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El «reactivo» haitiano que desnuda donde estamos parados

Fuentes: Rebelión

Está asumiendo el flamante gobierno uruguayo y se lucen las relaciones con los rostros llamados progresistas de América Latina; Correa, Rouseff… aunque en rigor algunas caras del progresismo más característico de la actual América del Sur; las de Venezuela y Argentina, por ejemplo, han estado ausentes (mediáticamente hablando, puesto que los presidentes respectivos enviaron a […]

Está asumiendo el flamante gobierno uruguayo y se lucen las relaciones con los rostros llamados progresistas de América Latina; Correa, Rouseff… aunque en rigor algunas caras del progresismo más característico de la actual América del Sur; las de Venezuela y Argentina, por ejemplo, han estado ausentes (mediáticamente hablando, puesto que los presidentes respectivos enviaron a sus vices).

En el acto de asunción del gobierno uruguayo no se vio, al menos al alcance de los informadores públicos, a representantes como el de Perú (lo mismo, la misma ausencia mediática cubre a las posibles presencias de Colombia, México o Panamá, por ejemplo: pudieron estar, pero, otra vez, no se los registró desde el periodismo masivo).

Pero de todos modos, las decisiones políticas pasan por otros andariveles. Procuremos ver esa trastienda.

Encaremos el caso haitiano.

1. Perú ha ampliado la presencia militar de EE.UU. en su país. Acaba de autorizar el ingreso de 3000 soldados estadounidenses bajo el pretexto de «cooperación» entre ambos países (aunque la información nada dice de la presencia de 3000 o siquiera 300 militares peruanos en EE.UU…). [1]

«[…] existen en Perú alrededor de nueve bases militares estadounidenses como parte de la red de bases militares que mantiene Estados Unidos en nuestra América. Además, Perú le ha otorgado a la Cuarta Flota de EE. UU. tres puertos para el reabastecimiento y apostadero de sus naves.» (ibíd.)

2. Este aspecto de la política peruana, no hace sino ratificar y fortalecer la red de alianzas y apoyos que EE.UU. ha ido tendiendo sobre el Pacífico americano; Chile, Perú, Colombia, México, para contrarrestar «la rebelión» que en la América Latina se produjo con la resistencia al ALCA, que anudó una serie de gobiernos de los llamados progresistas más bien ladeados hacia el Atlántico; Venezuela, Argentina, Brasil, Bolivia, al muy del Pacífico Ecuador e incluso hasta el Uruguay…

3. Desde hace ya tiempo, el pueblo haitiano hace notar su protesta por la virtual ocupación que su país ha sufrido, una vez más, a manos de EE.UU., cuando se expulsa del país a su presidente en funciones, J.-B. Aristide, en 2004 (por segunda vez; había sido derribado con decenas o centenares de miles de asesinados en 1991). Inmediatamente después EE.UU., como administrando una colonia propia, designó a la ONU para hacerse cargo del país a través de una fuerza de ocupación militar que no se asumiera como invasora sino como asistente: MINUSTAH. La que se constituirá con buena parte de contingentes de países sudamericanos (amén de otros de diversos continentes).

4. El papel cumplido por MINUSTAH ha generado a su vez nuevas resistencias desde el pueblo haitiano por una serie de inconductas: el contingente nepalés ha resultado, según todas las investigaciones, responsable de la propagación de una epidemia de cólera que mató a más de ocho mil haitianos y afectó a varios centenares de miles más. El brote se extendió imparable luego de que Haití sufriera, encima de la ocupación de EE.UU. y MINUSTAH, un terremoto en 2010 que afectó todos los sistemas de potabilización de agua e higiene del país.

5. Pero más allá del atroz episodio vivido con la «asistencia» nepalesa, los contingentes sudamericanos hicieron también su «contribución», denunciada reiteradamente por haitianos: aprovechamiento de favores sexuales mediante entregas o regalos de chocolates o alimentos, por ejemplo, ante una población diezmada y sin recursos , particularmente luego del intensísimo terremoto mencionado. A la presencia irritante de tropas «extranjeras» se ha sumado el comportamiento de éstas que en lugar de desvincularse de toda violencia local, ha actuado represivamente desde posiciones de fuerza, lo cual ha arrojado en reiteradas ocasiones muertos entre la población ocupada (sin contar siquiera con rasguños de las tropas de la ONU); por su parte, hablando de la moral imperante, el contingente uruguayo albergó en su seno una partida de «festivos» soldados que abusaron de un adolescente haitiano, por ejemplo. Lamentablemente, no hay que extrañarse que militares provenientes de países en que han sido impunes, donde se ha impuesto la caducidad para el reclamo de delitos por ellos cometidos, prosigan con el mismo estilo.

