llegó a hacer alianza con el Partido Comunista en los ´70 y ´80.
Este nuevo sistema fue hecho sobre una idea de Renzi, idea que tenía solo él, ganar con el 40% de los votos como hizo en la última elección europea del 2014. De aquel momento para adelante el Partido Democrático no volvió a tener ese porcentaje de votos, así que es una Ley que en la peor hipótesis le puede dar ventaja a Berlusconi pero no a Renzi.
La crisis de la izquierda italiana es parte de la crisis de las izquierdas europeas
M.E.: ¿Cómo podemos interpretar este proceso a la luz de las crisis que vienen teniendo las izquierdas en Italia? Es decir, ante esta falta de alternativas y esta crisis de legitimidad ¿cómo podemos interpretar la dificultad de las izquierdas para viabilizar una alternativa?
A.I.: La crisis de la izquierda italiana es parte de la crisis de las izquierdas europeas. Todos los partidos de izquierda europeos están en crisis, en Francia, en Alemania, tal vez un poco más en Inglaterra. Pero el problema principal y que la izquierda no está enfrentando todavía es el problema de la falta de trabajo. La izquierda está hablando de derechos civiles que son importantes, como los matrimonios gay, el reconocimiento de la ciudadanía italiana a los extranjeros que nacen en Italia, etc. Son problemas importantes, pero cuando hay falta de trabajo no hay fuerza para mantener esos derechos. Un extranjero que nació en Italia y que no tiene trabajo no tiene la mínima posibilidad de desarrollar un proyecto de vida válido, que tenga sentido. La izquierda se está olvidando de su propia raíz, como decía Marx, que es el problema del trabajo. Tener trabajo y después tener tiempo libre para poder desarrollar una vida digna. Una vida sin trabajo no es una vida digna.
M.H.: En el sentido en que te preguntaba Matías, han surgido algunas agrupaciones Potere al Popolo y Liberi e Iguali. ¿Qué expresan estos sectores de alternancia de izquierda?
A.I.: Liberi e Iguali será la que seguramente tenga un porcentaje mayor al 3%, Potere al Popolo difícilmente lo tendrá. Además que Potere al Popolo es una formación nueva que se hizo solo para las elecciones, con la premisa de dividirse el 5 de marzo, el día después de las elecciones, para volver a pelearse sobre problemas ideológicos.
El único partido que habla del problema del trabajo es justamente Liberi e Iguali, que es una parte del Partido Democrático, ex comunista, que salió después que Renzi impuso su política al partido. Pero un 7% es poquísimo. Además ellos mezclan problemas secundarios de la lucha política, que no interesan a los trabajadores. El gran límite del partido Liberi e Iguali es que no habla de los jóvenes.
El problema de la inmigración en Italia es secundario al de la emigración, Italia volvió a exportar más seres humanos de los que importa, o sea, que entran 180.000 personas y salen para trabajar en el exterior 250.000 italianos, son en particular italianos formados, universitarios que van a buscar trabajo en Francia, Inglaterra, EE UU, Alemania, porque no hay trabajo en Italia. Liberi e Iguali no habla de este grandísimo problema de las familias italianas.
En verdad del 50% de los abstencionistas una buena parte es de izquierda que no van a votar porque no ven representados sus intereses políticos. Es un problema increíble, una falta de capacidad de desarrollar un programa político que la izquierda italiana tiene junto con la izquierda alemana y francesa.
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