Mediante el saqueo forzado de las cuentas bancarias de la población chipriota, la UE ha destruido definitivamente todos los principios a los que se la asociaba: buena fe, Estado de Derecho, el principio de que quien la hace la paga y de solidaridad con los débiles. Si alguien aún se los creía, la realidad viene […]
Mediante el saqueo forzado de las cuentas bancarias de la población chipriota, la UE ha destruido definitivamente todos los principios a los que se la asociaba: buena fe, Estado de Derecho, el principio de que quien la hace la paga y de solidaridad con los débiles. Si alguien aún se los creía, la realidad viene a darle una sonora bofetada para que despierte.
La decisión tomada el 16 de marzo por los ministros de Economía, el FMI y el BCE de robar el 6,75% de los ahorros de pensionistas, amas de casa, maestros o artesanos -el 10% sobre las cuentas de más de 100.000 euros no debería preocuparnos tanto- es la intervención financiera más importante hasta la fecha en la historia de la UE, y su impacto será muy grave. Hay quien dice que marca el comienzo del fin de la zona euro.
A partir de ahora, nadie en Europa puede estar ya segura de que los políticos y malabaristas financieros no asaltarán algún día sus propias cuentas bancarias. Esto ya no es alarmismo. Después de Chipre, los países acreedores de deuda (principalmente Alemania) insistirán en que todo «rescate» de un banco debe ser cofinanciado por sus clientes. Por eso, el jefe del eurogrupo, Dijsselbloem -a quien por cierto nadie eligió-, dijo el sábado explícitamente que esta medida es también posible en otros países de Europa. En Chipre, el impuesto como contrapartida del «rescate» de su economía se ha introducido con una brutalidad extrema, con Schäuble, Asmussen y Lagarde como francotiradores esperando a que llegara este largo fin de semana (el lunes 18 es festivo en Chipre) para disparar. Ahora son Grecia, Estado español, Portugal e Italia los que están en el punto de mira. La gente aquí está empezando a dudar más que nunca que su dinero esté seguro en el banco, mientras Rajoy insiste en que lo de Chipre es «un buen acuerdo» que «no es extrapolable a otros países». Si no fuera porque el PP ha incumplido sistemáticamente todas sus promesas electorales, a lo mejor habría alguien que aún a día de hoy les creyera. Hasta la fecha, el presidente ha logrado retrasar un «rescate» completo de la economía española. ¿Por cuánto tiempo más?
Una cosa está clara: los euroburócratas son duros como una roca. Se sienten seguros; el impuesto impuesto (valga la redundancia) en Chipre se deduce automáticamente de las cuentas bancarias. Es superior a cualquier otro pago que pueda proporcionar un ciudadano. Antes de poder pagar el próximo alquiler, las cuotas escolares de los niños o la luz, ya se habrá descontado el impuesto. Sin excepción. Auf wiedersehen, resquicios de democracia. Porque ya no hace falta que el Parlamento chipriota debata la medida; lo mismo que ha venido ocurriendo con los sucesivos «rescates» en Grecia o el Estado español. Lo mismo que con el Pacto Fiscal, el Mecanismo Europeo de Estabilidad o el resto de euroacciones. ¡Para qué perder el tiempo en debates parlamentarios, si Merkel ya sabe mejor que nadie lo que nos conviene…!
Aquel pretexto de «demasiado grandes para caer» que nos vendieron al principio de la crisis para justificar el rescate de grandes firmas bancarias y economías de estado se ha instalado ya para quedarse. Los bancos siguen jugando al casino neoliberal, y si pierden pagan los clientes. Es casi una parodia que a los chipriotas, a quienes se les ha despojado de su dinero, se les prometan a cambio acciones de sus bancos en el futuro. ¿Pretenden convencer así a la gente trabajadora de que tiene que pagar a los grandes cerdos especuladores?
Es un escándalo sin precedentes que los euromagnates que tanto tiempo han perdido con eventos folclóricos, como el Premio Nobel de la Paz, no hayan en cambio tomado medidas para instaurar con urgencia una ley europea de insolvencia para los bancos, tal como muchos expertos recomiendan.
A la clase trabajadora nos quieren tomar el pelo, literalmente. El concepto haircut («corte de pelo») que se ha instalado en la jerga financiera adquiere con las políticas de austeridad un significado perverso. Pero para el pueblo de Chipre este corte de pelo es sólo el comienzo. Sin embargo, la troika, carente de toda legitimidad y transparencia, no lo tendrá fácil para salvar la eurozona. Los tecnócratas han perdido el control sobre sí mismos. La UE solo podrá mantener unidas las estructuras del euro mediante la supresión del estado de derecho, la democracia y los derechos civiles.
Isaac Salinas es miembro de En lucha
Fuente: http://enlucha.org/site/?q=node/18472