6. MINUSTAH contó originariamente con un jefe militar, brasileño, que misteriosamente apareció suicidado. Lo cual hizo pensar a más de uno que la sordidez de la presencia de los intervencionistas podría haber afectado a su comandante.

7. La ONU no se ha hecho cargo de los daños ocasionados por sus comandados; jamás encaró una indemnización por los descuidos, desprolijidades o lo que pueda haber hecho que los nepaleses se constituyeran en tan nefasto eslabón patógeno.

8. Si lo que necesita Haití, como por ejemplo después del terremoto, es asistencia sanitaria, ¿por qué enviar soldados (y policías)? El único estado que ha prestado ayuda médica ha sido Cuba, cuando no ha sido frenada su asistencia por militares estadounidenses, por ejemplo.

9. MINUSTAH ha promovido la adhesión al «presidente» Préval, viejo lugarteniente de Papa Doc, algo que ha sido resistido por crecientes sectores de población. Con ello MINUSTAH ha fungido como «guardia pretoriana». Otra cuenta inaceptable para el collar forjado por la ONU, a pedido del gobierno de EE.UU. y sus vasallos.

Con el cuadro de situación que sucintamente hemos descrito, se acaban de dar dos movimientos en el tablero en este mes de febrero que no pueden ser más significativos para quienes vivimos en la región rioplatense, mare nostrum del MERCOSUR y asiento histórico de resistencias al proyecto estadounidense del ALCA.

1) 25 febrero 2015. El gobierno argentino anuncia la reducción de la participación de su país en MINUSTAH a partir de abril. A 70 efectivos, «mayormente personal sanitario para la atención hospitalaria». Con lo cual, la Argentina se acerca a la posición cubana… y a las demandas de tantos haitianos.

2) 27 febrero 2015. Los gobiernos de Perú y Uruguay han acordado una operación militar conjunta para establecer «una fuerza combinada de paz en Haití» («si vuá ser de guerra», diría un cordobés). Para lo cual los gobiernos respectivos, de Uruguay y Perú, no de Haití, han firmado un memorando de entendimiento. La intención de seguir gobernando u ocupando a Haití parece prístina. Me temo, empero, al menos del lado uruguayo, que el motivo para prolongar esa ocupación sea seguir cobrando los emolumentos extras que la ONU brinda a los destacamentos en el terreno, incomparablemente más apetitosos que los sueldos regulares. Pero qué deleznable motivo para tener tranquila a la tropa…

La comparación no exonera de responsabilidad a la Argentina de la orquestación racista y militarista de EE.UU. y la ONU en la cuestión haitiana. Pero sirve para ver el sentido de las conductas respectivas. El gobierno argentino, K, asociado a Venezuela y a cierta autonomía ante la pretensión de poder irrestricto de EE.UU., se aproxima a una posición de respeto a Haití. El gobierno uruguayo, con la firma de connotados luchadores y revolucionarios presentes o pasados, se ajusta como el guante a la mano a la voluntad de dominio de las élites yanquis de poder. Dicho esto sin desconocer los esfuerzos que han hecho algunos para torcer la vergonzosa política uruguaya satelizada a EE.UU.

Cumpliendo los requisitos democráticos, la participación en MINUSTAH y la renovación de ese compromiso pasó en Uruguay por aprobación legislativa en 2005. Como bien recuerda el docente haitiano Henri Boisrolin, Guillermo Chifflet «fue el único legislador en el continente que renunció a su banca por defender al pueblo haitiano y por eso lo recordamos como a un héroe«. Pese a la existencia en Uruguay de otros objetores a la MINUSTAH, como la legisladora Costanza Moreira o, en su momento hasta el flamante expresidente J. Mujica, al parecer todas esas objeciones no han generado nada, ni el retiro de las tropas ni la renuncia como la que llevara a cabo el entrañable Guillermo Chifflet.

Nota

[1] http://www.portalalba.org/index.php/

Blog del autor: revistafuturos.noblogs.org

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.