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La nueva mecha preocupa hasta a la CIA

El rompecabezas kosovar

Fuentes: Il Manifesto

Traducido para Rebelión por Susana Merino

«¿Kosovo? Un tren de trinitrotolueno y gasolina»: las ya conocidas palabras del oficial de la OTAN no podían ser más claras. Se corresponden por otra parte con las del informe que Denis Blair, director de inteligencia de los EEUU, ha dirigido en estos días al senado estadounidense. Efectivamente, en ese informe, Kosovo y Bosnia constituyen «la principal fuente de tensión en Europa… la frágil situación de las diferentes comunidades étnicas y la cuestión de la minoría serbia, especialmente la del norte del país, se mantienen como fuentes de tensión que aún requieren la intervención de la diplomacia occidental», porque para Denis Blair «pese a que más de 60 países, de los cuales 22 de la UE, han reconocido la independencia de Kosovo, en el futuro próximo Pristina seguirá dependiendo de la comunidad internacional debido a la asistencia económica y al desarrollo y como garantía de la integridad territorial de Kosovo. Gran parte de la población serbia -explica el informe de inteligencia de los EEUU- sigue refiriéndose a Belgrado y se opone a la integración de las instituciones kosovares, mientras que la influencia del gobierno de Pristina en el norte, donde los serbios son mayoría, es extremadamente débil. Por este motivo, la presencia de la OTAN aunque más reducida, es aún necesaria para evitar la violencia».

La alarma de la inteligencia usamericana prevé la precipitación de una crisis sin límites Porque mientras en Pristina, a la sombra de la estatua de Bill Clinton inaugurada a fines de 2009 en relación a la guerra «humanitaria», hierven los preparativos para el aniversario de la independencia del 17 de febrero de 2008, las piezas del rompecabezas kosovar no encajan. Pesa aún mucho la responsabilidad de los EEUU y de una parte de la UE que han hecho fracasar la negociación de una solución concordada -la de una «cosoberanía» con autonomía mucho mayor que la de nuestro Alto Adigio-. De este modo la independencia unilateral ha dividido a la ONU, cuyo Consejo de Seguridad no ha reconocido nunca la independencia monoétnica (Rusia y China estuvieron en contra), luego separó en el frente europeo a cinco países «sensibles», como España (que por ese motivo retiró su contingente de Kosovo), Grecia, Rumania, Eslovaquia y Chipre Norte, que no reconocen al nuevo estado.

Ahora estas realidades confluyen alimentando el caos. Las Naciones Unidas confirman la misión, comprometidas por el Consejo de Seguridad a defender el derecho internacional de la Resolución 1244, la que en 1999 concretó la paz de Kumanovo que puso fin a la guerra entre la OTAN y la antigua Yugoslavia, aprobando la entrada de las tropas de la OTAN en Kosovo pero reconociendo la soberanía de Belgrado. Los contingentes KFOR-OTAN, 16 mil hombres, reducidos ahora a 10 mil a causa del turnover de Afganistán, permanecen aún, pero el marco legal se ha modificado: deberán defender la Resolución de la ONU, pero de hecho garantizan la legitimidad del nuevo estado. Por si fuera poco, la UE ha instalado de hecho la misión Eulex para imponer la independencia de los serbios, pero esta misión no ha podido dar frutos aún debido a la dura resistencia de los serbios a reconocer la independencia monoétnica de los albaneses. De modo que el representante internacional, Peter Feith, la ha pasado por alto. Monolítica y estable queda solo Camp Bondsteel (Urosevac) la más grande base militar de los EEUU, construida a despecho de los acuerdos internacionales. El choque entre tales poderes está en la mira de todos. Porque Peter Feith, junto con las instituciones albanesas de Pristina, cuyo objetivo era la integración del norte con el resto del sistema institucional del país, decidió la abolición de las estructuras «paralelas» serbias apoyadas por Belgrado que aun considera a Kosovo una provincia y ha presentado un recurso ante la Corte Internacional de la Haya por un juicio que se sustanciará en el verano.

Mientras tanto lo actuado por Peter Feith, a pesar del apoyo de la cúpula del «Grupo Internacional sobre Kosovo» de Viena del 8 de febrero pasado, ha sido desautorizado tanto por la OTAN como por la ONU y sobre todo por la Eulex, que lo acusa de no haberla involucrado, sobre todo por que era la Eulex la que consentía el paralelismo entre las instituciones serbias, y por involucrarlo también en el control de los canales mafiosos, verdaderas multinacionales del área. Y porque también es consciente, como el informe de inteligencia de los EEUU, de que el norte de Kosovska Mitrovica está por convertirse en la mecha de un nuevo conflicto armado.

Hace solo dos días el gobierno de Pristina amenazó con la secesión de los albaneses del Valle de Presevo, al sur de Serbia, si el norte serbio de Kosovo mantiene sus instituciones. Belgrado responde esta vez y no se limita a esperar a la Corte de la Haya, apoya a los serbios de Kosovo; a los pocos que han quedado, porque durante los diez años de ocupación «vigilante» de la OTAN se han destruido 150 monasterios, se ha perseguido y aterrorizado a 200 mil serbios y otros tantos gitanos y hay 1800 desaparecidos. Los pocos que sobreviven se hallan reducidos en enclaves rodeados de alambrados de púa y tanques. Y así se mantienen con visitas hasta del mismo presidente serbio Boris Tadic y muchos ministros que a menudo realizan misiones en Kosovo. La semana pasada detuvieron a una delegación serbia con dos viceministros. Hubo una protesta internacional, dirigida hasta a la silenciosa Farnesina1. Ahora bien, esta tierra -contaminada y cubierta de bombas de racimo diseminadas por la OTAN, socialmente devastada y miserable con más de un 50% de desocupación a diez años del fin de la guerra y donde según informes de ONG internacionales la «creciente corrupción y la criminalidad organizada amenazan su futuro»- está destinada a calentarse aún más. En efecto, el 25 de abril asumirá el nuevo patriarca serbo-ortoxo Irinej, parte de una Iglesia ortodoxa que defiende el Kosovo Metohja como su tierra natal e inalienable para serbia, se temen nuevos pogroms como sucediera en marzo de 2004. Sí es «un tren con trinitrotolueno y gasolina».

Tanto más que en pocos días se desarrollará en Bosnia el «referéndum» sobre Daytona de los serbios de Bosnia. Porque allí la misma comunidad internacional que a pocos centenares de kilómetros de distancia ha apoyado la división-secesión de Kosovo de Serbia, insiste en una Bosnia «unitaria», unificada en Sarajevo, con la abolición de la República Srpska,2 como se decidió en Dayton a fines de 1995.

1. Farnesina: Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia (N. de T.).

2. Republica Srpska : República de Bosnia Herzegovina (N. de T.).

Fuente: http://www.ilmanifesto.it/il-manifesto/in-edicola/numero/20100214/pagina/03/pezzo/271476/