Desde el pasado 5 de febrero, Bosnia Herzegovina conoce un importante levantamiento social y democrático, iniciado por los trabajadores en paro y privados de derechos sociales como consecuencia de dos decenios de «privatizaciones criminales», de Tuzla. El movimiento se ha autoorganizado en «plenarios ciudadanos» y se ha extendido a varias ciudades del país, poniendo en […]
Desde el pasado 5 de febrero, Bosnia Herzegovina conoce un importante levantamiento social y democrático, iniciado por los trabajadores en paro y privados de derechos sociales como consecuencia de dos decenios de «privatizaciones criminales», de Tuzla. El movimiento se ha autoorganizado en «plenarios ciudadanos» y se ha extendido a varias ciudades del país, poniendo en cuestión a las rivales y enriquecidas élites nacionalistas, en un contexto en el que la población conoce cerca de un 50% de paro. Tras haber obtenido la dimisión de varios gobiernos locales, la protesta exige también la de Valentin Inzko, alto representante internacional que gestiona este casi protectorado, después de que declarara a la prensa austríaca que «si la situación se agrava, podríamos pensar en el envío de tropas de la UE«…
A comienzos de los años 1990 Tuzla era un fiel reflejo la composición étnico-social de todo el país: alrededor del 40% de musulmanes: hoy llamados «bosnios», 30% de serbios y 10% de croatas. Pero la industrialización y la fuerte secularización de los musulmanes consolidó el espíritu de la resistencia multinacional de los partisanos yugoslavos antifascistas: el partido socialdemócrata, mayoritario en las primeras elecciones libres, había superado tanto a los partidos nacionalistas croata o serbio como al SDA musulmán de Alija Izetbegovic. Y fue con Tuzla como eje como, durante los años de guerra y de limpieza étnica (100.000 muertos, de ellos el 70% musulmanes), se organizaron las campañas europeas «Socorro obrero para Bosnia» y «Convoy sindical para Bosnia».
Pero la guerra acabó en un equilibrio en la relación de fuerzas entre corrientes nacionalistas sobre el terreno, que tras los Acuerdos de Dayton de 1995 fue tutelado por por las instituciones euro-atlánticas, que organizaron la restauración capitalista mediante privatizaciones generalizadas/1. Rápidamente, en Tuzla como en otras partes, la población fue decepcionada por los partidos en el poder que, cualquiera que sea su etiqueta, comparten el mismo clientelismo y la misma corrupción en la puesta en marcha de las privatizaciones, lo que produce miseria y, por tanto, cólera social.
Asumimos plenamente la Carta Abierta a los ciudadanos de Bosnia-Herzegovina/2 que se solidariza con ese movimiento:
«Expresamos nuestro completo apoyo a los ciudadanos y ciudadanas de Bosnia-Herzegovina en su cólera justificada y sus legítimas demandas. Su reivindicación de una vida decente, de una verdadera democracia, de una solidaridad por encima de las fronteras -ya sean étnicas, nacionales o religiosas-, la igualdad social y la justicia, resuena por todo el mundo (…). Los pueblos de Bosnia Herzegovina se levantan contra el sistema de explotación, la injusticia y la desigualdad al servicio de una pequeña élite política, económica y financiera. Un siglo después del asesinato de Franz Ferdinand, cuando los dirigentes de la Europa imperialista llevaron a sus naciones a la destrucción mutua, Bosnia envía una señal fuerte a todo el mundo. El planeta en el que vivimos es un mundo de divisiones, en el que se asiste a la expansión del fascismo, a un apartheid político y social creciente y a la destrucción capitalista continua tanto de la naturaleza como de los bienes comunes (…). Han dicho «¡basta!» y nosotros decimos «¡basta!» con ellos«.
L´Anticapitaliste n 52, marzo 2014
http://npa2009.org/content/le-syndrome-bosnien-dautres-balkans-pour-une-autre-europe
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
Notas